Palimpsestos: Comienzos

Columna semanal

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Todo comienzo literario supone abrir la ventana a un mundo de posibilidades por donde se desmembrará la historia. Hay algunos que tienen la suerte de quedar en la memoria de la gente, hay otros que resumen en el inicio todo lo por venir; de estos últimos te dejo algunas citas.
“Al final ella muere y él se queda solo, aunque en realidad se había quedado solo varios años antes de la muerte de ella, de Emilia. Pongamos que ella se llama o se llamaba Emilia y que él se llama, se llamaba y se sigue llamando Julio. Julio y Emilia. Al final Emilia muere y Julio no muere. El resto es literatura”. Este poderoso comienzo, uno de los más célebres de los últimos tiempos corresponde a “Bonsai”, la primera novela del chileno Alejandro Zambra. En ese inicio está toda la historia, sus protagonistas y la relación que une a ambos con sus dos aristas, la amorosa y la literaria. Bien mirado este fragmento podría considerarse un microrrelato perfecto. Una especie de núcleo concentrado que los lectores irán desmadejando mientras recorren sus páginas.
“Sabía que iba a pasar, lo supo en cuanto la vio. Hacía muchos años que no volvía al Chaco y en medio de tantas emociones por los reencuentros, Araceli fue un deslumbramiento. Tenía el pelo negro, largo, grueso, y un flequillo altivo que enmarcaba perfectamente su cara delgada, modiglianesca, en la que resaltaban sus ojos oscurísimos, brillantes, de mirada lánguida pero astuta”. Ya está, en esa descripción podemos intuir la pérdida de Ramiro, el protagonista, de “Luna caliente”, la novela de Mempo Giardinelli. En esas líneas están implícitas la lujuria y la violencia que arrastrarán a Ramiro por una pesadilla obsesiva y delirante.
“Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia”. Seco, contundente, introito necesario para un mundo terrible y alucinante. Así comienza “La vorágine”, la clásica novela de José Eustasio Rivera que explora el mundo de los caucheros en la selva colombiana primero desde la inocencia de Arturo Cova y luego desde la madurez de quien ha pasado y ha visto la crueldad del hombre contra sus semejantes.

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