Desde el fútbol, Barcelona buscó una excusa para volver a la “normalidad”

Muchos aspectos simbólicos formaron parte de la jornada. Camisetas especiales, flores y frases conmovedoras, se instalaron en la ciudad y el estadio.

En una Barcelona conmovida pero con ganas de volver a la normalidad, la pelota volvió a rodar en el Camp Nou para el partido Barça-Betis, rodeado de una fuerte seguridad tres días después del atentado ocurrido en esta ciudad española.

Un partido especial, no por ser el primero de esta Liga, sino especialmente porque significa “reconquistar la normalidad” de la ciudad en palabras del presidente regional de Cataluña, Carles Puigdemont.

Espacio de libertad y reivindicaciones durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), el mausoleo azulgrana se convirtió este domingo en un alegato contra el terror: “No tengo miedo”, gritaba la grada.

En el césped, Messi y los suyos lucían un brazalete negro en señal de duelo y unas camisetas especiales para la ocasión en la que sus nombres fueron sustituidos por el de la ciudad “Barcelona”.

En las gradas, pancartas con lemas como “Todos somos Barcelona” o “Nunca nadie nos podrá torcer”, frase extraída del himno del club.

En la tienda del club, numerosos aficionados encargaban antes del partido camisetas con “Barcelona” en sus espaldas imitando a sus ídolos futbolísticos.

“Normalmente me las compro sin dorsal pero esta era una ocasión perfecta para reivindicar que seguiremos viviendo aquí, que no nos asustarán”, explicaba David Berruezo, de 27 años, mientras esperaba que le confeccionaran su camiseta conmemorativa.

Los exteriores del estadio parecían recobrar cierta normalidad: riadas de gente, camisetas y banderas azulgranas por doquier, aficionados escuchando atentamente la radio, avispados intentando revender entradas a precio de oro…

Pero el fuerte despliegue policial, con agentes armados y controles a los vehículos en cada esquina, y las banderas a media asta recordaban las masacres acontecidas en Barcelona y Cambrils, que dejaron 14 muertos y más de 120 heridos.

“Todavía se te hace un nudo en la garganta, pero viendo el Betis se nos quita el miedo”, asegura José Fernández, conductor de autobús de 57 años, barcelonés pero aficionado del equipo sevillano.

El club verdiblanco se sumó también a los homenajes.

En una Barcelona conmovida, la asistencia al estadio pareció resentirse y las gradas mostraban numerosos vacíos

El misterio del imán marroquí

En una pequeña ciudad próxima a los Pirineos catalanes, todo el mundo sospecha que el imán marroquí que vivía ahí desde hacía dos años “comió el cerebro” de los autores de los atentados de Barcelona y Cambrils. Abdelbaki Es Satty alquilaba a 150 euros mensuales un departamento al norte de la ciudad.

El martes por la mañana, se fue explicando que iba de vacaciones a Marruecos, pero la policía sospecha que murió cuando preparaban el atentado.

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En una Barcelona conmovida, la asistencia al estadio pareció resentirse y las gradas mostraban numerosos vacíos

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