La AIC, la cuenca y la contaminación

El año pasado se cumplieron 25 años de la reunión constitutiva de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC) en San Martín de los Andes. Pero el organismo integrado por Nación y las provincias de Río Negro, Neuquén y Buenos Aires tardaría unos años más en comenzar a funcionar en su sede de Cipolletti. Fueron tiempos de recursos extraordinarios y de notable despilfarro porque recibió una parte de lo que las empresas pagaron por quedarse con las privatizaciones de las presas que Hidronor había levantado en los ríos Limay y Neuquén. Esa masa enorme de dinero se agotó y el posterior congelamiento del precio de la energía para las hidroeléctricas (un porcentaje de la facturación financia los gastos corrientes del ente) terminó por obligar a una drástica reducción.

El subsecretario de Recursos Hídricos de la Nación, Pablo Bereciartúa, ya le comunicó a la AIC la decisión de duplicar el presupuesto del organismo para encarar obras menores en la zona del Alto Valle rionegrino y la Confluencia neuquina, donde los niveles de contaminación de la cuenca son alarmantes.

Bereciartúa pasó esta semana por Bariloche para anunciar que, además de la construcción de una nueva planta procesadora de líquidos cloacales y un nuevo colector costanero, el gobierno nacional invertirá 170 millones de pesos en la ampliación de las instalaciones que ahora opera la cooperativa eléctrica de la ciudad, CEB, para que no haya que esperar más de dos años para que la tristísima postal de vertido de residuos crudos al lago deje de repetirse.

El mes que viene Nación anunciará un paquete de obras asociado a los trabajos menores que encarará la AIC, acordado con los gobernadores Alberto Weretilneck y Omar Gutiérrez, por 2.000 millones de pesos.

Este plan incluye nuevas plantas cloacales en Cipolletti, Roca y Catriel, además de colectores e intervenciones en la ciudad de Neuquén (arroyo Durán y planta Tronador, por caso), que hace años viene provocando un daño ambiental enorme en el río Limay.

Las obras correrán por cuenta del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (Enohsa).

La del río Negro es la cuenca más caudalosa que corre íntegramente por territorio argentino. Decenas de arroyos, ríos y lagos conforman una fuente única de agua de una altísima pureza.

La contaminación de sus aguas es un proceso que lleva décadas y que tuvo como partícipes necesarios a los gobiernos provinciales y nacionales. Entidades de defensa del medio ambiente, un puñado de dirigentes políticos y trabajadores de entes de saneamiento fueron casi en soledad los únicos que alzaron la voz para advertir el desastre. Hubo otros espacios, como las páginas de “Río Negro”, que nunca abandonaron el tema.

Es difícil entender cómo en un cuarto de siglo de existencia la AIC no haya emitido ni un documento de alerta con la contundencia necesaria para que la situación comience a modificarse.

La polémica entre el Municipio y el organismo sobre la calidad de las aguas en el balneario de Cipolletti Isla Jordán es el botón de muestra: la intendencia, incluso bajo los ocho años de gestión de Weretilneck, clavó cada verano el cartel de “prohibido bañarse”, mientras la AIC emitía certificados de contaminación por debajo de los niveles de peligro.

Cuando el gobierno kirchnerista comenzó a manejar la cuenca con un modelo que hacía más eficiente la generación de electricidad (algo que el gobierno de Macri, lejos de modificarlo, parece haberlo transformado en política de Estado), la AIC advirtió que con tan poca agua liberada desde la última de las presas, Arroyito, la capacidad de recuperación del Limay y el Negro frente al vertido de desechos cloacales crudos se resentiría, pero omitió recomendar a los gobiernos que integran el organismo el diseño de un plan de saneamiento integral.

En un gobierno que avanza y retrocede con una facilidad asombrosa, es preferible esperar los resultados de estas promesas. Mañana tendrían que abrirse los sobres de la licitación de la nueva planta cloacal para Bariloche pero el plazo de prorrogó hasta marzo.

El gobierno nacional anunciará el mes que viene un plan de obras por 2.000 millones de pesos para sanear el agua de los ríos en el Alto Valle y la Confluencia neuquina.

Hace un cuarto de siglo que la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas viene mirando para otro lado frente al daño ambiental del vertido de líquidos cloacales crudos.

Datos

El gobierno nacional anunciará el mes que viene un plan de obras por 2.000 millones de pesos para sanear el agua de los ríos en el Alto Valle y la Confluencia neuquina.
Hace un cuarto de siglo que la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas viene mirando para otro lado frente al daño ambiental del vertido de líquidos cloacales crudos.

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