Cuarteto a domicilio

La fiesta de boca en el monumental

Aquellos que suelen frecuentar los locales bailables por la noche dicen, con cierta sabiduría, que no hay fiesta que sea tal si no hay cuarteto en el medio.

Con este axioma (infalible, por cierto), Boca asistió a una celebración en un Monumental repleto, pero terminó siendo el único bailarín en el medio de un campo donde el sonido que más se escuchaba era el “que nacieron hijos nuestros…”.

El festejo cuartetero se desató en la cancha, y el ritmo continuó en los vestuarios.

Bou fue el primero que hizo estallar el grito Xeneize, con una definición que recordó a Palermo. Salvando las enormes distancias, claro, el oportunismo y la fortuna con la que remató el nueve de Boca le dieron una sonrisa de oreja a oreja a su público.

Mal trago mediante, apareció el cuartetero por excelencia, el rey de la movida tropical: Carlitos. No, no Jiménez. Aunque es amigo de La Mona, claro. Tevez facturó por duplicado, primero con un error de Batalla (pibe con experiencia, pero pibe al fin) y luego con un gol que salió desde lo más profundo de Fuerte Apache, que recorrió todo Europa y que maduró justo en el Monumental, en el momento preciso, para que Boca quiebre un partido que se presentaba adverso.

Hubo cumbia, también. La puso Centurión en el festejo, tras tirarla por encima de Batalla y definir de cabeza para el 4-2. Y, sea cual sea el ritmo, el baile se prolongó en el vestuario visitante.

Podio Contra

Datos

“Estos partidos son muy especiales, uno siempre quiere ganarlos. Es una victoria de esas que quedan en la memoria para siempre”,
enfatizó Guillermo Barros Schelotto, aún contento por el triunfo del Xeneize.

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