Piensa en Potapov y cría perros

Entrevista

Dueño de una campaña casi inmaculada e instalado como uno los mejores boxeadores argentinos, Omar Narváez resiste el paso del tiempo estimulado por el objetivo de alcanzar un logro inédito: el tercer título del mundo en diferentes divisiones.

Por lo pronto, el veterano boxeador que nació en Trelew se alista para enfrentar en breve -la fecha no está definida- al ruso Nikolai Potapov por un interinato del cetro mundialista de la categoría gallo, nada menos que en el Luna Park.

El Huracán, al margen de su enorme talento natural, se destacó por su sentido profesional en el gimnasio y su técnica en el ring. Estuvo el domingo en Centenario, donde fue parte de la quinta fecha del certamen del Sur de la República de motos de velocidad, su otra pasión.

A diferencia de otros boxeadores, es tan profesional que sólo se sube a las motos para competir, en los circuitos.

Lo comentado sirve para explicar sus 16 temporadas en el boxeo rentado y las 31 peleas de título mundial. Cumplió 42 años el pasado 10 de julio y persiste con la convicción de que todavía tiene bastante para dar en el primer nivel o por lo menos como un campeón o retador, sea en la organización que fuere.

Por cierto, la FIB no es hoy lo que fue en su momento, en un hipotético escalafón estaría detrás de la Organización (OMB), el Consejo (CMB) o la Asociación (AMB), pero en todo caso no deja de integrar el póker de las organizaciones a las que se les reconoce una parcela de seriedad en tiempos de singular confusión acerca de quién es quién, de quién ostenta valores reales y quién es el producto final de una campaña armada a base de éxitos en el segundo e incluso en el tercer nivel.

Narváez es mosca o supermosca y en las dos reinó. En gallo, a primera mirada su límite, sueña con alcanzar la triple corona que en otras circunstancias tal vez hubiera estado al alcance de los dos más grandes boxeadores argentinos de las divisiones pequeñas: el mendocino Pascualito Pérez y el cordobés Santos Laciar.

P-¿Cómo es afrontar dos deportes tan extremos?

R- Para mi es normal porque lo encaro con mucha responsabilidad. Mi deporte y mi profesión es el boxeo. Esto de las motos es una pasión, por supuesto, que tampoco quiero perder. Todo lo encaro al ciento por ciento. Cuando subís al ring, tenés que hacerlo bien preparado, sino la pasás mal. Con las motos, es lo mismo. Mi gente cree que estoy loco, ellos no pueden andar ni siquiera en una motito de baja cilindrada.

P-¿Cómo estás para pelear con Potapov?

R-Muy bien. Súper entrenador. La pelea será a principio de octubre en el Luna Park, hace cuatro meses que me empecé a preparar. Ya queda poco.

P- Qué te motiva a seguir?

R-Me motiva el tercer titulo mundial, el de los gallos, interino de la OMB. Eso es lo que me mantiene en actividad.

P-¿Hace rato que andás con las motos?

R-Como tres años. Ahora vengo seguido a la región porque encará el certamen completo. Estoy peleando el titulo en Moto3 o 250 cc. Venimos con un grupo de amigos, tratamos de hacerlo lo mejor posible.

Hace dos temporadas, el chubutense compite en el certamen patagónico.

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Números de campeón

Con 42 años recién cumplidos, Omar sueña con otro título.

El ruso Nikolai Potapov nació en Podolsk y se radicó en Brooklyn. Tiene 27 años, es diestro y está invicto en 18 peleas (17 ganadas y un empate). El 11 de marzo ganó el título gallo de la North American Boxing Organization al vencer al mexicano Antonio Nieves en fallo dividido.

Narváez explicó que “el actual campeón interino es el sudafricano Zolani Tete. Yo fui rankeado en el primer lugar y el ruso Potapov, segundo”.

“Hice una gran preparación para la pelea con Manny Rodríguez, que se frustró. Eso ya pasó, sólo pienso en mi próximo desafío. Tengo 42 años y muchas ganas de seguir demostrando que estoy vigente y puedo ganar”, largó.

Preocupado por el futuro económico y cómo le dará de comer a sus hijos, Omar tiene otra actividad que lo apasiona: cría perros de raza en su propia casa.

Los promociona a través de su Facebook donde los pone a la venta. Alguna vez, afirmó que “para subir al ring, ir a cobrar y bajar con los números en cero prefiero hacer otra cosa. Necesito vivir, mis hijos tienen que estar mejor y tengo que ir pensando lo que tengo que hacer”.