Lecciones desde Venezuela

La puja de poderes y la deriva autoritaria que experimenta el régimen de Nicolás Maduro con la asunción de la cuestionada Asamblea Constituyente alejaron un poco del foco informativo uno de los datos de la realidad venezolana que pueden interesar a la Argentina y a nuestra región. El proceso renovó las dudas sobre la seguridad, privacidad y el control ciudadano en los sistemas de votación electrónicos.

El miércoles, la firma Smartmatic, encargada del sistema de votación electrónica en Venezuela, aseguró que detectó “manipulación del dato de participación” en el comicio. No era un dato menor. Ya se sabía de antemano que el resultado iba a favorecer al gobierno, ya que la oposición había boicoteado la votación. Lo importante era verificar si el “urnazo” que prometía Maduro superaba el llamado a la abstención hecho por la oposición, que la semana anterior había hecho un masivo “plebiscito simbólico” en contra de la iniciativa.

El director de la compañía, Antonio Mugica, afirmó que Smartmatic estimó que “la diferencia entre la cantidad anunciada y la que arroja el sistema es de al menos un millón de electores”. Maduro había señalado que había participado el 41,53% de los electores, unos 8 millones de venezolanos; mientras que el “plebiscito” opositor había sumado 7,6 millones. El “error” se habría producido por la falta de “auditores” independientes. “Nuestro sistema está automatizado para evidenciar cualquier manipulación, pero deben existir personas observando el sistema y esperando por esas evidencias: los auditores”, explicó Mugica.

Quienes defienden este sistema de votación señalan como ventajas la celeridad de publicación de los resultados y el evitar las prácticas clientelares propias del sistema de boleta de papel. Pero las evidencias de vulnerabilidad del sistema no se limitaron a Venezuela, donde podría atribuirse al control omnímodo del poder sobre el proceso.

Unos días antes, en EE. UU., en un Congreso de Def Con, la mayor feria mundial sobre seguridad informática, un grupo de hackers demostró cómo era posible burlar la seguridad de las máquinas de votación usadas en el último comicio presidencial en dos horas, en equipos con los que nunca habían tenido contacto.

En Argentina, pese a que fracasó la discusión de la reforma electoral que hubiese establecido al Boleta Única Electrónica (BUE), está siendo utilizada en comicios provinciales y municipales. Y se espera que en estas PASO conviva con el sistema tradicional de lista sábana en la elección de concejales de Neuquén capital. Y a partir del 2019 se usará a nivel provincial.

Los recientes comicios en Chaco, donde se introdujo la BUE, arrojaron resultados mixtos. Si bien el recuento fue rápido y no hubo denuncias de fraude, sí hubo críticas por falta de privacidad del voto, de presencia de celulares y otros dispositivos capaces de interferir con las máquinas y de fiscalización: ante el faltazo de auditores informáticos, éstos fueron reemplazados por votantes comunes, desconocedores del sistema.

Un dato adicional preocupa a expertos en informática: Argentina usará un sistema de identificación biométrica para cotejar la huella digital del votante con la del Registro Nacional de las Personas, que figura en el DNI. De nuevo, el sistema tiene la ventaja del control casi instantáneo. Sin embargo, en Venezuela mostró otro costado vulnerable. El gobierno de Maduro usó los datos biométricos para monitorear casi en tiempo real quiénes acudían a votar, lo que permitió al chavismo presionar a quienes aún no habían sufragado (muchos empleados estatales) y extender el horario.

Aunque el gobierno de Cambiemos señale que jamás realizaría maniobras como las denunciadas en Venezuela, el sistema electoral no puede descansar sólo en la confianza en la transparencia y buena voluntad del gobierno de turno. El ciudadano debería tener garantías de que el sistema no se “caerá” durante la votación y de que agentes externos no podrán hackear el sistema, vulnerar el secreto del sufragio o manipular resultados. Dudas que crecen al observar los recientes hechos en Venezuela.