26.000 rostros para no olvidar

El proyecto cinematográfico "26.000 Faces" intenta mostrar otros aspectos

AMSTERDAM (AP).- Lucía Marama tenía 12 años cuando sus padres y un hermano fueron asesinados y huyó de Angola -país desgarrado por una guerra civil- hacia Holanda.

Actualmente habla casi perfectamente el holandés, obtiene buenas calificaciones y quiere ser enfermera.

Pero la joven enfrenta una posible deportación debido a que el gobierno holandés alienta una de las políticas de inmigración más severas de Europa, que se propone expulsar antes de mediados del 2007 a unas 26.000 personas que han solicitado asilo político.

Actualmente un ejército de 120 cineastas está contraatacando con «26.000 Faces» (26.000 caras), un proyecto para entrevistar a cada una de estas personas y transmitir los pequeños documentales en la televisión nacional.

«Espero que las películas ayuden a cambiar la percepción de los televidentes para que piensen en personas y no en números. Si eso cambia, podría influir sobre las autoridades», sostiene Corinne van Egeraat, creadora del proyecto y quien está filmando a Lucía.

La política de Holanda era una de las más tolerantes de Europa, pero al igual que numerosos países de la región desde hace tiempo está implementando medidas más severas para los inmigrantes y refugiados ante el creciente desempleo y los temores de que haya extremistas entre las comunidades de musulmanes extranjeros, tras los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos.

La primera o segunda generación de inmigrantes en Holanda representan el 19% de la población total del país -tres millones sobre un total de 16 millones- casi el doble de la proporción actual en la vecina Alemania.

La mayoría proviene de Marruecos y Turquía. Cerca de un millón -o el 6%- es musulmana.

Las autoridades de inmigración sostienen que hasta febrero recibieron 8.000 casos y que unas 5.000 personas fueron deportadas o abandonaron voluntariamente el país tras recibir un aliciente monetario.

Otras 3.000 personas que solicitaron asilo fueron reclasificadas como casos extremos y se les permitió permanecer en el territorio holandés.

Entre los recientemente deportados está Angelo, el hermano de 23 años de Lucía. Fue repatriado en diciembre y desde entonces no se sabe nada de él.

Otro de sus hermanos, Okidio, de 14 años, también podría ser devuelto a su país.

En un frío día invernal, un equipo de cineastas filmaba en el este de Amsterdan parte del documental que incluirá la vida diaria de Lucía.

La acompañaron durante un examen de biología y se subieron con ella al tranvía que la llevó a la casa que comparte con una compañera de clases del Congo. «No podía permanecer en Angola después de perder a mis padres. Ya no había nadie que se ocupara de nosotros», sostuvo durante un recreo en el Colegio Montessori, donde estudian principalmente inmigrantes. «Me gusta estar aquí. Tengo la posibilidad de estudiar y forjar mi futuro», señaló.


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