A la espera de otro boom petrolero

Neuquén y Río Negro aportan uno de cada cuatro barriles que se extraen en el país. Su participación en el gas es del 60%.

Producción

Neuquén podría convertirse en una potencia petrolera. La frase era repetida con entusiasmo a fines de 2014. El boom de los no convencionales llenaba de optimismo los informes de consultoras privadas e inflaba las expectativas oficiales de los gobiernos nacional y provincial. Lo cierto es que la crisis internacional de precios fue una especie de ansiolítico para la mirada de largo plazo, sin embargo no fue suficiente para sofocar el alboroto.

La Cuenca Neuquina, que nuclea también a Río Negro y parte de La Pampa, se caracterizó históricamente por su perfil gasífero. Los campos neuquinos aportan casi el 50% de la producción nacional del fluido e incluso las previsiones para los próximos años indican que podría crecer entre ocho y diez puntos más.

Algo similar ocurre en los yacimientos rionegrinos que, poco a poco, reconvierten su costado petrolero para sumarse al lote de las provincias productoras de gas.

La paradoja en Neuquén fue que pese a que siempre se sacó más gas que petróleo, las regalías por crudo siempre superaron a las de su hermana empobrecida. El gas barato del país siempre fue un reclamo de los gobiernos neuquinos. Sin embargo en los últimos dos años la situación se dio vuelta: para 2018 las regalías por la explotación de gas, duplicarán a las petroleras.

Este nuevo esquema necesitó de múltiples variables, entre ellas hay dos que son centrales. Por un lado los planes de estímulo al desarrollo de gas no convencional y, por otro, el derrumbe de los precios internacionales del crudo.

Años y barriles

Históricamente Neuquén aportó alrededor del 20% del petróleo del país. Los yacimientos locales también acompañaron el declino que transitan todas las cuencas nacionales y, con el paso de los años, la producción cayó pero el crudo neuquino siguió teniendo la misma presencia.

Entre 2010 y 2017 las áreas neuquinas perdieron unos 870 mil barriles mensuales. En términos porcentuales significa una reducción del 22%. Centralmente se trata de un declino natural de los yacimientos maduros que tiene la cuenca y una caída general que, este año, amenaza con ser récord en todo el país, tras la pérdida del denominado barril criollo para el crudo local.

Si se miran los números de Neuquén se puede ver que en 2014, año del boom de los no convencionales, la producción tuvo un repunte del 4%. Es decir que no solo revirtió la caída, sino que además creció unos 70 mil barriles mensuales, algo que se sostuvo parcialmente en 2015 y que al año siguiente volvió a tomar el camino decreciente.

En Río Negro la fotografía tiene una escena bastante similar. La provincia siempre aportó alrededor del 6% de la producción del petróleo del país. Entre 2010 y 2017 registró un declino del 14% lo que significó que sus campos maduros perdieron unos 162 mil barriles mensuales. Ahora, las expectativas también se trasladaron al gas.

En números

22%

cayó la extracción de crudo en los últimos siete años. Unos 870.000 barriles mensuales sólo en suelo neuquino.

2014

fue el año de los hidrocarburos no convencionales. Neuquén revirtió la caída productiva.


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