Coctelera llena y Rusia en el horizonte

Fútbol

El mundo deportivo cierra 2017 con sus balances. Que Real Madrid fue el mejor equipo, pero cierra el año en baja, a tal punto que en el Día de los Inocentes la broma central fue la decisión de Cristiano Ronaldo de devolver el Balón de Oro y pedir que se lo entreguen a Leo Messi. Que, otra vez, Pep Guardiola, muestra su sello y convierte a Manchester City, más allá de sus millones, en el mejor equipo en lo que va de esta temporada, con fútbol de alto vuelo. Ganando él sí claramente su viejo duelo iniciado en España con José Mourinho, que también gasta millones pero sigue sin convencer en Manchester United.

Boca, está claro, dominó en Argentina. Líder todo el año, pero sin el desgaste de la competencia internacional. Era casi una obligación que mandara en casa con el plantel y los millones que tiene. Lo hizo bien, aunque las lesiones de Fernando Gago y Darío Benedetto provocaron incertidumbre, tanta como la vuelta eventual de Carlitos Tevez, telenovela garantizada para el verano de 2018. A Marcelo Gallardo se le quemaron algunos cartuchos pero mantiene crédito amplio y Ariel Holan se confirmó como la grata revelación con su Independiente. Lástima el ida y vuelta final, porque colocó al Rojo en el centro del que acaso sigue siendo problema central de una Superliga argentina que busca crecer: las barras bravas.

Curioso que la selección cierre 2018 otra vez con su DT como protagonista. Ya no por los resultados inciertos, sino por un incidente que confirma que los personajes públicos ya carecen de vida privada. Vi, opinión muy personal, cierta impostación en personajes públicos indignados que reclamaron la renuncia inmediata de Jorge Sampaoli. Ojalá mantuvieran el mismo tono de indignación con funcionarios obligados a cuidar el peso de los argentinos pero que cuidan su fortuna en dólares, por citar apenas una de las tantas situaciones que ofrece hoy nuestra vida cotidiana, rodeada de policías. Sampaoli enfureció (mal) contra uno de ellos. Puede pasarle a muchos, especialmente de madrugada, en plena boda de la hija y por un hecho menor.

Pero Sampaoli no es sólo el “rebelde” tatuado que sigue a Callejeros. Es DT de la selección argentina. “Soy anarquista, pero respeto los semáforos”, decía Joaquín Sabina. A Sampaoli le avisaron que, según por donde ande, hay que mirar las luces. Faltan seis meses para Rusia. Y, inevitable, la ilusión se puso en marcha.

Boca, sin copas, dominó a nivel local. Benedetto tuvo un gran año, hasta que se lesionó.

Holan transformó a Independiente en la revelación de la temporada. Fue una lástima ese ida y vuelta, rodeado por ese problema central del fútbol local: las barras.