Reformas en el convenio: claves para la industria que viene

El titular del sindicato de Petroleros, Guillermo Pereyra, suele aclara que lo que está en discusión con las empresas no es un nuevo convenio colectivo de trabajo sino una adenda al mismo.

Se trata de un capítulo especial para el no convencional, que readapta los esquemas laborales en una suerte de flexibilización que, sin embargo, no quitará a los petroleros del podio de salarios privados a nivel nacional.

Sin embargo, en la práctica, la adenda obrará como nuevo convenio por una sencilla razón: cada vez habrá menos trabajadores del convencional. La expectativa de las petroleras es esa: una vez que salga el convenio, buscarán reencauzar a su personal para adaptarse a los tiempos que corren.

La única traba que tiene la negociación por estas horas es política. Pereyra aspira a que las empresas hagan explícito un plan de inversión para los próximos años. Quiere llevarse un compromiso de que se crearán nuevas fuentes de empleo, una suerte de zanahoria para las bases en momentos donde el sindicato sufre una fuerte interna.

La baja de equipos de YPF, sin embargo, empantanó el diálogo. Ya no se habla de un nuevo convenio, sino directamente de despidos. Y con ese telón de fondo es que Pereyra se encuentra ante la encrucijada más importante en décadas. Ya no se trata de coyunturas, como ocurrió con la crisis de 2009, sino de un fenómeno estructural: los “hidrocarburos fáciles” se agotaron y sólo queda el no convencional, más caro, más complejo, más exigente.

Lo que está en juego, al fin y al cabo, es la supervivencia de una actividad que representa la mitad del producto bruto de la provincia de Neuquén.


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