Trump inició el giro hacia Cuba, con duro discurso y medidas limitadas

Rodeado de exiliados cubanos y con una retórica anticastrista, el presidente de EE. UU. anunció la “cancelación” del acercamiento hecho por Obama. Vetó compras al complejo empresario-militar de la isla y limitó viajes. Pero no rompió relaciones y mantuvo avances.

Donald Trump se rodeó de anticastristas en Little Havana, el histórico barrio del exilio cubano en Miami, y habló en un teatro que lleva por nombre el de un líder de la Brigada 2506, que encabezó la fracasada invasión de Bahía de Cochinos en 1961 que quería derrocar a Fidel Castro. La simbología para hablar de sus planes sobre Cuba era clara y la acompañó con una dura retórica anticastrista que no se escuchaba a un presidente de Estados Unidos desde hace más de ocho años. Pero las medidas que pone en marcha no se corresponden con la “cancelación” que anunció de la política de Barack Obama.

“Estoy cancelando el acuerdo completamente unilateral con Cuba de la administración previa”, manifestó Trump en el Teatro Manuel Artime de Miami. “Hoy anuncio una nueva política como prometí en la campaña”.

Trump va limitar los viajes de estadounidenses a la isla buscando impedir toda posibilidad de turismo de los ciudadanos de su país -que por ley lo tienen prohibido pero que lo practican encubiertamente gracias a las flexibilizaciones de Obama- y tratará de que no llegue financiación norteamericana al gobierno de Raúl Castro vetando a las empresas las transacciones con compañías en manos de las fuerzas armadas cubanas. La medida tiene en la mira a GAESA, el brazo empresarial de las fuerzas armadas cubanas, que expertos en Estados Unidos estiman que controla en torno al 60% de la economía de la isla y el 80% del sector turístico.

Son cambios importantes que tendrán impacto en la economía cubana cuando entren en vigor dentro de tres meses, y que afectarán también a aerolíneas y otras empresas estadounidenses ligadas al sector de los viajes.

“Nuestra nueva política comienza con un estricto cumplimiento de la ley estadounidense”, dijo refiriéndose al embargo que suavizó Obama. Trum pone condiciones para avanzar en la relación: que Cuba convoque elecciones supervisadas internacionalmente, que libere a los presos políticos y legalice los partidos.

Pero la mayor parte de la herencia del demócrata se mantiene, incluidas las embajadas en Washington y La Habana, que reabrieron sus puertas en 2015 tras más de 50 años de ruptura diplomática. Los vuelos comerciales directos y los cruceros continuarán. Las remesas desde EE.UU. seguirán fluyendo. Y no reinstaurará la política de “pies secos, pies mojados”, que garantizaba residencia a los cubanos que lograban pisar suelo estadounidense y que Obama eliminó antes de dejar la Casa Blanca.

Detrás del giro de Trump está el cumplimiento de la promesa de campaña a los viejos exiliados anticastristas de Miami para afianzar su voto cuando Florida era determinante para la victoria electoral, aunque ahora les da menos que lo que prometió. Porque Trump no ha revertido la política de Obama hacia Cuba, que según las encuestas aprueba tres cuartos de los norteamericanos. Y tampoco ha ido todo lo lejos que pretendían el senador Marco Rubio y el congresista Mario Díaz-Balart, que aplaudieron no obstante con ganas a Trump cuando vinculó al Gobierno cubano con el régimen de Corea del Norte y lo culpó de la crisis en Venezuela .

A la espera de una reacción del gobierno cubano, el diario oficial Granma marcó la pauta ayer y lamentó que Trump haya optado por “un regreso a la Guerra Fría”.

“Ahora que soy presidente de EE. UU. denunciaré los crímenes del régimen de Castro. Sabemos lo que pasa y recordamos lo que pasó”.

Donald Trump, presidente de los Estados Unidos.

“Lo suficiente para hacer daño”

Varios analistas consultados consideran que el peligro de los cambios de Trump es que permitirán al gobierno de Raúl Castro volver a construir un enemigo que le sirva de excusa para sus políticas más duras.

“El gran riesgo es que refuerce a la línea dura en Cuba y retrase más o estanque las necesarias reformas en el país. La línea dura se sentirá justificada y usará la posición de Trump para argumentar que el Gobierno cubano no debería haber confiado nunca en el estadounidense”, dijo Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano.

“Por nada más que un retroceso parcial, Trump nos ha vuelto a convertir en el malo de la película”, opinó Ben Rhodes, el asesor de Obama artífice del acercamiento a Cuba. “No van tan lejos como la verdadera línea dura, pero sí lo suficiente para hacer daño”.

Datos

“Ahora que soy presidente de EE. UU. denunciaré los crímenes del régimen de Castro. Sabemos lo que pasa y recordamos lo que pasó”.

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