El Centro Cívico y su postal eterna

Cerca de cumplir cuatro décadas de residencia aquí, la docente Adriana Robles presentó su libro sobre el emblemático complejo edilicio al conmemorarse 77 años de su inauguración.

La Biblioteca Sarmiento fue escenario de la presentación del libro “Centro Cívico de Bariloche, eterna postal”, de Adriana Robles. Proyección de fotografías históricas y dibujos realizados por Violeta y Santiago –alumnos de la Escuela 16 aportando “vitalidad y riqueza”–, incluidos en la obra creó clima propicio para la charla brindada por la autora junto a Gonzalo De Estrada y Cora Albicker.

Hijo de Ernesto De Estrada, el arquitecto que diseñó y dirigió la construcción del complejo edilicio emblema de la ciudad que el 17 de marzo cumpliera 77 años, el presidente de la comisión directiva de la biblioteca aludió a “vivencias y sentimientos” que reverdecen. “La pasión familiar por el Centro Cívico continúa en los que lo valoramos, disfrutamos y queremos cuidarlo; patrimonio que el ciudadano siente propio”. Fue el primer proyecto de su padre “como urbanista recién recibido en Francia. Mientras buscaba trabajo, en Mar del Plata encontró a Alejandro Bustillo quien le recomendó ir a ver a su hermano Exequiel”.

Interesado en su perfil profesional, quien encabezó el directorio de Parques Nacionales lo invitó a viajar a la ciudad, “fijate qué se te ocurre”, habría dicho Bustillo al arquitecto de 27 años.

“Se enamoró de Bariloche y del proyecto Bustillo”, evalúa su hijo Gonzalo, quien amplía los festejos por el aniversario a “todas las obras de esa época”.

Perfil bajo, su padre “nunca lucró con su condición de creador del la obra, su predilecta. Estaba orgulloso”. Invitado para el 50 aniversario, “su actitud fue hablar del porvenir, ya entonces alertaba sobre la necesidad de una planta de tratamiento de líquidos cloacales cuanto antes. Lo reconocían en la calle, estaba emocionado y conmovido”. Para la familia “éramos once hijos. Siete varones, tres mujeres y un centro cívico”, aportó.

Presentada como “nieta postiza de Enrique Lunde” –encargado del equipo de constructores del complejo–, Cora Albicker describió como “noble, trabajador, solidario” a quien edificó la casa de su abuela en el kilómetro 2 en 1938, como hiciera “con otras muchas. Trabajó además en la construcción del hotel Llao Llao, la estancia La Primavera y su residencia, lo que hoy es El Casco”, refirió. Entablado contacto con Robles a instancias de Federico Silin, compilador del Archivo Visual Patagónico que digitaliza álbumes fotográficos heredados, al ver el libro “me emocioné hasta las lágrimas”, expresó.

Para Robles la participación de ambos representó “un homenaje” a quienes tuvieron activa participación en la concreción del emprendimiento de Parques Nacionales.

“La dimensión que me interesaba contar era su papel en la vida cotidiana. Es muy difícil abarcar el Centro Cívico por la multiplicidad de escenas que lo atraviesan, cultural, política, artística, administrativa. Puede abordarse desde diversos planos pero para un libro requiere recortes”.

“Como buena docente de la época que soy, el bicentenario me despertó muchas emociones. En 2009 en Buenos Aires con una arquitecta decidimos escribir “Plaza de Mayo, lugar de encuentro de los argentinos”.

Siguieron uno sobre el Congreso de la Nación y otro dedicado a la Casa Histórica de la Independencia en Tucumán. “Libros que me llevaron casi naturalmente al Centro Cívico. Si uno piensa en lugares emblemáticos del país, es relevante. Y me pareció atractivo abordarlo desde la emoción”. Porque “es un lugar asociado la nostalgia. En dos meses cumplo cuarenta años viviendo acá. Aquí conocí a Osvaldo (Nemirovsci), nacieron mis hijos. El Centro Cívico me albergó en muy diversas formas. Probablemente la Biblioteca sea “el lugar que más he transitado, cuando estudiaba magisterio en el ex Colegio Nacional. En este escenario canté con el Coral Melipal con Rodrigo (Dalziel). Pertenencia muy vital”.

En otro tramo, aseguró: “El visitante preguntará qué son los dibujos de pañuelos en el piso, por qué la estatua de Roca vandalizada; qué cosa revulsiva y compleja hay detrás. La idea es aportar elementos para que sepan que a favor y en contra, convivimos en esta ciudad sin hasta el momento poder saldar diferencias”.

A través de las páginas

El libro contiene referencias a memorias del profesor Miguel Ángel Cornaglia (“Bariloche, su pasado y su gente”), al libro de Exequiel Bustillo (“El despertar de Bariloche”) y documentación de su fondo documental, planos e información sobre adquisición de terrenos. Hubo aportes del Archivo Visual Patagónico, fotografías familiares “que tienen un alma diferente”, de Eduardo Pérez y Jorge Yagode del Museo de la Patagonia y de Carlos Echeverría, con un relato sobre su infancia.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios