El fracaso del diálogo

Profecía autocumplida, para el gobierno la mesa de diálogo con empresarios y gremios de noviembre fracasó rotundamente y en estas largas horas grises hay escasa vocación de reeditarla. En el gobierno nunca creyeron en serio en aquella ronda de diálogo que, como verdadero propósito, buscaba frenar un paro de la CGT. Se trataba de un objetivo muy pequeño, podría haber dicho el general Perón.

Empresarios y sindicalistas son demostraciones vivientes de la teoría de la fragmentación que tanto entusiasma a Marcos Peña y que para el manual del macrismo se corresponde con el signo de época. Lo dijo públicamente el jefe de gabinete, cuando recordó que la conducción de la UIA ya había reconocido su escasa representatividad para firmar un compromiso que pusiera freno a los despidos. En los gremios, la prueba estaría dada con la movilización de la CGT, una protesta multitudinaria con un mensaje impreciso, que terminó con los máximos dirigentes sindicales literalmente en fuga entre reclamos de una fecha para el paro general.

Esta mirada del gobierno podría simplificarse en la siguiente idea: del otro lado no hay con quien hablar y cuando lo hay, ese interlocutor ya no es un sujeto verdaderamente representativo. Es probable que en un razonamiento de esta naturaleza esté la justificación para esta etapa de endurecimiento del discurso oficial, inaugurada con el mensaje del presidente Macri el 1º de marzo ante el Congreso de la Nación. ¿El cambio de aspecto de Marcos Peña forma parte también de este nuevo capítulo?

Estas abstracciones no resuelven ningún mal. El gobierno asiste a un recrudecimiento de la protesta en paralelo a una sensible la caída en las expectativas en torno a la recuperación de la actividad. Un debilitamiento del “sistema de creencias”, otro de los tópicos de los teóricos macristas. Es una extraña paradoja que esto suceda cuando en las planillas oficiales aparecen las primeras señales de reactivación, o puesto en palabras del ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, cuando “la recesión ha terminado”. “Los gremios debieron haber convocado el paro el año pasado, cuando las cosas estaban realmente peor que ahora”, se oyó esta semana en la jefatura de gabinete. En el caso de que en efecto la economía tuviera mejores indicadores que, por ejemplo, en noviembre: ¿significa eso que también ha mejorado la percepción sobre la gestión del gobierno? No hay respuesta.

El reclamo por la fecha de paro y la prolongación del conflicto docente, a una semana de lo que debió ser el inicio de clases en todo el país, propiciaron una espiral también del otro lado de la mesa. Hoy no hay sector que considere la posibilidad de retroceder en cualquier negociación que involucre al gobierno, por menor que sea. ¿Cómo se explica sino que los movimientos sociales confirmaran su jornada de protesta en reclamo de la reglamentación de la ley de emergencia social el mismo día que el gobierno publicó la norma en el boletín oficial? Esas organizaciones recibirán recursos por la extraordinaria cifra de 30 mil millones de pesos en los próximos tres años, según el consenso al que llegaron todas las fuerzas con representación parlamentaria en diciembre pasado. Con ley de emergencia o sin ella, veremos igual el país sembrado de ollas populares el miércoles que viene. “Van a tener que ir preparando el helicóptero”, dijo Gildo Onorato, de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, organización que responde a Juan Grabois, interlocutor frecuente del papa Francisco. Inquietante, Onorato.

El gobierno especula con que la extensión del conflicto docente también tenga un efecto contradictorio y termine por reducir la adhesión al paro entre los maestros. El jueves, en la provincia de Buenos Aires, el 50 por ciento de los docentes asistieron a clase, según una estimación oficial. Incomprobable. Pero los maestros, a ese día, llevaban cuatro jornadas de salario perdidas, además de una suma de entre 800 y 2000 pesos –anticipos de la negociación– a cobrar esta semana, uno de los ofrecimientos del gobierno de María Eugenia Vidal. Varios gremios bonaerenses siguen el paro mañana y sumarán otras cuatro jornadas de huelga decretada por la Ctera en las próximas semanas. No hay recibo de sueldo que lo tolere.

Es inevitable que los gremios sufran un desgaste en esa pelea de largo aliento. Pero la pulseada también afectará a Vidal, uno de los principales activos del oficialismo y figura sobre la que sostendrá sus candidatos en el principal distrito del país. Allí se pondrá en juego el peso simbólico de la elección de octubre. De eso se trata.

“Los gremios debieron haber convocado el paro el año pasado, cuando las cosas estaban realmente peor que ahora”, se oyó esta semana en el gobierno.

Bergoglio desautorizó la semana pasada una marcha de protesta de esos mismos sectores en conmemoración de un nuevo aniversario de su papado.

Datos

“Los gremios debieron haber convocado el paro el año pasado, cuando las cosas estaban realmente peor que ahora”, se oyó esta semana en el gobierno.
Bergoglio desautorizó la semana pasada una marcha de protesta de esos mismos sectores en conmemoración de un nuevo aniversario de su papado.

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