Por qué es difícil para tantos jóvenes conseguir un trabajo

Hay 765.000 que no estudian, no tienen empleo y tampoco lo buscan.

El acceso de los jóvenes al mercado laboral es un problema de creciente importancia en el mundo, y la Argentina no es la excepción. Según un estudio presentado recientemente, que aporta datos a diciembre de 2015, el 24,6% de los jóvenes de entre 18 y 24 años no estudia ni trabaja, lo que representa alrededor de 1 millón de personas. Estas cifras duplican el desempleo total, que se ubica por debajo del 10%.

El resto de los índices presentados en el informe “Empleo joven e informalidad en Argentina” tampoco son muy alentadores: sólo el 43% de aquellos que ingresan al colegio secundario logran terminarlo, y la mayoría de los jóvenes que quedan fuera del sistema educativo pertenecen a los sectores sociales con menores recursos.

Como sostiene Martín Padulla, autor del informe, “la escuela, de esta manera, legitima la desigualdad”. La informalidad laboral parece ser otro de los grandes problemas, ya que el 59% de los jóvenes argentinos debe trabajar bajo estas condiciones.

Por otro lado, surgió recientemente otra categoría que afecta a este grupo, los denominados “triple ni”, es decir que no estudian, ni trabajan, ni buscan trabajo. En nuestro país son 765.000 los jóvenes que se encuentran en esta condición, siendo en su gran mayoría mujeres.

En los último años se llevaron adelante diversos programas y proyectos para intentar combatir estos índices. En el 2008, desde el gobierno nacional se lanzó el programa “Jóvenes con más y mejor trabajo”, una iniciativa que sigue funcionando y que intenta contribuir a la formación del perfil profesional de los jóvenes. A partir del 2014, a través el plan Progresar, el exgobierno buscó incentivar a aquellas personas entre 18 y 24 años que quisieran terminar sus estudios de nivel medio o superior, o llevar adelante instancias de capacitación profesional.

El gobierno de Mauricio Macri también tomó esta problemática como parte de su agenda. En mayo, el Ministerio de Trabajo firmó un convenio con la empresa de comida rápida McDonald’s para la incorporación de 5.000 jóvenes de sectores vulnerables a su planta por un año, con un sueldo de
$ 4.500 mensuales, de los cuales
$ 1.000 serían aportados por el gobierno nacional.

El acuerdo fue criticado por diversos sectores por considerarlo una forma de precarización laboral, y un grupo de diputados nacionales, junto con dirigentes de la CTA, presentaron un amparo para impedir su implementación. Como consecuencia, la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo anuló el convenio.

Actualmente, está en debate un proyecto de ley de empleo joven en la Cámara de Diputados, presentado por el oficialismo. A grandes rasgos, lo que propone son exenciones impositivas a empresas que contraten jóvenes de entre 18 y 24 años, en tanto demuestren no haber despedido personal en los últimos meses. Si bien el texto aún se encuentra en debate, distintos actores, principalmente del sindicalismo, hicieron público su desacuerdo con la iniciativa, ya que sostienen que puede provocar un “reemplazo” de trabajadores antiguos por nuevos.

De acuerdo a la opinión de Padulla, sociólogo y director de Staffing América Latina, es importante que cualquier política pública que se lleve a cabo sea concebida de manera integral. “Es importante no caer en reduccionismos, no se puede llegar a una solución sin considerar a los actores privados, ni dejando de lado la educación, por ejemplo”, argumenta.

Se agrava en las mujeres

Los expertos coinciden en el hecho de que los índices más preocupantes son aquellos que muestran un crecimiento de la categoría denominada “triple ni”. En la Argentina, el 75% son mujeres. Como señala Gala Díaz Langou, directora de protección social de Cippec, es importante tener esto en cuenta a la hora de pensar posibles soluciones. “Existe un imaginario social sobre los ‘triple ni’ que los piensa como varones en una esquina tomando alcohol y eso no es así, en su mayoría son mujeres que tienen la obligación de cuidar a alguien, que puede ser un hijo suyo, hermanos menores o familiares ancianos”, explica Langou. En este caso, los incentivos como becas de estudios no son suficientes, porque no solucionan el problema de la disponibilidad de tiempo. Para Díaz Langou, debería promoverse la creación de espacios de cuidado en los establecimiento educativos o laborales, y de esta manera posibilitar el acceso de más mujeres jóvenes a estos ámbitos.

Partiendo de ese diagnóstico, la experta en temas de primera infancia y juventud propone más elementos que deben ser tenidos en cuenta, por ejemplo la modificación del régimen de licencias.

“En las mismas condiciones, un empleador tiende a elegir al trabajador varón antes que a la mujer porque esta última tiene posibilidades de quedar embaraza, lo que significa menos días laborales. Si se aumenta la cantidad de días de licencia por paternidad se igualan las condiciones, además de ser beneficioso para el recién nacido estar con ambos padres en sus primeros días de vida”, sostiene. Por otro lado, la garantía de satisfacción de los derechos sexuales y reproductivos, especialmente en los jóvenes, resulta importante desde esta perspectiva.

Cómo vemos a los jóvenes

La imagen que una sociedad tiene de su juventud cambia según las distintas épocas e impacta en los propios jóvenes y lo que se espera de ellos. La experta en análisis del discurso y docente de la UBA Lucía Hellín realizó un estudio sobre las representaciones de lo jóvenes en distintas publicidades. Entre sus conclusiones, sostiene que la juventud es caracterizada como caótica, inmadura y despreocupada. No hay una valoración del saber propio del joven, y en algunos casos ni siquiera se lo toma como un interlocutor, apelando directamente a los padres. Por otro lado, sostiene Hellín, “se establecen determinados parámetros respecto de lo que los jóvenes deben ser y se deja afuera toda una serie de características. Por ejemplo, en los últimos años se habló del crecimiento de la ‘juventud militante’, y esta actividad no se contempla dentro de los informes y encuestas”. A su vez explica la experta que existe un sector de la juventud que se encuentra invisibilizado en determinados discursos, como el publicitario, y que se construye desde otro lugar, lo que suele suceder con los jóvenes de sectores bajos.

“Un imaginario social sobre los ‘triple ni’ ve varones en la esquina tomando alcohol y no es así, la mayoría son mujeres con la obligación de cuidar a alguien”.

Gala Díaz Langou, investigadora del Cippec.

Educación y trabajo, un lazo permanente

La mitad de los menores de 14 años son pobres.

La deserción escolar entre los sectores pobres es el 38% mientras que en los más ricos es apenas del 9%.

1 de cada 3 secundarios repite en los dos primerosaños.

La probabilidad de inserción laboral formal aumenta entre 20% (mujeres) y 30% (varones) si finalizan los estudios , acceden a una experiencia formal y participan en un curso de formación profesional.

El proyecto de ley de empleo joven establece exenciones impositivas a empresas que sumen jóvenes de entre 18 y 24 años, si no despidieron personal en los últimos meses.

Un 78% de las empresas tuvo dificultades en contratar técnicos para las tareas que necesitan. Un 65% para localizar ingenieros.

Faltan profesionales aptos

Las firmas de servicios eventuales son la gran vía de ingreso al mundo laboral con salarios en blanco. La edad promedio es de 26 años.

Puerta de entrada a la formalidad

Datos

“Un imaginario social sobre los ‘triple ni’ ve varones en la esquina tomando alcohol y no es así, la mayoría son mujeres con la obligación de cuidar a alguien”.
El proyecto de ley de empleo joven establece exenciones impositivas a empresas que sumen jóvenes de entre 18 y 24 años, si no despidieron personal en los últimos meses.

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