Mucho más que exabrupto

El gobierno de Mauricio Macri se encuentra desde hace una semana en un complicado embrollo político, generado por una serie de actitudes muy cuestionables de su ministro de Trabajo, Jorge Triaca.

El escándalo comenzó con la difusión de unos audios de Whatsapp, donde la máxima autoridad encargada de velar por los derechos de los trabajadores despedía en medio de insultos a su empleada doméstica Sandra Heredia. Poco después, se conocía que la mujer había trabajado durante cinco años fuera de la ley, sin estar registrada en el sistema jubilatorio ni de salud.

Triaca reaccionó a los cuestionamientos pidiendo disculpas por las groserías, señalando que fue un “exabrupto” en medio de una discusión caliente e intentó justificar las irregularidades dando diversas versiones sobre la contratación de su empleada, todas pocos convincentes.

Hasta aquí podría decirse que el hecho parecía una falta de ética personal, aunque muy grave por ser el ministro que debe velar por las condiciones de seguridad laboral y el primer encargado de combatir el trabajo en negro. Para ponerlo en contexto, podrían señalarse dos casos similares en Estados Unidos que terminaron definiendo el rechazo de altos funcionarios. Durante el gobierno del demócrata Bill Clinton, en los 90, la candidata del entonces presidente para fiscal general fracasó cuando se supo que durante años habían violado la ley federal al emplear a dos extranjeros indocumentados de Perú como chofer y niñera en su casa respectivamente, eludiendo los impuestos de seguridad social. Más recientemente, en el 2016 el republicano Donald Trump sufrió una humillación de su propio partido, que le negó la designación de Andrew Puzder como secretario de Trabajo, luego de que se conociera que había empleado a una mujer indocumentada como mucama.

Sin embargo, el problema se complicó aún más con el correr de las horas, ya que se conoció que la familia Triaca no sólo mantuvo en condiciones irregulares a su empleada, sino que Heredia fue designada como delegada interventora de una seccional del Sindicato de Obreros Marítimos (SOMU), según ella tras un pedido de aumento de sueldo. Además, se conoció que en el mismo sindicato tienen un rol activo un cuñado del ministro, como asesor externo, y uno de sus abogados de mayor confianza, ambos con elevados sueldos.

El SOMU es uno de los casos emblema de la lucha contra la corrupción sindical, por el que desde hace meses está detenido su exsecretario general, Luis Caballo Suárez, procesado por estafa y extorsión a empresarios. Para complicar aún más el panorama, medios de Buenos Aires indicaron que en la intervención del sindicato fueron designados el cuñado y el hijo de un hombre de estrecha confianza del juez que investiga la causa, Rodolfo Canicoba Corral.

Todo el escándalo se ha convertido en un pesado lastre para el gobierno, ya que pierde fuerza su “caso testigo” de combate a la corrupción en el sistema sindical argentino, cuando enfrenta una dura negociación en dos ejes que ha planteado como prioritarios para su gestión en este año: unas paritarias con subas moderadas que sirvan para contener la inflación y una reforma laboral que mejore la competitividad de la economía.

Los hechos protagonizados por el ministro de Trabajo, que debiera ser protagonista clave para negociar ambas reformas, han minado la credibilidad del gobierno y lo ponen en una situación de debilidad ante el duro frente sindical y la oposición en el Congreso.

Como reacción, el gobierno envió a Triaca de vacaciones, al tiempo que dio intervención a la Oficina Anticorrupción, a cargo de la oficialista Laura Alonso.

No parece suficiente. Ayer, Poder Ciudadano señaló que el ministro debiera enfrentar una doble investigación: en lo privado, por el maltrato y la forma de contratación de su empleada, y en lo público, por la designación de familiares y personal que trabaja para él en una intervención a su cargo, señalando una posible violación a la ley de Contrato de Trabajo y al menos a cuatro artículos de la ley de Ética Pública.

El gobierno debiera evaluar si defender la continuidad del ministro le suma o le resta en este complicado contexto.


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