Cómo acidificar un suelo

Método sencillo para azaleas, hortensias y otras plantas de suelos ácidos.

En la región del norte de la Patagonia, nuestras plantas enfrentan varios desafíos muy específicos, por lo que la jardinería aquí adquiere características muy especiales. Junto con la hostilidad del clima debido a la presencia de fuertes vientos, alta radiación solar, escasa humedad atmosférica, con heladas de moderadas a fuertes y calor en verano, típico de zonas desérticas, debemos lidiar con un suelo en su gran mayoría alcalino y con distintas concentraciones de sales disueltas.

Estas características de los suelos nos ponen limitantes para el cultivo de un grupo de plantas que necesitan suelos ácidos. Este es el caso específico de las hortensias, rododendros/azaleas, camelias, jazmín del Cabo y otras, que es muy común que al poco tiempo de plantadas en los jardines comiencen a sufrir de “clororis férrica”, o sea muestran nervaduras verdes dentro de láminas foliares de color amarillo, sin clorofila, lo que dificulta la fotosíntesis y ocasiona el debilitamiento de la planta hasta que muere. Se llama “férrica”, porque la alcalinidad impide a estas plantas la absorción de hierro del suelo, que va asociada con la del nitrógeno, que es el nutriente que participa mayoritariamente del color verde.

La “clorosis férrica” no se soluciona enterrando clavos o un hierro, como es la creencia popular, porque ese hierro (Fe) no es asimilable por las plantas, sino a través de formas solubles de él, como los quelatos. En base a mi experiencia, considero que lo más práctico es acidificar el suelo … yo lo hice por una única vez hace ya más de 10 años, en otoño, antes de plantar una colección de rododendros (ver foto) y está durando hasta el día de hoy, lo que me permitió agregar camelias y hortensias al conjunto.

En los comercios se ofrecen diversas alternativas y no las descarto, como el sulfato de hierro, pero a mí me ha dado muy buen resultado agregar azufre (en polvo o mojable, cualquiera de las dos presentaciones usadas en viñedos), que se incorpora al suelo con una rastrillada muy cuidadosa para no dañar las raíces de estas plantas, muy superficiales. Una dosis orientativa es espolvorear 30 gramos (más o menos 1 cucharada sopera) por metro cuadrado y en las páginas de Internet recomiendan hasta 150 gramos… esto va a depender del grado de alcalinidad de su suelo. Yo lo agregué a “ojímetro” en la mezcla previa y no tuve problemas de fitotoxicidad, con plantas de más de 2 metros de altura, vigorosas y bien verdes.

A menor concentración también lo uso para plantas en macetas, pero en ese caso algunos especialistas recomiendan el vinagre de alcohol disuelto en agua… con 40 a 50 militros cada 10 litros se obtiene agua con pH 4,5, para regar siempre con esta mezcla.

Hace años, un farmacéutico me comentó que varias clientas le confiaron un secreto… usar aspirinas para las plantas en maceta. Me resultó risueño porque no creía que a las plantas les doliera la cabeza, hasta que recientemente me desayuné que como la aspirina es ácido salicílico… tal vez… en fin, pruebe… una empresa alemana, agradecida.

TEODORICO HILDEBRANDT

eljardin@rionegro.com.ar

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