Néstor Frenkel pone su cámara en el otro lado del mundo de los premios

“Los ganadores” es el documental de este singular cineasta, que bucea en la trastienda de premios ignotos para hablar de nuestra obsesión por ser reconocidos.

Mirada propia, humor y respeto para sumergirse en un mundo singular que, a su vez, funciona como un reflejo de todos los mundos. Por ahí va “Los ganadores”, el nuevo documental de Néstor Frenkel (Buenos Aires, 1967), que invita a reflexionar sobre temas universales. El director de “Buscando a Reynols” y “Construcción de una ciudad” esta vez bucea en la trastienda de unos premios amateurs a artistas y comunicadores, quienes se organizan para celebrarse a sí mismos.

“Lo que quise mostrar fue este mundo medio desconocido y autónomo que funciona con sus propias reglas. Un montón de gente se reúne y hay como una red que se provee felicidad mutuamente. Esto es la primer capa. Pero los temas que aparecen tal vez interpelan a alguien que no pertenece a ese mundo para pensar en el éxito, la felicidad y la necesidad de reconocimiento y afecto. Ahí entramos todos”, dice Frenkel en una entrevista con “Río Negro”.

El cineasta hizo hace unos años “Amateur” (2011), un gran documental sobre Jorge Mario. De este hombre lo que más le llamó la atención fue que entre todo lo que coleccionaba también había premios. Esa fue la puerta de entrada para descubrir un mundo de premios que desconocía y que estaba conformado por una suerte de comunidad que se extendía silenciosamente por todo el país. Sin grandes fiestas, ni luces, ni recursos, pero persiguiendo los mismos deseos que anida cualquier premio: reconocimiento, validación y construcción de prestigio.

“Al observar los hilos que sostienen estas endebles estructuras, uno no puede dejar de preguntarse cuánto de inocencia y autoengaño, cuánto de egocentrismo y cinismo hay en cada uno de los que participan de estas ceremonias. Pero la propuesta de este documental consiste en acercarse a este mundo de fantasía donde la realidad se mezcla con la ficción. Un mundo construido entre todos ‘Los ganadores’, en muda complicidad, para intentar ser un poco más felices, al menos por un rato”, dice Frenkel, que también dirigió “El gran simulador” y “El mercado”.

P- Al ingresar al mundo de los premios, ¿te fuiste sorprendiendo?

R- Sí, la verdad que no lo conocía mucho. Fue bastante lúdico. Me pareció que ahí había un mundo interesante y poderoso en donde resonaban temas que tenían que ver con todos pero no sabía muy bien lo que buscaba ni con qué me iba a encontrar. Quizás fue el menos planificado de mis trabajo, enseguida confié en esta primera impresión. Apenas empecé a transitarlo entendí que era un mundo especial y bastante grande, extendido por todo el país, más de lo que uno se podría imaginar, pero a la vez invisible. También se celebra el éxito o la fama como algo muy puertas adentro, eso lo vuelve muy particular e interesante para observar.

P- Queda a la vista el deseo de ganar, aunque no se sabe muy bien qué, por qué, ni a quién, ¿no?

R- Sí, es más que nada como el hecho de estar y participar, llevarse un premio. En general no hay un rigor muy estricto sino más bien la alegría de participar y de llevarse la estatuilla como un souvenir. Después viene la foto también, y luego los likes en redes sociales. Es como el premio sobre el premio sobre el premio. Como formas de provocarse felicidad.

P- Una búsqueda permanente de reconocimiento.

R- Sí, pero pasa en todos los estrados. Hasta los deportistas de élite que son multimillonarios y ganaron decenas de premios no pueden parar por esa adrenalina que les provoca la competencia o la idea de levantar un premio y hablar por un micrófono, agradecer y sentirse los ganadores. Es como una pulsión humana. En un lugar un poco más complejo y cínico o planificado está la construcción del prestigio. Cuando una entidad es más humilde se le notan más los hilos a la marioneta y entonces uno ve más la marioneta. Pero no hay una diferencia tajante en que hay otros premios que no sean un invento. No hay unos que sean verdaderos y otros falsos: todos son un invento. Algunos más sofisticados o producidos, con negocios más grandes, pero no dejan de ser un juego.

