Oscar Giunta, cuando la música crece y se eleva

El baterista, uno de los artistas más renombrados del jazz argentino, vuelve a Neuquén con Oscar Giunta Supertrío!. Dará un recital y también una clínica en la Escuela de Música.

Mendocino de San José, Guaymallén (enero del 76), porteño por adopción, maestro de bateristas, estimulado por los ensayos de músicos y actores que habían en su casa, comenzó a tocar batería con apenas dos años. Oscar Giunta es hoy uno de los artistas más renombrados y de mayor prestigio en el ámbito jazzero y de la música popular. Desde su debut profesional a los siete en Canal 11 de Buenos Aires, recorrió un camino que lo transformó en referente.

En noviembre del 2005, con Trío de Tango, junto a Néstor Marconi en bandoneón y el violinista Rafael Gintoli, tocó en el Aula Magna de la Universidad Nacional del Comahue, a la que ahora retorna el jueves próximo a las 21:30 con su Oscar Giunta Supertrío!, proyecto que lidera y en el que lo acompañan el pianista Hernán Jacinto y Arturo Puertas en contrabajo. El viernes 9, los tres dictarán clínicas en la Escuela Superior de Música del Neuquén, a las 19, y para inscribirse hay que llamar al 299-457-8953 o al 408-9723.

P- Hace poco entrevisté para “Río Negro” al bajista camerunés Richard Bona y me contó que veía colores cuando tocaba: “La música en mí y en mi mente, me muestra un arcoiris”, textual. En una nota de enero, dijiste, refiriéndote a tus estudios de niño, que los alternabas con fantasías, con los colores que veías al tocar y oír música…

R- Recuerdo. Es algo bastante más frecuente de lo que parece. No es místico el asunto. Esto mismo lo puede experimentar un oyente. Puede ser por una cuestión visual o de tacto. De hecho, hay gente que entra como en un trance también, escuchando un concierto. Todo es válido. Son cuestiones relacionadas con la biología del ser humano, creo. Y la música es un estímulo sensorial a muchos niveles para quien la ejecuta y quien disfruta oyéndola. Sí, es más común de lo que se cree, pero ocurre que no hay mucha música en los medios masivos comunes, donde ese tipo de estímulos se trabajen. El humano, con el correr de la historia, ha ido achicando su brecha de percepción y estamos usando cada vez menos nuestro cerebro. Mirá, te pongo un ejemplo muy simple… Podés acordarte de tu infancia, los teléfonos fijos de tus abuelos, de la escuela, de un amigo; hoy con el celular, que agenda al toque un número, ¿cuántos recordás de gente que conozcas?

P- El mío y el de mi casa.

R- ¿Entendés? Bueno, es una muestra de cuánto se van atrofiando de alguna forma, nuestros sentidos, la capacidad de memoria, de percibir, de reaccionar. Se ha avanzado en tecnología, en inteligencia ficticia o artificial, pero no en nuestro propio potencial cerebral, intelectual. Creo que estamos bastante pasos atrás que hace quinientos años, por caso. Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, eran no solo creadores de tecnología, sino además músicos, artistas plásticos. Ellos, como Mozart son casos notables, parte de una época en que todas esas cuestiones estaban mucho más presentes, con estímulos más directos. Con más incentivos al no haber tanta incidencia externa, tanto bombardeo. Habría que ver hasta qué punto, todo eso que llamamos adelanto tecnológico, es tal. Hay que analizarlo como una realidad paralela.

P- Tocaste con Wayne Shorter. Otra realidad paralela de comunicación solo por el vínculo musical, una comunión de seres en función de la emoción que la música genera.

R- Ese concierto con Wayne y con Patitucci (bajo) y Danilo Pérez (piano), para mi vida, fue una de las experiencias que más cabalmente me mostraron eso que estábamos tratando de la percepción y de la emoción. De lo humanamente posible… De reaccionar al impulso instantáneo. Fue una ocasión inolvidable más allá de la música, incluso, lo que me pasó. A mí y al público, al resto de los músicos, compartiendo en tiempo real algo que se estaba gestando en aquel mismo momento.

