La peña: Que nada altere la magia y menos esta noche
Datos
- Si pudiera pedir algo fantástico en la noche de Navidad, pediría que no se pierda la magia, que las ilusiones se mantengan intactas, que el secreto siga siendo secreto aunque muchos se empeñen en romperlo.
- Es que, por más chiquito que fuera, era fantástico despertar el 25 y encontrar al lado de la cama el regalo de Papá Noel. También lo era la previa, dormir siesta el 24 para aguantar lo que fuera posible y tratar de descubrir a Papá Noel en plena entrega de regalos. Era maravilloso juntar el césped de los vecinos y el agua para los camellos.
- Me resisto a que la modernidad, la tecnología o cómo se llame se lleven por delante las ilusiones, los sueños y ese instante o día de magia.
- Y salir al día siguiente a presumir con el regalo, a mostrarlo a todos hasta que aparecía alguno con un regalo mejor y empezábamos a esconderlo con timidez.
- Que la modernidad, los teléfonos que caminan y los autos que hablan, los televisores curvos y todo eso no se lleven por delante los regalos modestos que conmueven, los que se graban por siempre en el corazón. Porque esos regalos no se comparan, se guardan y se añoran.
- La modernidad no debería poder con los afectos, y los regalos de Navidad son eso justamente, una enorme muestra de afecto, y el tamaño del regalo o el costo no sirven para dimensionar.
- Aquellos juguetes de madera que mi padre hacía por meses a escondidas y que reemplazaban el rol de Papá Noel eran el resultado del amor, y aunque en un momento uno prefería el color del plástico, el tiempo puso las cosas en su lugar y nos hizo entender que en esos juguetes de madera estaba su sentimiento, sus afectos, su impotencia también porque la opción surgía cuando en los bolsillos no había respuestas. Qué daría por recuperar aquellos juguetes, qué daría por tenerlos de nuevo, porque en ellos estaban las ilusiones y las respuestas intactas. Que la magia no deje de ser y menos esta noche.
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