P- A medida que entrabas en el ambiente parecía que ya no les gustaba tanto, ¿no?

R- Sí, me pasó un poco con todos. De entrada fui recibiendo entusiasmo, una alegría fuerte, porque también lo sentían como un premio, ¿no? La cámara, el micrófono, la luz… Pero a la vez cierta cosa reactiva a la hora de profundizar. Como que no entendían qué más quería saber, como si hubiera algo de lo que mejor no hay que hablar. Quizás se sentían demasiado observados o se preguntaban por qué les prestaba tanta atención. Algo de eso pasaba todo el tiempo y lo usé. La película se trata también un poco de eso. Todos los documentales tienen que ver con la relación del que es filmado y el hecho de ser filmado, cómo lidian con esa situación. En este caso aparece la tensión.

P- Como cuando uno de los protagonistas mira de reojo a la cámara.

R- Sí, se sabe observado. Hay un pacto previo de que yo voy a filmar y ellos sabían que yo estaba filmando. No se logró una amistad. Fue una película hecha desde cierta distancia, de mucho respeto y acuerdos claros. Pero sí había cierta tensión, no conmigo sino con la cámara.

P- ¿Hay un límite delgado entre el humor y el riesgo de que sea interpretado como burla?

R- Claro que sí, el riesgo de que sea interpretado como burla yo lo corro. Sé que trabajo en una zona de peligro, digamos, para cierta mirada. Pero no siento que esté en peligro el trabajo que hago. Trato de compartir mi mirada y de verme a mí ahí. Nunca me estoy riendo ni burlando del otro. Antes que nada me río de mí y del mundo. Hay gente que es afín a ese tipo de mirada y se puede reír conmigo. Lo ridículo sería pensarme que estoy afuera de la película mirando a otros y que me río de otros porque me siento distinto. Me río de eso porque me río de mí y porque en este mundo me veo a mí. Veo lo mismo que en otros mundos más cercanos, con otro color o forma, pero los temas y lo que sucede es lo mismo. En cualquier festival de cine se construye prestigio y se mueven influencias, se busca ganar o resaltar. Estoy hablando con vos porque me estás haciendo una nota y es todo parte de lo mismo: necesitamos afecto, reconocimiento, palmadas. No me escapo, me miro en ese mundo. Es un viaje de autoconocimiento, me hago preguntas sobre mí y sobre la vida.

P- ¿Los protagonistas cómo suelen reaccionar?

R- Ya hice varios documentales y siempre pasa que el que se ve a sí mismo ve algo muy distinto a lo que uno ve. Tiene que ver con la propia percepción de sí mismo y la imaginación de qué es una película. Son dos variables con las cuales no tengo ningún tipo de control. Hay gente que a veces se sorprende y eso la coloca en un lugar más incómodo o no. Mi experiencia es que a la larga todo el mundo termina agradeciendo la experiencia, que termina siendo de crecimiento. Pero bueno, es difícil, hay casos de grande hombres que han mandado a hacer retratos a un gran pintor y una vez visto lo han mandado a quemar porque no se podían ver a través de los ojos de otro.

“Los temas que aparecen tal vez interpelan a alguien que no pertenece a ese mundo para pensar en el éxito, la felicidad y la necesidad de reconocimiento y afecto. Ahí entramos todos”, asume Frenkel.

“Lo ridículo sería pensarme afuera de la película mirando a otros. Me río de eso porque me río de mí y porque en este mundo me veo a mí”

cuenta Néstor Frenkel, sobre la intención del filme “Los ganadores” .

“No hay premios que sean verdaderos y otros falsos: todos son un invento. Algunos son más sofisticados o producidos, con negocios más grandes, pero no dejan de ser un juego”.

Néstor Frenkel

Filmografía

“Plata segura” (mediometraje) (2001).

“Buscando a Reynols” (2004).

“Construcción de una ciudad” (2007).

“Amateur” (2011).

“El gran simulador” (2013).

“El mercado” (2014).

Datos

“Lo ridículo sería pensarme afuera de la película mirando a otros. Me río de eso porque me río de mí y porque en este mundo me veo a mí”
“No hay premios que sean verdaderos y otros falsos: todos son un invento. Algunos son más sofisticados o producidos, con negocios más grandes, pero no dejan de ser un juego”.

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