“Los siete magníficos”: La infalible ley del revólver

Los Siete Samuráis (Shichinin no samurai, 1954), escrita y dirigida por Akira Kurosawa, contaba cómo unos campesinos del Japón del siglo XVI reciben la ayuda de este grupito de guerreros para defenderse de unos bandidos que los atacan periódicamente. Este largometraje fue ganador de varios premios internacionales, es considerado uno de los mejores y más influyentes filmes de la historia y uno de los pocos que, durante esos años, logró traspasar las fronteras y ganar fama y popularidad en occidente. Tanto es así que el gran director John Sturges realizó una remake titulada Los Siete Magníficos (The Magnificent Seven, 1960). Acá se trataba de un pueblito mexicano asediado por una banda de forajidos cuyos habitantes deciden contratar a siete pistoleros para que los defiendan. Esta versión es la más recordada por estos pagos y, probablemente, la que más gente vio. Tenía un gran elenco de actores (Yul Brynner, Steve McQueen, Charles Bronson, James Coburn, Robert Vaughn y Eli Wallach, entre otros) y, sin dudas, inspiró a los westerns que vinieron más tarde. Más de 50 años después -eso si no contamos a Bichos: Una Aventura en Miniatura (A Bug’s Life, 1998)- nos llega esta remake de Antoine Fuqua que intenta rescatar el sentido clásico, el glamour y el encanto de un género que nunca pasa de moda como el western.

Bartholomew Bogue (Peter Sarsgaard) es el dueño de una compañía minera que ha encontrado oro en el pueblo de Rose Creek. Bogue no tiene muchos escrúpulos ni se anda con rodeos, así que para quedarse con las tierras de los pobladores les ofrece -poco- dinero para comprarlas. Y si se niegan, bueno, los asesina para que sepan a qué atenerse. Emma Cullen (Haley Bennett), recientemente viuda gracias al empresario, decide contratar al cazarrecompensas Sam Chisolm (Denzel Washington) en nombre de todos los habitantes de Rose Creek para que los defienda. Chisolm acepta, más que por la paga por motivos personales y se encarga de reclutar a un variopinto grupo de personajes para que lo ayuden: Josh Farraday (Chris Pratt), un jugador empedernido; Goodnight Robicheaux (Ethan Hawke), un excelente tirador; Jack Horne (Vincent D’Onofrio), un sabueso; Billy Rocks (Byung-Hun Lee), un asesino; Vásquez (Manuel García Rulfo), un bandido y Red Harvest (Martin Sensmeier), un guerrero indígena. A medida que comienzan a preparar a la población para la violenta confrontación que se aproxima, estos siete mercenarios se encuentran a sí mismos peleando por algo más que sólo el dinero.

Este largometraje es bastante entretenido, algo clásico -Fuqua no comete el pecado de “modernizar” las peleas- y tiene algunas actuaciones destacables (Washington, Hawke, D’Onofrio, Bennett, Sarsgaard). Pero tiene una mala construcción de personajes, los lazos fuertes que muestra entre algunos de ellos no son creíbles, algunos no sabemos qué los lleva a hacer lo que hacen y las motivaciones personales con las que pasan a erigirse como santos no quedan muy claras. Es que este film presenta el mismo problema que la casi totalidad de las remakes: se vanagloria diciendo que nada tiene que ver con la original, pero en algún punto del relato juega con que el espectador entiende cómo se desarrolla la trama porque vio la primera. Piensen o revean las nuevas versiones de otros largometrajes y van a notar este sutil detalle.

Esta película es entonces un conglomerado de buenas intenciones, mal llevada a cabo pero entretenida. Magnífico no hay ninguno, a lo sumo tres maravillosos, dos presentables y dos joya nunca taxi. Y en los tiempos que corren, con eso tal vez zafen.

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