El disparador: un sobre de sal
Datos
- Una pareja toma cerveza y come papas fritas en un bar. Cuando terminan, el muchacho abre dos sobres de sal y vuelca el contenido sobre los restos de aceite que quedan en el plato. Ella le recrimina que para qué hace eso. Él replica algo que no se entiende.
- –¿Qué dijiste? ¿Depósito estúpido no le puso sal?–ella intenta repetir lo que escuchó.
- –¡Que después estos estúpidos lo vuelven a usar! Eso dije.
- Ella se ríe de la confusión. A él no le hace gracia y le reprocha –ahora hablando con total claridad– que ella no le entienda cuando habla pese a que llevan más de diez años juntos. Le recrimina que no le presta la suficiente atención. Ella le dice que no se victimice, que tampoco es para tanto.
- –Además, tus problemas de dicción son los menos preocupantes–comenta ella.
- –¿Ah, sí? ¿Y cuáles son los más preocupantes?
- –Los problemas más preocupantes no son los que a uno por lo general le preocupan. Es más, ni los vemos. Nos suele preocupar un síntoma, como la fiebre, y no por qué estamos enfermos…
- –¿Qué me estás queriendo decir?
- –No sé, capaz te estás preocupando por tu mala dicción y…
- –¿Y cuál sería el problema de fondo?
- –Que no querés que lo demás te entiendan…
- –¿¡Cómo no voy a querer que me entiendan!? Eso es lo que más quiero.
- –Eso es lo que decís… Pero en el fondo te da miedo
- –¿Qué cosa?
- –Lo que piensan los demás, decir cosas que no son, equivocarte… Soltarte.
- –Jamás sería tan categórico con nadie-dice él.
- La charla se interrumpe porque el mozo les pregunta si van a pedir algo más porque el bar está por cerrar la caja. Ella responde que no, que ya se están yendo, y pide la cuenta. Él se guarda un sobre de sal en el bolsillo y saca la billetera para pagar.
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