De la vidriera de innovadores al competitivo y complejo mundo petrolero

Matías Cervera, oriundo de Pigüé, en la provincia de Buenos Aires, estudió Ingeniería electrónica en la Universidad del Sur de Bahía Blanca y llegó a Neuquén hace tres años para trabajar en el petróleo, pero ya venía con la idea de diseñar una impresora 3D. Luego de presentar un prototipo en la feria Neuquén Innova, hoy es el gerente de Cacto, empresa que se dedica a la venta, impresión y diseño de esta tecnología.

La Cacto I, como la denominaron, tiene un precio de venta de 26.000 pesos y la hora de impresión cuesta 100 pesos. El consumo eléctrico es de apenas 100 kW por hora y el plástico especial que se utiliza como insumo tiene un costo de 400 pesos el kilo. “Hay que pensar que hasta que se liberaron las patentes una impresora 3D podía costar 30.000 dólares”, señala Cervera.

Para ejemplificar su utilidad, comentó que una empresa que hace mantenimiento a maquinaria petrolera tenía problemas con unos botones que se no conseguían en el mercado. “Para solucionarlo hubo que readaptar el control para los botones que se fabrican acá. De la manera tradicional se hace una matriz y se inyecta el plástico, pero hay que fabricar mil unidades como mínimo. Con la impresión 3D se hace de a una pieza hasta que funcione”, explicó.

“Este momento de baja de actividad representa para nosotros una gran oportunidad porque las empresas están viendo cómo pueden bajar costos, hacerse más eficientes. Y la impresión 3D es una buena herramienta”, finalizó.


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