Javier Daulte: “Llegué a la novela porque es lo que nadie espera de mí”

“El circuito escalera”, editado recientemente por Alfaguara, marca el debut como escritor de narrativa del reconocido dramaturgo y guionista de televisión. El texto combina el policial, el melodrama, drogas, muertes y sexo a partir de las peripecias de los miembros de una familia unidos por lazos tenues.

Javier Daulte, dramaturgo, director y guionista de televisión, acaba de publicar su primera novela, “El circuito escalera” (Alfaguara), una historia capaz de combinar frágiles amores, suspenso, pasión y excesos en un entramado atrapante y preciso que presentará el jueves a las 19 en el CCK, de Buenos Aires.

Daulte, autor de piezas memorables como “¿Estás ahí”? o “Nunca estuviste tan adorable”, director del musical “Ni con perros ni con chicos” en cartel en Mar del Plata, entre tantos trabajos premiados, y escritor de guiones televisivos, debuta literariamente con una interesante novela.

La alquimia entre elementos del policial, el melodrama, la novela familiar, drogas, muertes y sexo puede resultar confusa, pero “El circuito escalera” no lo es gracias a la especial forma de contar las peripecias de los miembros de una familia unidos por lazos tenues, pero lazos al fin, capaces de extenderse a otros seres tan pasionales y desesperados como ellos.

Una estructura sólida facilita que el lector pueda ocupar un rol activo, como el de convertirse en el único testigo de ciertos secretos que atraviesan generaciones, geografías y temporalidades. Télam habló con Daulte sobre su estreno como escritor de narrativa.

P- ¿Por escribir una novela?

R- Pensé en atreverme al género como intento de recuperar aquello que me pasaba cuando escribía teatro al principio de mi carrera, cuando no sabía si la obra lograría estrenarse. Llegué a la novela porque es algo que nadie espera de mí, pero el género me fascina desde siempre y lo pensé como un desafío.

P- ¿Es lector de narrativa?

R- Sí. Desde mis catorce años u hasta los veintipico he hecho diría que un 80 por ciento de mis lecturas. Desde siempre me fascinó la novela romántica, como “David Copperfield” de Dickens, hasta Dostoyevski, Tolstoi, Flaubert, Thomas Mann, Stendhal. Hoy, en vacaciones puedo terminar una novela cada tres días. Durante el año leo, pero a un ritmo menos sostenido, porque estoy bastante tomado por los textos con los cuales trabajo.

P- ¿Lee a sus contemporáneos?

R- Sí, me atrapa John Williams, autor de “Stoner”, una novela publicada en el ‘65 y editada acá el año pasado, todos los años compro un Stephen King… Suele atraerme convivir íntimamente con los personajes, por eso me resulta arduo terminar de leer algunas novelas, porque me resisto a despedirme de algunos de ellos.

P- ¿Qué diferencias hay entre escribir teatro y literatura?

R- El teatro implica una cuestión de grupo, aunque estés escribiendo una pieza. Acá en cambio sos vos, tu mundo y nadie más. Se transita la estructura de la historia de una forma tan distinta, dotada de otros tiempos, el texto puede continuar su desarrollo casi como si fuera un folletín. El reto consiste en contar una historia mediante 450 páginas sin que la trama se disperse. En dramaturgia, en cambio, existe un elemento de síntesis capaz de otorgar cierta unidad ya desde la duración de la obra: no debe extenderse por más de una hora y media.

P- La novela dialoga con lo dramatúrgico en varios momentos durante los que un breve gesto o una acción desencadena situaciones potentes…

R- Un defecto de la dirección de actores: la idea de contar no sólo a través de la información descriptiva, sino permitir que una acción suceda, como si trabajara una escena en la que digo a cierto actor: “Acá no expliquemos nada, basta una mirada”. El hecho de trabajar con actores hace que a los personajes logre percibirlos vívidamente. La devolución de la gente resulta diferente. Acostumbrado al teatro y al cine, donde uno estrena y enseguida notás qué pasa con el público, acá son otros los tiempos.

P- Su idea de “todos somos personajes secundarios en la vida de los demás”, presente en su obra teatral, signa la novela.

R- “Fuera de cuadro” se llama la obra donde escribí eso y sí, es una historia despiadada y al mismo tiempo resulta piadosa: todos los personajes se vuelven protagonistas cuando les toca. La novela me permitió trajinar los vínculos, una cualidad de Dickens que me fascina, explorar el odio y el amor entre las criaturas. Tantas veces pasa que uno cree estar conectado con el otro y en realidad no sabe nada de su vida y viceversa… de ahí surge el título. Los personajes crean sus propios funcionamientos desde los laberintos neuróticos de la mente.

P- ¿Cómo fue el proceso de escritura?

R- Comencé a mano, en cuadernos iguales en 2008. Luego, durante una época en la que viajaba seguido a España escribía todas las mañanas en el mismo café de Madrid. Me propuse hacerlo durante dos o tres horas al día. Por distintas circunstancias la dejé, y al retomarla la pasé a la computadora y la corregí. Nunca trabajo con un esquema previo de contenido, no lo hago en dramaturgia ni en los guiones de tele. Solo sabía que iba a estructurarla en cuatro partes, a modo de una sinfonía, una cuestión musical. Tuve un colaborador, Leandro Arecco, un amigo, alumno de dramaturgia que trabajó conmigo en el guión de “Secretos de familia” el año pasado. Hace dos años la terminé, me gustó, se la di a leer a un par de personas, fueron devoluciones entusiastas y entonces pensé en publicarla.

P- ¿Las referencias a personas reales como Gloria Carrá, Darío Grandinetti o Adrián Suar, a qué obedecen?

R- Las personas que aparecen en ciertas situaciones no lo hacen desde anécdotas reales, es un modo de reafirmar que todo es ficción. Cuando uno hace referencia al mundo real, por ejemplo, si la historia transcurre en Buenos Aires y el protagonista camina por una calle llamada Sánchez de Bustamante, ¿Por qué no usarlo? Mientras escribía me encontré preguntándome: ¿invento un nombre para contar acerca del productor más importante de la tele? No, decidí escribir Adrián Suar. A lo mejor puede darnos cierto pudor, pero en literatura existen las referencias a nombres reales, como en la “Divina Comedia”, donde Dante Alighieri usa nombres reales, aunque no sea una revisión histórica.

“El teatro implica una cuestión de grupo, aunque estés escribiendo una pieza. Acá en cambio sos vos, tu mundo y nadie más”,

resume Daulte acerca de las diferencias entre ambas escrituras.

Datos

“El teatro implica una cuestión de grupo, aunque estés escribiendo una pieza. Acá en cambio sos vos, tu mundo y nadie más”,

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