Pipi Piazzolla y Elena Roger en la región: entrevista con “Río Negro”

En su encuentro con “Río Negro”, el baterista cuenta sus orígenes músicales, cómo es interpretar la música de Ástor y de qué se trata la agrupación que formó.

Escalandrum:

pasado y presente

Escalandrum está conformado por Damián Fogiel en saxo tenor, el pianista y arreglador Nicolás Guerschberg, Gustavo Musso en saxos alto y soprano, el contrabajista Mariano Sívori, Martín Pantyrer en saxo barítono y clarinete bajo y Piazzolla en batería. Apareció en marzo de 1999, fue distinguido en 2005 por Fundación Konex entre las 100 figuras más destacadas del decenio en Música Popular Argentina, y luego con el Konex de Platino 2015 Mejor Grupo de Jazz de la Década. Lleva dieciséis años de trayectoria con su formación original y más de veinte países recorridos.

“Hace rato que Elena (Roger) tenía ganas de cantar Piazzolla, pero no lo quería hacer con una formación tradicional”,

cuenta Daniel sobre la presencia de la cantante.

Pipi Piazzolla y Elena Roger en la región: entrevista con “Río Negro”

Nacido en Buenos Aires, Daniel Pipi Piazzolla, nieto de Astor, estudió con numerosos maestros de la batería y también en el Musicians Institute de Los Ángeles graduándose con honores. Tocó con Paquito D´Rivera, Ute Lemper, Hugo Fattoruso, Danilo Pérez, Chick Corea, Diego Urcola, Juan Cruz de Urquiza, Scott Robinson, Gary Burton, Lito Vitale, Ligia Piro, Carlos Cutaia, Raúl Lavié, José Ángel Trelles y Susana Rinaldi, entre tantísimos otros.

Daniel recibió múltiples nominaciones a los Grammys y Grammys Latinos. Ganó los premios Gardel 2004 con Carlos Cutaia, Konex 2005 y Nominación Latin Grammy 2011 con Escalandrum. En 2012, Pipi y Escalandrum, ganaron Gardel de Oro, primer grupo de jazz en lograr esa distinción.

Todos esos maestros tuvo Pipi Piazzolla, todos esos premios ganó y con todos esos músicos tocó, pero su amor por la percusión nació lejos de la academia, en el cemento de la tribuna popular del Monumental. Había practicado tocando el bombo en la barra de River y pegándole a un par de guías telefónicas, una carpeta y el piso de su casa para los agudos. “Yo estudiaba piano clásico durante mi infancia. Luego lo dejé y empecé a jugar al fútbol, a escuchar rock e ir a la cancha. Ahí vi por primera vez los tambores y comencé a hacer ritmos con todo hasta que terminé apasionado con la batería”, cuenta Piazzolla durante su encuentro con “Río Negro”.

El baterista se presentará en la región junto con Elena Roger y Escalandrum para presentar el show “#3001 Proyecto Piazzolla”, hoy a las 21:30 en el Cine Teatro Español, de Neuquén, y mañana a las 21 en el Espacio Cultural de Fundación Cultural Patagonia, en Roca.

“Yo parto de una base muy sólida que es el disco de Escalandrum, “Piazzolla plays Piazzolla” en el que manteniendo nuestra formación original de sexteto con tres vientos, contrabajo, piano y batería, sin bandoneón ni violín, interpretamos obras de mi abuelo (Astor) y por fortuna, creo, sin faltarle el respeto y sin perder la tradición de su música, hicimos algo distinto, con un poco de improvisación (jazzera), arreglos diferentes… Y digo de este modo porque no hay mejor que lo que hizo el abuelo, jamás, el tipo que inventó esa música. pero con mucho amor y dentro de otro circuito, el de jazz, más libre, más abierto. No tocamos en la milonga ni algo por el estilo”, explica Pipi Piazzolla.

El sexteto comenzó a unirse a Elena Roger cuando, en 2012, ella estaba de temporada en Broadway con “Evita”. Durante 2016 terminaron de gestar el “#3001 Proyecto Piazzolla”, que ahora visita Neuquén y Roca, y renueva la música de Astor Piazzolla sobre textos de Horacio Ferrer, Fernando Solanas, Mario Trejo, David McNeil y Geraldo Carneiro.

“Y lo de reunirnos con Elena surgió así”, continúa contando Pipi, “porque ella hacía rato que estaba con ganas de cantar Piazzolla, pero no quería hacerlo con una formación tradicional. Tuvimos la suerte de que fuera a vernos al (Jazz Club) Birdland cuando tocamos en Nueva York. Nos escuchó y nos invitó a su ‘Evita’. Allí nació muy buena onda y una vez que debía cantar en Mar del Plata y se había quedado sin banda, le consultaron si le gustaría tocar con nosotros que estábamos en el mismo evento, contestó que sí y puso la maravillosa condición de cantar temas del abuelo. Le gusta cómo los hacemos. Ahí surgió la cosa. La idea era un compacto más su voz, con lo cual tiene la frescura de algo distinto”.

P- En esta época todo estándar, que algo sea diverso, tiene un valor agregado sumamente fuerte…

R- Para lograrlo, se debe conocer su raíz. Para poder con Piazzolla hay que conocer su creación en profundidad y para tocarlo hay que aprender la raíz de tango, también. Para hacer jazz moderno, necesitás irte al principio, para saber por qué se toca así, de dónde viene, cuál es la intención, cómo son sus ritmos, las armonías, cómo esta charla de la improvisación… Una vez que se tiene la raíz de las cosas, recién allí se las puede romper, pero sin ella puede sonar un híbrido. Nosotros, cuando tocamos a mi abuelo, no es música que está escrita y nada más. No. Sentimos la vena del porteño, del tango, porque estudiamos el estilo en profundidad. Es clave para los jóvenes (Pipi tiene 44) que quieren romper con algo, conocer la tradición de lo que quieran mezclar o encarar. Es la única que va, para mí.

