La militarización de Río deja muchas dudas y temores

La decisión del presidente brasileño Michel Temer de entregar a las fuerzas armadas el control de la seguridad en Río de Janeiro ha abierto interrogantes sobre los resultados en el terreno de esa medida, vista por sus detractores como un anuncio puramente efectista.

La Cámara de Diputados la aprobó la medida el martes por la mañana, y el Senado la debatía anoche. El lunes la policía y las fuerzas armadas ocuparon posiciones estratégicas en Río. Los militares tienen una buena imagen en Brasil ¿Pero podrán solucionar los problemas profundos que acompañan esa ola violenta?

El mandatario es acusado de querer desviar la atención mientras le acechan los escándalos de corrupción.

En las favelas, los barrios pobres donde se concentra principalmente la violencia de Río, las preocupaciones van mucho más allá del plano político. Sus habitantes conviven con tiroteos cotidianos, en medio de la guerra de las facciones de traficantes y duros operativos policiales.

“La gente en las favelas tiene cada vez más miedo. El decreto quizás solo sea una maniobra política, pero son ellos quienes están en primera línea en caso de abusos de las fuerzas de seguridad”, alerta Anderson França, autor de “Río en llamas”.

“Las intervenciones militares en Rio siempre fueron violentas, agresivas, represivas. No creo que estén allí para promover el diálogo”, afirma França, preocupado por la impunidad en caso de abusos ya que los soldados sólo responden a la Justicia Militar.


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