Planes ajenos y culpas propias

Panorama de río negro

Nada es permanente en política. El estado de gracia, tal vez, está llegando a su fin. Aquel oficialismo abroquelado y ciegamente confiado en su conductor, Alberto Weretilneck, ya no es tal.

Viejos y nuevos traumas vuelven.

Miguel Pichetto no improvisa y su fomento nuclear para Sierra Grande tiene sostén nacional. Lo dijo en Río Negro y, el miércoles, se empecinó en el Senado ante el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Para entonces, el senador lo había hablado con el gobernador y el intendente Nelson Iribarren. El jefe serrano prepara un plebiscito local y Pichetto intenta convencer al gobernador de una consulta provincial. Quieren elementos para ir –parcialmente– contra la ley de prohibición.

Weretilneck escucha y recuerda la ley antinuclear. Ayer, en San Antonio, públicamente, se apartó: “El gobierno no hará nada distinto a lo hecho, pues no hay licencia social”, dijo. Pero, su carga es mayor porque existió otro pedido del presidente Mauricio Macri. “Necesito que insista con la central”, le dijo en el acto del Tercer Puente. Ese encargo y su culpa por el desenlace nuclear explican que el gobernador se sentara el martes en Interior con el viceministro Sebastián García de Luca. También estuvieron el diputado Sergio Wisky, Iribarren y Juan Martín.

Fue una sesión para otear el escenario y alternativas. Iribarren –siempre frontal– introdujo la complicada efervescencia en el oficialismo y la férrea oposición del vicegobernador Pedro Pesatti. El serrano tiene razón. El vice no sabe del entretelón, pero lo intuye. “No habrá cambios mientras yo esté acá”, transmitió, por las dudas.

La alteración interna se entromete. Desde hace un mes, gobernador y vice no hablan. En Arroyo Ventana fue la última vez, ocasión que Pesatti le contó de una llamada de Martín Soria. Un reciente y elogioso comentario radial del vice al roquense, en referencia a su amistad, ahondó el malestar de Weretilneck. “Los amigos de mis enemigos son mis enemigos”, fue el lapidario dicho que le llegó a Pesatti.

Se cuidarán del abismo, pero nada ya será igual entre ellos. Queda una titánica tarea de persuasión si, como se advierte, el gobernador quiere cumplirle rápidamente a Macri y aprobar la adhesión a la ley de ART contra “la mafia de los juicios laborales”. Las críticas al proyecto se enlazarán con el jaleo interno y, por eso, legisladores oficialistas-peronistas anticipan dificultades. Pichetto también incomodó a propios porque, desde el Senado, exigió el acompañamiento de las provincias. Así, condicionó a sus seguidores en la Legislatura. Habrá ruido en ambos bloques.

Los riesgos están a la vista. En el oficialismo, Facundo López intenta puentes con el grupo “propio” peronista, díscolo y alejado. Se juntó con Ricardo Arroyo, cruzaron reproches pero hablaron, tras semanas de confinamientos. La tensión seguirá, pero no pasará nada más. El sector apartado –por ahora– no fragmentará al oficialismo porque está convencido de que Weretilneck pretende que ellos den el primer paso hacia la salida.

¿Es así? El gobernador advierte que esa fracción peronista lo limitará en sus planes y, también, sospecha de su funcionalidad al proceso de Soria. Por eso, sigue la marginación y eyectó del Ente de la Línea Sur al director de Comisiones de Fomento, Yamel Mohana, quién se anotició de la decisión por el ministro Luis Di Giacomo. Guillermo Oliva Tagle asumirá en el Ente. Weretilneck conoce del valor y el interés por ese lugar de Mohana, y lo castiga porque –junto a su esposa y legisladora Sandra Recalt– militó en favor del triunfo de Soria en Jacobacci.

Y el macrismo quiere hacer pie en el territorio y ayer, detrás de Wisky y Martin, el Pro se reunió en Bariloche, alentando a conformar cuadros y dirigentes. El resultado electoral lo estimula y busca no arruinar otra oportunidad mientras el oficialismo anda complicado, sale de una curva que sólo conduce a otra.

En plan de complacer, Weretilneck cayó en una encrucijada porque Nación insiste con la central nuclear. Ayer se corrió. “El gobierno no hará nada distinto a lo hecho”, dijo.

El debate

parlamentario de la ART, otro pedido macrista, agitará el oficialismo, delimitado
–cada vez más– por devotos del gobernador y peronistas.

Datos

En plan de complacer, Weretilneck cayó en una encrucijada porque Nación insiste con la central nuclear. Ayer se corrió. “El gobierno no hará nada distinto a lo hecho”, dijo.
El debate
parlamentario de la ART, otro pedido macrista, agitará el oficialismo, delimitado
–cada vez más– por devotos del gobernador y peronistas.

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