“Italpark”, una novela llena de nostalgia por los ochentas

Mariano Favier construye una historia acerca de la trastienda de un parque de diversiones, atravesada por una mirada que por momentos se llena de oscuridad.

“Italpark” la primera novela de Mariano Favier está estructurada en base a la historia de Giménez –un empleado del área de mantenimiento que interpretó personajes en el juego Laberinto del Terror– a la que se le une el derrotero de otros trabajadores, y los testimonios de visitantes que disfrutaron plenamente del vértigo de los juegos por el efecto de las drogas, o de quienes fueron estafados; de vagabundos o empleados de parques de diversiones de otros países.

Aunque se trata de una obra de ficción, la estructura basada en testimonios y la existencia cierta del Italpark en la Ciudad de Buenos Aires como parque de diversiones entre los años 1960 y 1990 –cuando se cerró por un accidente que causó la muerte de una adolescente– lleva a pensar en un posible correlato con la realidad.

Y si bien eso no es así, Favier explica que ese enfoque que da a la historia surgió, en parte, de la experiencia “de semiexplotación” laboral que tuvo en un parque temático porteño, que le dejó “cierto aire de misticismo o de comunidad con el lugar y con los compañeros” que ahora vuelca en el libro, editado por Marciana.

P- ¿A partir de qué situación o experiencia surgió la idea de escribir esta novela?

R- Nací en el 1983, poco antes de la recuperación de la democracia, y llegué a visitar el Italpark dos o tres veces. Mi infancia transcurrió entonces en esa época y, ya adulto, me llamaba la atención lo lejano y ajeno que parecía ese mundo y, por otra parte, la insistencia con que se lo evocaba. Por qué los 80, porque es la que época que se asocia con más fuerza al Italpark, si bien abrió sus puertas en 1960. En ese sentido, la primera razón sería más una reflexión a partir del registro de mi infancia, del contraste entre ese registro y cierto archivo (publicitario, musical, cinematográfico) de esa década. La segunda razón tiene que ver con algo más concreto: trabajé en un conocido parque temático de Buenos Aires. De esa etapa laboral de semiexplotación y experiencias disímiles decidí tomar algo, cierto aire de misticismo o de comunidad con el lugar, con los compañeros, y llevarlo a un parque de diversiones.

P- ¿Qué imagen o representación social tenías respecto de un parque de diversiones?

R- Por un lado, la imagen de lugar de diversión, donde rige la máxima “prohibido aburrirse”. Me interesaba que la novela tuviera algo de esa dimensión digamos hiperbólica en algunos personajes. El cine argentino hizo un poco eso con el Italpark, el decorado de las travesuras de Olmedo y Porcel. Por otro lado, está esa mirada del trabajador, que puede ser más cínica o desencantada, pero que en muchos casos conserva un grado de extrañeza: trabajar en un parque de diversiones no es lo mismo que trabajar en una oficina. Hay una relación particular con el entorno que se genera a partir de lo que se proyecta en ese lugar. Y finalmente hay una imagen más oscura, como el reverso siniestro de la primera. Una película que muestra eso es “El mundo del mañana” y nada menos que en Disneyworld. Entonces, un parque de diversiones fantasmal, en ruinas. Un desafío para la trama de tipo realista que pareciera pedir una novela titulada Italpark.

P- Lo que aparece en el libro es el “detrás de escena” de los trabajadores, de los juegos del parque, como si en realidad el parque de diversiones para funcionar necesitara de la infelicidad o el sacrificio de otros.

R- Es verdad… está esa idea de entrega sacrificial, en algunos casos, o de desilusión. Pero también hay delirio, epifanías, personajes que sienten que el parque les cambió la vida. En todo caso, el parque opera con esa carga, y parece interpelarlos a todos.

P- La novela está organizada en base a una historia principal, y testimonios que alimentan el clima de desesperanza, frustración, o de personas a la deriva. ¿Pensaste en un universo de perdedores cuando surgió la idea de este libro?

R- No directamente, aunque debe haber algo asociado a ese mundo de personajes que gravitan en torno de la nostalgia: casi todos sienten que perdieron algo. Cuando contaba el argumento de la novela, algunos me decían que se trataba de una novela nostálgica. Creo que es más bien sobre la nostalgia y los modos de recordar. Pero, volviendo a los personajes, no sé si son del todo perdedores, en todo caso no son el tipo de fracasados que construye, por ejemplo, Roberto Arlt.

P- ¿Por qué te interesó hacer foco en personajes de clase obrera, no profesionales, no especializados?

R- Si bien hay personajes que pertenecen a un nivel social alto, el mundo de los laburantes me pareció el más afín a la cuestión de la precariedad, de la inestabilidad del parque. También creo que funciona como signo de una época menos, digamos, formateada por el mercado, en la que luchaban por sobrevivir, cada vez con menor éxito, tipos con cierto conocimiento técnico, tal vez alguno con el industrial, emprendedores, cuentapropistas, changarines. En la novela cada uno hace lo que puede o lo que sabe, y el éxito no siempre va de la mano del talento o el esfuerzo.

P- ¿En los personajes buscaste representar el momento social y político de crisis que vivía el país o ese momento te llevó a los personajes?

R- Construi los personajes en relación con el parque, con el mundo de la década del 80, pero intenté no “inyectarles” rasgos de época. Procuré que la historia funcionara como algo que no en todos los casos fuera claro o detectable. Por supuesto, están la crisis y la decadencia del alfonsinismo. Pero no quise que el trasfondo social fuese el decorado.

Mariano Favier

El escritor

Nacido en la ciudad bonaerense de San Justo en 1983, este joven escritor estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y se especializó en Lectura, Escritura y Educación en Flacso.

“Qué cuestiones dejaron los años ochenta en la Argentina sin resolver como para evocarlos aún, o sobre todo, de forma tan inocente, tan superficial”.

El autor quiso escribir un poco sobre eso y de allí nació la novela.

Datos

“Qué cuestiones dejaron los años ochenta en la Argentina sin resolver como para evocarlos aún, o sobre todo, de forma tan inocente, tan superficial”.

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