La peña: El accidente, el vino y el bar del tío Gordo

Columna semanal

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El bar del tío Gordo no era para cualquiera, pero todos sabíamos que trabajar ahí dejaba buenas propinas. Es que apenas iniciadas las vacaciones había que buscar la forma de hacer algo de dinero para diversiones mínimas y ese era un camino que exigía temple, pero que daba buenos dividendos.
El bar del tío Gordo estaba pegado a mi casa. Era cuestión de salir de una puerta y entrar a la otra. De un lado estaban las pocas golosinas. Del otro los vicios, como lo llamaban. Cigarrillos y petacas de ginebra, anís y cognac. No faltaban las botellas de caña de la marca del caballo.
Podíamos ayudarle al tío Gordo en todos los rubros, pero no en los de los vicios. Ese era el acuerdo.
Pero la necesidad tiene cara de hereje. Un día el tío Gordo se cayó de su moto y se raspó hasta las pestañas. Para colmo su vida le había dejado demasiados dolores. Caminaba con dificultad antes del accidente, imagínense después. Lo cierto es que lo internaron y después le dieron reposo en su casa por una semana.
Desde la caída hasta el alta en el hospital, el quiosco estuvo cerrado para todo. Es decir ni las habituales provisiones ni el bar que casi oculto funcionaba en la parte trasera. No era ilegal, pero no estaba a la vista. El comisario, el intendente y a veces el gerente del banco pasaban a tomar.
Cuando el tío volvió a su casa me mandó a llamar. Me preguntó si me animaba a abrir el quiosco y atenderlo, sólo en la parte familiar, porque necesitaba dinero para los remedios y tantos días parado serían un problema. Con un accidentado en el medio, volví a casa, le dije a mi padre cuál era la razón y me dio el permiso para la tarea.
La cosa iba bastante bien. Pero fue mejor aún cuando me pidieron vender el vino en vaso. Dije que sí porque sabía que ahí estaba el mayor ingreso del tío Gordo, que en realidad no era mi tío, era el tío de mi primo. Y les conté sobre el accidente. Un poco por gusto, otro poco por solidaridad, el vino voló esos días, no quedó ni una sola damajuana.

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