Un “juego de damas crueles”

La obra de Tantanian se estrena el próximo fin de semana en El Arrimadero de Neuquén.

Gentileza

NEUQUÉN (AN).- Tres hermanas y un juego macabro. El padre y el hijo que descansan bajo las tablas del piso. Una búsqueda, a través de lo místico, de la contemporaneidad: las Furias griegas, el sacrificio de Isaac y un lenguaje poético y pornográfico a la vez, intentando dar respuestas a determinados temas: la identidad, el nombre del padre, los crímenes silenciados. Todo eso y mucho más se reúne en la obra de Alejandro Tantanian que Gustavo Lioy se animó a poner en escena. “Juego de damas crueles” estrenará el próximo fin de semana, con doble función: sábado y domingo, a las 21, en el teatro El Arrimadero (Misiones 234). “Son tres hermanas y el hermano más chico. El padre ha muerto y el hermano también, están los dos enterrados en el living de la casa, la madre está ausente, descansa aparentemente en una habitación, y entre las tres arman un juego, similar a lo que sería el juego de la oca donde van avanzando y retrocediendo casilleros y este juego les dispara empezar a hablar acerca del hermano y el padre que están muertos” relató Lioy a “Río Negro”, en un intento de hacer una sinopsis de la obra. “Ha habido un crimen familiar y este crimen está como oculto, entonces empiezan a desentrañar qué es lo que ha sucedido con este asesinato. Ha muerto el padre en manos del hijo, pero el hijo también está muerto, entonces no se sabe bien qué pasó. Así empiezan a analizar esto, jugando a los juegos de niños. Juegan a las escondidas, juegan a las damas, al bingo y van contando la historia de este crimen”, agregó el director. “Es una obra compleja, la verdad. Tiene múltiples lecturas y es difícil explicar de qué se trata. La historia es esta pero pasan un montón más de cosas”, opinó. La complejidad de la obra, es un aspecto en el que los actores están plenamente de acuerdo con el director. Irma Tomasczik opina que “el texto, de por sí, es tan complejo y tiene tanta poesía y tanta metáfora que desde el punto de vista actoral fue difícil abordarlo porque si bien teníamos el texto en la mano, seguía siendo una incertidumbre lo que iba a ser en escena”. Poner en escena un texto de las características de “Juego de damas crueles” es, sin duda, un desafío y el proceso, tal como indicaron sus protagonistas, fue “raro”. “En la puesta trabajamos con muñecos, con manipulación de objetos, como para representar este tablero y cada una de las hermanas tienen su ficha como de ajedrez y la va trabajando en el espacio. Esa ficha es el hermano, entonces se va definiendo el juego en función de la relación que ellas tienen con su hermano. Las tres actrices trabajan con los muñecos y, además está el actor que hace del hermano y que también trabaja con sus propios muñecos”, contó a este medio, Lioy. “Fue un trabajo largo”, se sinceró el director. Y detalló: “Sobre todo fue un trabajo de investigación, porque es la primera vez que yo llego a los ensayos sin tener en la cabeza mucho pensado lo que quería hacer. Tenía la idea de los muñecos y poco más. Después era lo que ellos me tiraban y les proponía cosas y los ensayos iban fluyendo de una manera muy rara”. “Nosotros hacíamos lo que nos surgía del texto que es riquísimo: cada frase es un universo de cosas que se nos vienen a la cabeza, y tratábamos de plasmarlas ahí”, confesó Tomasczik. “Incluso, nosotros fuimos descubriendo la historia a medida que íbamos ensayando. Una primera lectura no nos dio la pauta de lo que sucedía”, agregó el director. A lo que Tomasczik sumó: “Es más, estoy segura que va a pasar que el propio espectador va a cerrar su propia historia, porque hay muchas aristas que quedan para el espectador, que quizás ni siquiera nosotros llegamos a ver”. “Es una obra que hay que verla más de una vez, pero también es una obra para levantarse e irse en el medio de la función. Es una obra que te puede molestar”, sostuvo Lioy “Tiene un lenguaje adulto, pornográfico por momentos, es un lenguaje que mezcla la poesía con lo pornográfico, con lo explícito. No así la puesta que nosotros hacemos, no es una puesta explícitamente pornográfica, pero el lenguaje si. Tiene un lenguaje muy adulto, es una obra que está prohibida para menores de 16. Lo que se dice es muy fuerte, por ahí no tanto lo que se ve, pero si lo que se dice y lo que se cuenta”, explicó. “ Es un texto que trata de evidenciar algo que no cualquiera va a estar dispuesto a digerir, creo que trabaja en un espectro dentro de nuestro inconsciente colectivo, sobre temas que están, que son antiquísimos y que hasta el día de hoy siguen estando vigentes. Creo que eso hace que te lleve a una reflexión mucho más compleja de lo que se está diciendo, y no toda la gente va a poder digerir eso. Creo que quizás sea una obra para ver más de una vez, pero no se si la gente está preparada para enfrentarse más de una vez a este relato”, sintetizó Ariel Forestier.

MARÍA PÍA MENDIBERRI pmendi@rionegro.com.ar


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