P- También es una tarea a largo plazo, nunca instantánea, producto de un rapto fugaz.

R- Lleva tiempo. Imaginate, yo arranqué a estudiar batería en el 86, 87, estudié piano clásico… También hay que descubrir qué te gusta. Es posible ser un excelente baterista de reggae, tocarlo y vivir de eso, pero por el 89, 90 empecé a meterme en los estilos. O sea, mi profesor me daba material y yo me compraba libros de ritmos afrocubanos, brasileros, trataba de aprender tango con los discos de mi abuelo, folclore argentino. Realmente, hay que ser curioso para después romper con lo que encares.

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P- Astor componía para que se lo pudiera interpretar con otros instrumentos… Incluso la batería que también usó en algunas de sus formaciones.

R- Sí, totalmente. Ponía los instrumentos que le gustaban. Pensá que nació y al toque se fue a vivir a Nueva York donde se hizo fanático del jazz. Hacía zapateo americano, jugaba al beisbol, tomaba clases de piano clásico y pasaba esas obras al bandoneón que tenía en su casa, que es un instrumento imposible. De chiquito todo sale, si te ponés… Con esa influencia, esa mezcla musical, es muy claro el estilo que desarrolló después y romper con el tango, pero conociendo las tradiciones, como te decía…

Y en cuanto a la batería, nació con el jazz y no iba a quedar afuera de sus concepciones. Mi abuelo fue el primero en utilizarla como si el tango tuviera un ritmo. Antes se la usaba para colorear como en la percusión clásica. Él inventó el ritmo tanguero en la batería, veía la música con –nosotros le decimos groove- ritmo, la base, batería, bajo, guitarra y piano, armando un bloque rítmico sobre el cual las músicas, las melodías viajan..

P- Tu música, la de tus grupos, no tienen el sello de muchos intérpretes de Astor que suenan a él… Has construido un sonido con identidad.

R- En Escalandrum, por ejemplo, arregla Nicolás Guerschberg, un grande que compone para orquesta sinfónica, puede hacer cualquier cosa. Componen Damián Fogiel también, Mariano Sívori, ahora yo estoy metiendo unos temas… Bueno, nosotros no somos Piazzolla, tenemos influencias distintas, escucho las veinticuatro horas del día a Miles Davis, a (Wayne) Shorter, a John Coltrane y no compongo con ritmo de jazz, sino ideas que me van surgiendo. Es cierto lo que decís, tenemos nuestra propia identidad. Lo que rescato y me gusta mucho de Escalandrum es que lo nuestro, a pesar de no ser piazzolliano, suena urbano igual. Y de acá. No sé cómo lo logramos, porque es muy difícil al hacer ese tipo de música, zafar de lo de mi abuelo. Se va dando. Yo creo que puede ser porque no están los instrumentos del tango o por el tema de la formación en sexteto con trío de vientos. Estamos muy conformes, la verdad…

P- Son cabezas con identidades particulares, más las influencias, todas unidas andando.

R- Sí, efectivamente. Siempre tratamos de hacer algo que sea nuevo, original y no repetir algo o repetirnos a nosotros mismos.

P- Tocás también con Lucio (Balduini) y su obra fruto del estudio, la investigación permanente, es también personal, creativa y diferente…

R- Bueno, será por eso que sonamos juntos. En general, todos tocamos con mucha gente, pero siempre con la misma búsqueda. Está Nicolás Sorín (hijo de Carlos, cineasta), un creativo tremendo; Cirilo Fernández (pianista y bajista), Esteban Sehinkman, Mariano Otero el hermano de Mechi, una de las mánagers de este proyecto, y de Elena Roger… A mí me gusta la música nueva y me rodeo de gente que le gusta lo mismo, y Lucio es un caso muy especial. Es impresionante lo que toca. Ya sale en todos los diarios, es una cosa de locos, (reímos).

P- Es más, tiene más prensa que vos en este momento.

R- ¡Tremendo! (Siguen las risas).

P- ¿Qué gozos te genera el mundo musical que habitás?

R- El placer de un chico que practicaba un montón de horas, imaginando que iba a pasar esto, en algún momento. Pensaba cuando me fuera de gira, después me fui dando cuenta que no era tan fácil de lograr. Con nosotros está sucediendo y el sueño es poder tocar con amigos; nos llevamos muy bien y eso hace que en las giras no extrañe tanto. Son duras cuando me voy solo. Me ha pasado de ir a tocar con grupos de Estonia, de Rusia, con Paquito D’Rivera en Nueva York y extrañaba mucho. Estaba solo en el hotel. Bueno, ahora estoy con mis hermanos y es un placer (enfatiza Pipi, la palabra) que en 1999 arrancamos con una idea y hoy prácticamente vivimos de ella, con propuestas nuevas y ensayando un montón, con proyectos a futuro… Feliz!

Para la función de hoy a las 21:30 en Cine Teatro Español de Neuquén, están agotadas. En cambio, para la de mañana a las 21 en Espacio Cultural FCP, Roca, en boletería de Rivadavia 2263.

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