DUEÑAS

La escritora española visitó Bariloche en el marco del Ciclo Planeta. La última de sus novelas fue nexo para el contacto con el público en Llao Llao. Con “Río Negro” habló sobre los personajes que crea y los ambientes que refleja en sus libros.

María Dueñas en geografía barilochense

Bariloche es un nombre mítico pero nunca había tenido la oportunidad de venir hasta ahora. En estos días que llevo en la Argentina, todo el mundo me dice: qué suerte, te va a encantar, es impresionante. Y es cierto, desde que aterrizamos, respirar el aire tan fresco tan limpio. Después, todo el camino recorriendo el lago y llegar aquí, es maravilloso para el ojo, para el alma. Tremendamente inspirador, me imagino tener el lujo de escribir una novela aquí”.

La consideración de la doctora en filología, docente y escritora española María Dueñas es compartida durante una entrevista previa a la presentación de su última novela, “La Templanza”, en acogedor y emblemático ambiente: el Llao Llao Hotel & Resort y su entorno natural.

“No me extrañaría que resultara mencionado en alguna obra, suelo escribir sobre escenarios que me llaman la atención, por los que siento una seducción, un afecto y aprecio especial”, insinuó.

Con vista al paisaje que rodea la histórica construcción ideada por el arquitecto Alejandro Bustillo, la charla transcurre en torno de personajes, que creados con verosimilitud en letras, acuden al encuentro a través de la palabra oral.

Protagonistas de tramas ubicuas, capaces de trasladar hacia ambientes ficticios anclados en referencias geográficas, históricas, ambientales y sentimentales, generan retribuciones como la de Samanta. Una joven trabajadora en el hotel que no logró ocultar su emoción al reparar en la firma de la huésped para quien habían sido solicitadas tres botellas con agua.

La descripción del ambiente en sus novelas “es importante. Con mucho gusto pero también dedicando esfuerzo y tiempo porque es fundamental para plasmar el contexto histórico creando atmósferas a través de documentación. Por ejemplo, ‘La Templanza ‘transcurre durante la segunda mitad del siglo XIX, sin electricidad, sin agua corriente, con relaciones sociales y vestimentas muy distintas. Me interesa que los lectores, además de saber cuáles son los escenarios, se vean envueltos por ambientes, si encienden una vela o se oye el crujido de las faldas al sentarse una señora” intentando alcanzar “el objetivo de cualquier escritor: cautivar, que el lector se evada de su día a día, y se sumerja en la realidad paralela a través de una narración ágil, absorbente, que atraiga y que resulte magnética”.

Es lo que Dueñas ejercita desde “El tiempo entre costuras” (2009), libro que logró abrirse paso en el mundo editorial con modestos tres mil ejemplares que los requerimientos alzaron a millones -junto con “Misión olvido” (2012)-, traducciones a más de treinta lenguas y una versión en serie televisiva con la que “quedé muy contenta porque lo fundamental era que el espíritu, el alma, la esencia del libro no se viera trastocado. Que los lectores no sintieran que les estábamos defraudando. Y en ese sentido fue una producción de gran calidad”, valoró.

Doctora en Filología Inglesa, docente durante dos décadas, “soy la primera que no encuentra lógica” a semejante repercusión. “Empezaba a vislumbrarse la crisis en España”, el de “El tiempo…” fue un lanzamiento promocional sencillo, era desconocida en el ambiente y no tenía más que aportar que un libro arriba de alguna mesa. Lo que con la editorial pusimos desde el principio fue mucha ilusión, trabajo, ganas. Cuando empezó a llegar a manos de lectores, fueron ellos los que iniciaron una bola de nieve que echó a rodar y creció con comentarios de boca a oreja”.

Cuando salió al mercado, iba “absolutamente contra corriente” al triunfo del “género negro o nórdico” imperante entonces.

“La moda eran los asesinatos múltiples, todo muy sangriento, oscuro, tortuoso. Pero resultó positivo porque a no todo el mundo le resultaba grato”, consideró.

