Rubén Szuchmacher: “No concibo mi vida sin el arte de enseñar”

Antes de su visita, recibió a “Río Negro” en su estudio porteño para hablar de la docencia, su gran pasión: “Dar clases me constituye”, aseguró.

Desde hoy y hasta el sábado, Rubén Szuchmacher –docente teatral, actor, director, dramaturgo, traductor, regisseur, gestor en artes performáticas– estará en Roca para dar el Seminario de Puesta en Escena, dentro del ciclo Provocantes del Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA).

“Ha habido un enorme cambio en la manera en que el alumno se relaciona con el maestro, en cómo se va relacionando con su formador…” comienza diciendo Szuchmacher, en diálogo con Río Negro en su estudio del barrio de Congreso, rodeado de estanterías de piso a techo, con miles de libros, miles. “Yo fui afortunado por tener maestros muy sólidos, como Bonora en piano, López Puccio de armonía, Itelman, un ser muy importante en mi formación; digo, incluso siendo ya director seguí trabajando y estudiando con ella. Para mí era muy importante tener contacto artístico con personas que, a su vez, habían tenido formaciones con docentes muy, muy destacados”, remarca.

“Hoy, eso se ha modificado”, se lamenta. Y se explica: “El concepto de formación no está tan ubicado en un lugar de valor. Entonces, es vista por la gente de las instituciones, como una especie de tránsito hacia un título y no como forma de profundizar determinados rasgos desde los cuales hacer; que uno luego puede aprobar o rechazar, pero genera un cuerpo nuclear dentro de la educación. Algo pasó con la formación, lo mismo que con muchas cosas del orden esencial. Una especie de pérdida de relación con lo conflictivo o lo complejo, que hace al alumno, si se quiere, menos tolerante a la frustración”.

“Por eso –más ligado al área expresiva– tiende a creer que aquello que ya posee es valioso en sí, sin darse cuenta que es, en realidad, producto de una construcción social, hoy alterada por una televisión horrible y por una escuela que tiene sus problemas, etcétera. No aparece una noción de criticarse a sí mismo… En el encuentro con un maestro muy fuerte, se entra inmediatamente en crisis respecto de todo lo que se sabe y hoy, no sucede así.

P- Cuesta entrar en esa crisis que usted señala, y además vivimos, sin reconocerlo, en crisis.

R- Ni una computadora, ni esta idea yóica de creer que con lo que se tiene, alcanza. Ya se ha instalado una sociedad que cree en un mito, que el sujeto ya tiene suficiente con lo propio y lo valora. En algunos alumnos existe una suerte de defensa de la subjetividad. Me hace mucha gracia que la subjetividad está garantizada y por lo tanto no debemos discutir sobre ella. ¿Y cómo no hacerlo? Porque no hay manera de no ser uno… Por tanto, de lo que inevitablemente se va a ser, mejor no hablar. Es preferible hacerlo de aquello que uno no es, que uno no tiene, que uno podría adquirir. Todo el tiempo quieren saber de lo que ya conocen.

Es una modalidad contemporánea que hace al empobrecimiento de lo artístico, no? Se empobrece en la medida que solo depende de la subjetividad de quienes creen en una intelectualidad poco cultivada, poco elaborada. Sé que alguna gente se va a enojar con esto, pero estoy un poco cansado de ese pensamiento políticamente correcto que manifiesta que todo el mundo tiene algo para hacer, para expresar, para constituir en artístico… Y no es verdad, en el campo del arte, el trabajo sobre la materia es de una intensidad y, sobre todo, de una frustración enorme que se debe aprender a tolerar para generar una obra artística. Eso ocurre con un bailarían que debe cultivar su cuerpo al extremo de modificarlo, con un actor que tiene que trabajar mucho su voz, sus recursos, su proyección, su conocimiento, su inteligencia para componer una expresión diferente de la de sí mismo. Igual en todas las demás disciplinas.

No alcanza, para mí sería la expresión, la frase conductora para estos tiempos. ¡Hagan lo que quieran, pero sepan que no alcanza! Hay que pelarse mucho para que algo tenga jerarquía artística. Por eso también es interesante la tarea de enseñar…

P- En el IUPA, usted trabajará en Puesta en Escena… Compleja tarea sintetizar tantas experiencias reunidas y ser didáctico, entusiasmar a los alumnos, abrirles puertas, crearles interrogantes, a la hora de volcarlas…

R- (Rubén piensa unos segundos) En la docencia hay algo de la mayéutica (preguntar a una persona hasta que descubra conceptos latentes en su mente). Uno trata de que nazca el pensamiento. Cuando un alumno trae una determinada propuesta y la quiere desarrollar, es importante ayudarlo a que ella salga de sí; mostrarle más elementos de los que pudo haber pensado para que expanda su propia idea, no la mía. En general mis ideas las guardo para mí mismo. El trabajo es abrir el campo, las posibilidades de mirada, ampliar las complejidades.

Me suele pasar que algunos que cursaron conmigo en determinada época, pasan cuatro, cinco años, y me envían un correo donde me dicen: ‘finalmente entendí lo que me quisiste decir!’ Son momentos en los que siento gran felicidad… Se relaciona con ensanchar el campo de conocimiento. Creo que ahí está la libertad. Para mí es un gesto libertario. Se pierde la libertad cuando solo se piensa algo desde una única óptica, y lo que se trabaja resulta poco interesante.

P- Según avanzó en la actividad docente, ¿cómo fue cambiando el contacto con los alumnos?

R- Lo que más me llama la atención es que están cada vez más lejos de las referencias en el arte. Antes tenían más cercanía con ellas. Hace veinte o veinticinco años atrás, si a un estudiante de actuación se le hablaba sobre determinados actores, lo más probable era que los conocieran. O sobre ciertas obras de teatro. Hoy, puede haber en el mismo curso, un porcentaje que desconoce la mayoría de las cosas a las que me estoy refiriendo. El alumno se ha vuelto menos específico en lo que dice estudiar.

Entre discípulos de teatro, muchas veces he oído quien confesara no haber leído a (William) Shakespeare. Ahí me dan ganas de decirle: hasta que no leas, por lo menos ocho obras suyas, no vuelvas…

P- La enseñanza también tiene momentos de goce como el que antes recordaba cuando el conocimiento decanta en el desarrollo de un alumno. Formar es una bella tarea.

R- A mí me gusta mucho. Yo no concibo mi vida sin el acto de enseñar. Para mí, dar clases es algo que me constituye. Eso está claro. Creo que lo que mejor hago es dar una clase, porque me construye. Lo cual no significa que ignore los problemas.

“Entre discípulos de teatro, he oído quien confesara no haber leído a Shakespeare. Ahí me dan ganas de decirle ‘hasta que no lo leas, no vuelvas’”,

apunta Rubén Szuchmacher, al hablar de la formación teatral.

El seminario

El gran dramaturgo Rubén Szuchmacher dictará una actividad intensiva de tres días sobre puesta en escena en el IUPA, desde hoy hasta el sábado, abordando las temáticas: arquitectura, artes visuales y sonoras, literatura; sistema de producción articulador; dirección escénica. Hoy y mañana, de 15 a 20, y el sábado, de 13 a 18. Consultas a provocantes@iupa.edu.ar.

Aranceles: alumnos $ 250, egresados $ 300, profesores $400 y externos $ 550.

Datos

“Entre discípulos de teatro, he oído quien confesara no haber leído a Shakespeare. Ahí me dan ganas de decirle ‘hasta que no lo leas, no vuelvas’”,

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