Hospital de Allen, blanco de graves denuncias

Apuntan en particular al jefe de Atención Médica. Testimonios lo involucran en prácticas irregulares y cobros fuera del centro de salud.

Redacción

Por Redacción

Paradójico. En el mismo hospital donde se hizo el primer aborto no punible de la historia rionegrina ronda la sospecha de dudosas prácticas abortivas.

El centro de salud Dr. Ernesto Accame, de Allen, posee una estadística de operaciones quirúrgicas consistentes en legrados (raspados de útero) que no guardan relación con la cantidad de nacimientos en esas dependencias ni con los registros de legrados de otros hospitales, aun de complejidad mayor.

Según las anotaciones del quirófano a las que accedió “Río Negro”, es considerable la cantidad de raspados por “abortos incompletos” (o provocados). De julio de 2015 a julio de 2016, hubo 71 prácticas, para un centro de salud con 400 partos y cesáreas al año. Si se toma el hospital de Catriel (cifras extraoficiales) se verifican 21 legrados al año y 200 nacimientos. Y en Bariloche, 160 legrados y 1.500 partos. Casi el doble de la proporción habitual.

No sólo eso. El hospital registra una friolera de denuncias y testimonios contra determinados profesionales sin que se hayan hecho sumarios. Son penales, testimoniales o institucionales. Y de los más variados: abandono de pacientes, amenazas, anomalías administrativas, facilitación o asesoramiento de abortos clandestinos, y mala praxis. El principal blanco de varias de esas acusaciones es Guillermo Elena, ginecólogo, jefe de Atención Médica y exdirector del hospital allense.

Elena rechaza las denuncias de “médico abortero”. Resalta falta de pruebas. Los testigos no parecen hacerle mella. Afable y locuaz, es elogiado por algunos pacientes y denostado por otros. Logró salvoconductos judiciales en ciertas causas pero tiene otras pendientes. Las acusaciones ya llegaron al ministro de Salud, Fabián Zgaib. La legisladora Marta Milesi –autora de la ley del aborto no punible– y asociaciones profesionales y gremiales alentaron investigaciones sin éxito.

Numerosas acusaciones

El historial de cargos en contra del médico comienza en realidad hace más de 20 años:

• En mayo de 1994, Elena fue imputado e incluso estuvo detenido con cuatro personas más en Córdoba por venta de exámenes para 182 aspirantes a becas de residencias hospitalarias. No hay registros judiciales ni periodísticos sobre el destino que tuvo la causa. El médico asegura que fue sobreseído.

• En mayo de 1999, Elena debió dejar la dirección del hospital de Allen tras una protesta de ATE, que tomó el edificio por despidos sin sumario de un médico y una enfermera que investigaban el cobro ilegal de medicamentos en la ventanilla del FOS (Fondo de Obras Sociales). El destino de ese dinero nunca se determinó y las pruebas desaparecieron.

Sospechas de abortos

Durante los últimos años, el médico Elena afrontó la mayor dosis de denuncias penales.

• La primera fue por daños físicos tras un fallido intento de aborto a fines del 2013. El ministro Zgaib conoció de boca de la propia denunciante, G. L., sus padecimientos. “Río Negro” también la escuchó. La mujer fue al hospital por un sangrado mínimo, con infección urinaria. Estaba embarazada de dos meses y medio. “Elena me recomendó abortar, por mi estado. Aborto espontáneo… iba a ser rápido. Me preguntó (Elena): ‘¿Tenés obra social, gordita?’ No, le dije. Me derivó a una clínica (que ya cerró y de la cual Elena fue socio).

Me dio un inyectable y agregó: ‘Ah, tenés que llevar anestesia porque te tengo que tomar una muestra con espéculo’. A la tarde, volví al hospital. Le expliqué que no conseguía la inyección. ‘Te la vendo yo’, me dijo. Me la cobró 500. Después me cobró por ponerme el espéculo. ‘Vas a tener un poquito más de sangrado’. Eso fue a las 17 horas, y a las 21 caí en la guardia, sangrando mal. Me mandó entonces a lo de una médica. Cuando se me pasó la hemorragia fui al hospital y supe del útero atrofiado”.

Asegura G. L. que, en total, “me cobró $ 4.500 en dos veces. Le tuve que pedir a mi mamá”. El bebé finalmente nació por cesárea. “Pero pasé un embarazo de riesgo y tuve que ligarme las trompas. Estando en mi vientre, el bebé fue operado porque no le cerraba el abdomen. Todo por la medicación que me dio. Aparte el útero atrofiado”. G. L. denunció al médico pero su causa cayó en saco roto tras ser señalada como “psiquiátrica”.

• Otra denuncia que llegó al propio ministro de Salud vinculó a Elena con una desatención pero también –tiempo atrás– con un aborto consentido. La joven M. C. dijo que en el 2012 fue a la guardia del hospital con un embarazo de 36 semanas y mucho dolor. “Elena y otra médica llegaron a las 8 pero no me asistieron. Estuvieron en quirófano pero sin ninguna urgencia. A las 11 tuve una hemorragia y me desmayé en el baño de guardia. Me operó de urgencia otra doctora pero mi bebé ya había fallecido”. La madre de la joven hizo una denuncia penal, que quedó en la nada.

M. C. asoció esa desatención con un “aborto que me hizo Elena” en el 2008, y que lamenta no haber denunciado en la Justicia en su momento. Precisó que Elena la atendió en el hospital, allí se enteró de que estaba embarazada y se angustió pues acababa de separarse por violencia de género. “El doctor dijo que mi bebé podía tener algún problema y era mejor que lo abortara, pero para eso tenía que abonarle $ 2.000. Volví a verlo en la clínica y me pidió que, cuando consiguiera la plata, lo vea en otro sanatorio para colocarme el medicamento. Pude reunir el dinero, fui cerca de las 12 de la noche y me colocó una pastilla en la vagina. Le pagué los 2.000. Al otro día fui al hospital con una hemorragia abundante y me internó para un legrado. Avisó que necesitaba más plata para el anestesista. Le tuve que pedir prestado a una amiga”.

