“La historia nace del miedo paterno a perder un hijo”

Gustavo Malajovich es el autor de la novela “El jardín de bronce” y responsable de su adaptación a la televisión. En esta entrevista, cuenta cómo fue el proceso de trabajo para el guión y cuál fue el disparador de la historia.

Arquitecto, profesor y escritor, Gustavo Malajovich se dedica desde 2002 a la elaboración de guiones para televisión para cadenas argentinas y españolas. Estudió arquitectura y trabajó en este oficio hasta que en 2002 formó parte del equipo de redacción del guión de “Los Simuladores” (2002-2004). A partir de este trabajo se centró en la escritura y trabajó como guionista en programas y películas como “Hermanos y Detectives” (2006), “Encarnación” (2007), “Todos contra Juan” (2008-2010), “Un Año para Recordar” (2010-2011), “Muerte en Buenos Aires” (2014) y “Esperanza Mía” (2015-2016), entre otros. “El Jardín de Bronce” es su primera novela, y junto a Marcos Osorio Vidal, trabajó alrededor de dos años en la adaptación al formato de serie televisiva.

P- ¿Cómo fue ver plasmada tu obra en la pantalla?

R– Fue muy fuerte. Vi todos los capítulos pero a fines del año pasado, algunos todavía sin tener la posproducción. Para mí es muy impresionante, el primer día que vas a rodaje entrás y hay como 90 personas trabajando y las escuchás hablando, apropiándose de esos personajes que ya escapan a mí de alguna manera. Más allá de que estuve involucrado en el tema guión, pero ese guion también se entrega para que pase a otra fase. Como guionista he tenido la experiencia de poder ver plasmado en pantalla lo que escribí, pero esto fue como algo muy movilizante.

Parte del elenco y del equipo de producción de “El jardín de bronce”.

P- Cuando te sentaste a escribir la novela, ¿influyó algo esa parte de guionista?

R- Totalmente. Porque como era una primera novela y tenía muchísimo miedo, hice como una especie de tratamiento. Eso lo hace uno con un largometraje, y yo lo apliqué en el libro. Ahí puse todos los momentos dramáticos en 25 carillas, y esa fue la base como para empezar a escribir. Por lo tanto, el hacer del guionista lo pude aplicar ahí. Después sí, cuando me tuve que meter en el terreno de qué era lo literario y lo que no, tomé algunas decisiones con respecto a la escritura que seguiré puliendo en una siguiente novela. Es como que de alguna manera empezaba a descubrir cuál era mi voz literaria y qué estilo tengo -si lo tengo, que no lo sé-. Me sirvió y fue esencial la base metodológica del trabajo de guionista.

P- ¿Hubo algún caso policial en especial o un disparador que te haya inspirado para escribir la novela?

R- No hubo un caso en particular en el momento que la pensé. Sí el disparador tiene que ver con una situación muy común del miedo paterno de perder al hijo en un determinado momento, pero que en este caso la pérdida de esta hija se sostiene en el tiempo. Da como lugar a una especie de pesadilla sostenida. Por supuesto que al momento de escribir y desarrollar eso tenía en mente algunos casos -que siempre los hay-, como lo fue el de la familia Pomar. Pero no pensé uno específico de desaparición. Sí lo que pensaba era lo dramático de la falta de certeza, porque por ejemplo en un crimen hay un cuerpo, la persona asesinada. En la desaparición hay un suspensoinsoportable, y eso era muy fuerte para mí.

P- ¿En el traspaso al guion hubo algo que tuviste que sacrificar?

R- La verdad es que no. Yo lo llamé a Marcos (Osorio Vidal, coguionista) porque sabía que él no se iba a casar con la novela para adaptarla. Una novela se traslada a guion y ya deja de ser novela, se tiene que transformar en un buen guion. Lo que se tenga que sacrificar, no es sacrificio, es la transformación necesaria para que se convierta en algo bueno. Me salí de ese lugar de autor que no quiere que le toquen la obra.


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