El disparador: ¿Venís a verme?
Juan ignacio Pereyra
pereyrajuanignacio@gmail.com
Datos
- ¡Hola amiga! Hace mucho que no te escribo. Al final, dejé la oficina pero sigo sin tiempo. Y los hombres no ayudan. Amanecer en el campo es hermoso, pero vivir acá tiene sus cosas. Hay que mantener todo en orden, sobre todo las ideas. La calma no es tan inofensiva como muchos creen. Igual, ¡me encanta este lugar! Sigo esperando que me visites. Ya pasó un año sin vernos, ¿no te parece loco lo rápido que nos acostumbramos a todo? A todo, eh.
- La semana pasada fui al pueblo a buscar el correo. Me escribió un lector de República Checa. Le encantan mis libros y me quiere conocer. También me mandó fotos… ¿La verdad? Un atrevido, ¡y un potro! Pero está lejos. Y, si tanto le gusto, que haga algo más. Me hace pensar en Eduardo, eso sí que no tiene arreglo, ¿no te digo que no ayudan? Tengo que decidirme.
- Ahhh, ¿así que estás saliendo con un porteño? ¡No me lo puedo creer! Ja, qué tal, eh, una francesa y un argentino: una competencia por querer ser lo que no son. Chiste, chiste. Además, pensándolo bien, esa ilusión no tiene nacionalidad. Pero bue, ¡contame de-ta-lles! ¿Es verdad que los porteños son machistas? ¿Tienen conexión? Dale, ¡ya sabé qué quiero saber! Eduardo, cada vez peor. Ni te imaginás. Creo que tiene un problema, casi no puede… “Eso”, y acá, es muy duro.
- A veces me gustaría volver a la época de la universidad. ¿Te acordás cuando fuimos a esa pizzería en Constitución y me terminé yendo con el mozo? Un melodramático aburrido… ¡Me contó todos sus traumas! Me lo banqué porque era lindo (para una noche, ja). ¡Pero se quedó dormido! Cuántos sueños teníamos. Eduardo tiene un buen trabajo, pero toma mucho: la semana pasada salió una noche y ¡desapareció 24 horas! ¿A vos te parece? Pero volvió, y lo dejé.
- Hoy estoy melancólica. Odio que el editor me presione para que escriba otro libro. ¿Cuántos más quiere? Eduardo vino hace un rato, dijo que ya está cambiando. Que dejó de tomar. Hace dos días, ja. Me dejó una carta larguísima. Me pidió otra oportunidad. Me parece que lo voy a dejar. ¿Vas a venir a verme?
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