El disparador: La conversión

Datos

Tere tiene 90 años y vive sola. Soltera, vio morir a casi toda su gente –padres, hermana, tíos, amigos–. Tiene escasa relación con sus otros dos hermanos, que viven en la ciudad de México, a unas tres horas de su casa en Querétaro.
La lucidez y la energía de Tere resultan inverosímiles. Su fortaleza física asombra, por la velocidad y firmeza para caminar o subir y bajar escaleras, y por su locura de trepar al techo de la casa para algún arreglo. Por un trabajo que estoy haciendo, hablamos unas 20 horas durante tres días.
Entre diversas historias, me contó la de su conversión. Más de dos décadas atrás, recién jubilada tras trabajar en General Motors y otras compañías, tuvo una experiencia reveladora: “No estaba dormida ni tampoco despierta, son momentos que Dios escoge y son muy significativos”. Se vio en un monte muy alto y verde. “Estás en el Carmelo”, escuchó, y un anciano se le acercó: “Tere, la señora quiere hablar contigo”. Ella preguntó si se trataba de la Virgen y el hombre asintió. En ese momento se vio cubierta por un capelo de vidrio: “Sentí una protección, una cosa que jamás en la vida podré explicar. Y empecé a llorar. Era sábado, el primer sábado de cuaresma”.
Al día siguiente fue a misa. Sin poder detener las lágrimas le contó la historia al sacerdote en busca de una explicación. El cura le preguntó: “¿Qué se te hace que es el Carmelo?”. Tere, que no tenía idea, se enteró ahí que en Israel existe el monte Carmelo -“jardín de Dios”- y que allí está el Monasterio de Nuestra Señora del Monte Carmelo. El cura le dijo que la Virgen quería que rezara el Rosario pero que lo hiciera bien. “Lo rezaba así nomas, sin saber por qué”, admite.
El lunes Tere fue a su parroquia a preguntar si estaba la estatua de la Virgen del Carmen. Una señora le dijo que claro que sí y le explicó: “Ella se dedica a liberar almas del Purgatorio en día sábado”. Tere entró a la iglesia a buscar la imagen. “Cuando llego allí, automáticamente se me doblan las piernas y quedo de rodillas. La misma sensación que sentí en el sueño, la sentí ante la Virgen. A partir de ahí, todos los días rezo el rosario como debe ser, mencionando la Virgen del Carmen. ¿Cómo lo ves? Cosas raras”. Fue el inicio de una vida religiosa activa, pero esa es otra historia.

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