No hubo ensayo previo, yo no conocía los temas, fue una experiencia de emergencia verdadera. Tuve que parar las antenas y ponerme como un radar vigía constante y tratar de reaccionar a estímulos de los cuales ignoraba por completo qué iba a pasar. Fue como tirarme a un mar totalmente desconocido y bucear sin saber qué iba a encontrar. Y en una situación de las más fuertes que me tocaron vivir y por demás expuesta. Un teatro Gran Rex lleno, con amantes de esa música y estas leyendas del jazz, sobre todo Shorter que es una especie de biblia viviente del género.

P- Estuviste ahí por mérito propio, no por un manejo publicitario, económico, de discográfica…

R- Esos son los pequeños-grandes orgullos que tengo. Es cierto, hay gente que llega a ese tipo de eventos por contactos de mánager o presiones empresariales. Fue, ni más ni menos, porque yo había tocado mucho tiempo antes en trío con Pérez, pianista del cuarteto de Shorter, y cuando les surgió la emergencia (la nube de cenizas del Puyehue hizo que el avión que traía a la baterista Terry Lyne Carrington aterrizara en Santiago de Chile), Danilo me tuvo en cuenta después de casi catorce años sin vernos. Me contactó y ahí estuve. Yo, justo el día anterior, había vuelto de Córdoba. Fue una noche increíble. Estuvo buenísima.

P- Conjunción producto de una historia.

R- Yo sabía que Wayne era un tipo sumamente místico, espiritual y cuando lo tuve al lado, pudimos hablar un poco y me di cuenta que eso era mucho más que un enunciado de márketing. Es real. Me hizo un par de comentarios fuertes y bellos, digamos. En uno, durante el saludo antes de los bises, se me acercó y al oído me dijo: Yo te conozco. I know you man… O sea, sé lo que te pasa, con una mirada como si me estuviera leyendo el alma. Inolvidable.

P- En nuestro país, has tocado con históricos y de tu generación como Javi Malosetti, Lucho Salinas, también geniales en sus instrumentos. Juntadas que, como acabás de precisar, no te dejan igual.

R- Sí. Cada uno en su respectivo momento, representó una experiencia enriquecedora y de crecimiento, de compartir mucha música con artistas de esa categoría. Hay mucha gente que mide lo nacional y lo internacional, en cuanto a nivel de ejecutante, para decir que en la Argentina no existen músicos así… No hay que confundir imperios económicos y culturales, con niveles artísticos reales. Existen emporios de medios que intentan fomentar la idea de que los grandes genios en cualquier especialidad, nacen todos en los Estados Unidos, o hacen alguna concesión con Europa o Rusia… Las cuestiones culturales y políticas tiñen a los formadores de opinión. En la Argentina hay una cantidad maravillosa de músicos, con calidad para tocar en cualquier parte del planeta y con quien sea. Adolecemos por estos pagos, de políticas de Estado que de verdad exporten nuestra cultura al mundo.

P- El jueves volvés al Aula Magna de la UNCo, liderando el Supertrío. ¿Cómo manejás ese liderazgo?

R- Es difícil verme, pero y tratando de ser objetivo, creo que siempre priorizo mi idea de que en un grupo la música se formula entre todos y mientras más pueda estimular el costado individual de cada uno de los integrantes, lo musical crece y se eleva. Parto de la base de elegir a mis compañeros porque valoro sus cualidades artísticas y musicales, y sé cuánto pueden dar para que lo que propongo, funcione. Con esa premisa, que ellos se sientan libres y puedan dar lo mejor de sí. Desde ese lugar, también se ponen la camiseta, tocan con el alma.

Giunta Supertrío! tocará el jueves 8 a las 21:30 en Aula Magna de la Universidad Nacional del Comahue, de Neuquén.

Datos

Giunta Supertrío! tocará el jueves 8 a las 21:30 en Aula Magna de la Universidad Nacional del Comahue, de Neuquén.

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