El día después del paso de los Reyes Magos
Datos
- La mañana siguiente era tan valiosa e importante como la misma noche. Al menos en el grupo de cuatro o cinco amigos ninguno había tenido el privilegio de verlos en directo. Todos mentían, todos decían que habían visto a los tres, pero lo más probable era que hayan pasado la noche tapados con una sábana.
- Es que los Tres Reyes Magos generaban ansiedad, mucha ilusión, alimentaban sueños, pero también provocaban algo de temor. No sé por qué. En definitiva se trataba de personajes queribles de la historia que no tenían otro objetivo que no fuera hacer felices a los niños.
- Lo cierto es que muchas veces nos proponíamos pasar la noche en vela para esperar la llegada de los Reyes, a pesar de los consejos de los padres que nos decían que si nos veían despiertos los generosos hombres pasaban de largo e iban a otra casa. Es decir, nos hacíamos los valientes pero llegado el momento dormíamos para despertar lo más temprano posible.
- Eso pasó cada año de la infancia, a veces con el regalo al pie de la cama y otras sin nada. A veces el balde con agua para los camellos estaba vacío, con algo derramado al costado. El pasto a veces desaparecía, otras ni lo habían tocado. Ese era el peor momento, cuando el sol estaba afuera y los zapatos quedaban ordenados, el agua y el pasto tal cual lo dejamos la noche anterior. Y un sinfín de preguntas que para nosotros no tenían respuestas. Para los adultos sí existía y sabían que era una cuestión de bolsillo.
- Era extraño cuando nuestros padres se esmeraban un buen rato en ensayar una respuesta creíble. Que la dirección, que estaban cansados, que se quedaron sin juguetes y muchas más. Lo real era que no habían pasado, no había ni huellas de los camellos que nos sirvieran de consuelo. Y el paso siguiente era salir y ver a los amigos, vecinos, cómo desplegaban toda la artillería en la vereda.
- Pero la tradición es esa, así la crearon y así se cumple mientras se puede.
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