• “Río Negro” accedió al relato de otra joven humilde que dice haber pagado una alta cifra por abortar, tras dos prácticas, una fallida.

Señala que Elena le dio una pastilla en la guardia del hospital. “Le pedí que me la pusiera él. Le rogué. ‘No, no’, me dijo”.

P- ¿Y cuánto pagó?

R- 3.080. “Esa pastilla te va a ayudar”, me dijo, pero no me bajaba sangre. Fui de vuelta a buscarlo (al médico). “Te lo va a hacer una chica”, me dijo. Me mandó a la clínica (para un segundo intento).

Explica que allí una mujer le dijo que “me iba a poner un medicamento. ‘Así te mando al hospital, así lo hacemos. Te van a hacer limpieza’. Me puso la pastilla”.

P-¿Tuvo que pagarle también a esa mujer?

R-Otra vez. 4.000. A la noche me hizo efecto, cuando dormía. Lo expulsé en el baño de mi casa.

Fue luego al hospital y aseguró que Elena la internó en quirófano para el raspado.

Episodios hostiles

• Entre las denuncias que recibió Elena hay una por amenazas que radicó su colega Claudia Fernández en mayo. Su decisión le valió un traslado a Sierra Grande.

Sostuvo que, frente a un caso de fractura de cadera de una paciente, llamó a un traumatólogo, “que no respondió”. Avisó al jefe de Atención Médica (Elena), quien contestó: “No es mi problema. Resolvé vos que sos la médica y dejame de romper las pelotas”. Añadió que cuando fue a hacer la denuncia policial se presentó el traumatólogo y “alteró la historia clínica en los horarios de llamado”. Luego Elena se cruzó con la médica y “me dijo frente a un familiar de la paciente: ‘Me tenés podrido, te voy a echar del hospital y te voy a cagar a piñas’”. Elena dio una versión totalmente distinta. (Ver aparte)

El de Fernández no fue el único caso por hostilidad. En el 2012, una obstetra había denunciado a una médica por ejercer funciones para las que no estaba habilitada (operaba sin matrícula de ginecóloga). Además cobraba doble sueldo en Salud (hospital y PAMI). “Elena me amenazó con quedarme sin trabajo. Y me insultó: ‘Hija de puta, te voy a hacer mierda’”. Hizo una denuncia ante la Fiscalía, que luego se vio presionada a retirar.

“Faltazos” de médicos

La laxitud en las guardias médicas y los faltazos frente a casos de emergencia (cuando no cumplen las guardias pasivas asignadas) parecen no ser una excepción en el hospital de Allen. La denuncia de la doctora Fernández expone sólo un caso. Hay más.

• En febrero de 2016 siete obstetras dejaron sentado ante la directora, Ana Senesi, que el sábado 6 llamaron sin éxito al ginecólogo de guardia pasiva, Claudio Ostolaza, y a su jefe, Elena, para que atendieran a una paciente diabética “en franco trabajo de parto. Una obstetra tuvo que hacer el parto prematuro sola, pese al alto riesgo”.

La nota puso en evidencia el desorden de las guardias pasivas. Seleccionados profesionales hacen guardia activa en otro hospital mientras mantienen la pasiva en Allen. Así engrosan sus salarios y se guarnece de ginecólogos a los hospitales de mayor complejidad, necesitados de estos profesionales. Pero se limita al hospital menor: en casos graves se plantea un riesgo para el paciente y una responsabilidad que no le corresponde a quien tiene que lidiar con la situación.

• Otro caso que llegó a la Justicia fue el de Sandra Petter, madre de una joven con ocho meses de embarazo de alto riesgo que, descompuesta, requirió atención. Pero el ginecólogo –Ostolaza– “no concurrió” y fue denunciado por abandono de paciente en junio de 2016.

• Las peleas por falta de profesionales tuvieron un episodio extremo: en enero de este año, dos médicos protagonizaron una pelea en la que se llegó a exhibir un cuchillo. Fue por una mujer fracturada. El médico de guardia no llegó, y el traumatólogo persiguió al anestesista que no quiso actuar al ver al equipo de quirófano incompleto. “Cosas que pasan en todos los hospitales por las tensiones”, dijo la directora a este diario.

Otra denuncia fue resonante en los medios: el caso de Rocío Barrera, quien acusó penalmente a los ginecólogos Elena y Ostolaza por la muerte de su beba tras 36 semanas de embarazo. Los responsabilizó porque no la dejaron internada con su pico de presión, en mayo de 2016. Elena aseguró que la beba murió ahorcada por el cordón umbilical y no por la hipertensión.

“En una oportunidad fue denunciada la situación de un cirujano que no concurrió al hospital frente a un caso de peritonitis”.

Testimonio de un profesional, que da cuenta de otra desatención.

Curiosa coincidencia: los legrados suelen hacerse casi siempre los miércoles y viernes. Las internaciones, un día antes (del libro de quirófano del hospital Allen).

Llamativa estadística

Datos

“En una oportunidad fue denunciada la situación de un cirujano que no concurrió al hospital frente a un caso de peritonitis”.
Curiosa coincidencia: los legrados suelen hacerse casi siempre los miércoles y viernes. Las internaciones, un día antes (del libro de quirófano del hospital Allen).
71
legrados por abortos incompletos en un año. Se llegaron a hacer ocho raspados en un mes.

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