Templanza

La presentación local del sábado pasado fue en el marco de los veinte años del Ciclo Planeta, que propicia el contacto directo con autores. Los personajes de “La Templanza” (2015) retoman protagonismo en voz de su creadora.

Esta vez encabezados por Mauro Larrea, todo “un reto” después de haber profundizado en personajes femeninos en la primera novela y esbozado dos secundarios muy potentes en la segunda. Que a “los lectores les resultaran convincentes, con entidad propia, me dio cierta seguridad para arrojarme a la aventura de que el protagonista único fuera un hombre. Un hombre del siglo XIX perteneciente a dos mundos en un momento cambiante de su vida. Y lo asumí como desafío.

“Reconozco que me resultó menos complejo de lo que creí. Vestirlo y ponerle movimiento es fácil pero meterte en su sensibilidad, sus emociones, su comportamiento no verbal, puede ser un poco más complicado. La verdad, se portó bien, me lo puso fácil”, considera.

El diálogo con una segunda voz es “un recurso que utilizo como evocación de los consejos de su amigo, de su apoderado (Elías Andrade) a quien deja atrás en México cuando emprende la marcha hacia un destino totalmente inesperado, y que es voz de su conciencia. Es quien intenta poner freno a la impulsividad reclamando templanza, calma, no tomar decisiones precipitadamente”.

Sin embargo, “dos mujeres alteran su rumbo, trastornan su destino radicalmente. Una, manipulando maquinadoramente, egoístamente, y la otra seduciéndolo inconscientemente casi, como sin voluntad de hacerlo. Dos mujeres aparentemente muy distintas, de mundos, continentes, sociedades y pasados disímiles con sus maneras de plantearse la vida y las coyunturas del presente. En el fondo, mujeres peleando por su sobrevivencia y por no verse aplastadas y víctimas de las circunstancias”.

La manifiesta evolución hacia la creación de entrañables personajes que disputan protagonismo entre lectores continúa en la elaboración de una cuarta trama en pleno desarrollo.

“Puedo contar que el foco está repartido entre tres personajes. Vamos a ver qué sale, estoy intentándolo”, anticipa.

Familiaridad

“Mi abuelo paterno, Julián Dueñas, trabajó en la administración de una empresa minera francesa. En la casa de mis padres había muchos libros, imágenes, fotografías” sobre la actividad. “Es sólo casualidad, pero la patrona de los mineros es Santa Bárbara y es el nombre de mi hija. No se lo puse por eso exactamente, pero tenemos esa pequeña vinculación.

“Nací y crecí en La Mancha, en un pueblo grande ciudad pequeña que es Puertollano. Una zona minera, de ahí la vinculación de mi abuelo con las minas de carbón. Somos una familia grande de ocho hermanos, soy la mayor. Mi madre, Ana, fue maestra, murió hace tres años. Mi padre, Pablo, es economista y todavía vive por fortuna.

“Fui a estudiar en la universidad a Madrid y a partir de ahí a Estados Unidos.

“Ahora resido en Cartagena (Murcia), toda mi familia sigue en Madrid. Mis hijos, Bárbara y Jaime, son estudiantes universitarios”.

La recepción en la Argentina “es fabulosa. Estoy absolutamente feliz. Siento cosas que me son relativamente familiares y me generan afecto”, valora quien decidió expresarse a través de la escritura mientras ejercía la docencia.

“Mi vida era las aulas, los despachos, las bibliotecas, la investigación académica. Nada que ver con la ficción en absoluto. Hasta que, en apetencia por hacer algo distinto que no reemplazara por completo a lo que me había dedicado, encaré “El tiempo entre costuras”.

Durante un año “aguanté esa doble vida, llevar la promoción del libro por un lado y la vida de la universidad por otro. Era complicado y decidí probar suerte en este nuevo ámbito”.

Debut y éxito

Datos

3.000
libros fueron los que se editaron en un principio de “El tiempo entre costuras” (2009), libro que vendió más de cinco millones de ejemplares. Tal fue el éxito que se adaptó a la televisión como una serie.

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