Con el guano de cerdos, genera biogas en medio de las chacras de China Muerta

Dehuin Zanotto tiene 25 años. Construyó en su casa de China Muerta un biodigestor que utiliza guano de cerdo. Vende fertilizante hecho con agua de descarte.

Tiene cara de chico y parece jugar a ser científico en medio del terreno lleno de chatarra. Pero Dehuin Zanotto ya cumplió los 25 años, formó una familia y sus experimentos, no son juegos. Desde hace tres años trabaja en la construcción de un biodigestor y con residuos de la producción porcina genera gas. Su padre Eugenio le dijo una vez que “en el mundo no hay crisis energética, sino cultural, porque la energía abunda, lo que falta es aprovecharla”, y él lo hizo.

En China Muerta, frente a un brazo pequeño del río, está la casa que hicieron con su compañera Noelia Montiel. La levantaron con bolsas de arpillera rellenas de piedra y adobe. A pocos metros se ven los caños del biodigestor y el olor denuncia la materia prima. En el techo hay un termotanque solar y un horno de barro; sellos de que la autonomía energética es un legado familiar.

“No lo descubrimos, pero mi viejo Eugenio es profesor de electricidad. Siempre lo quiso hacer pero no tenía tiempo”, dice Dehuin y cuenta como lo comenzaron a concretar.

En la casa grande de sus padres, que está a unos metros de la suya encontró un manual que abordaba generalidades de los tipos de digestores. A esa información, sumó un video de una agencia alemana y empezó con las pruebas.

En la etapa inicial hicieron mediciones térmicas y ensayos en un bidón. Como funcionó, hizo el pozo y comenzó a realizarlo a gran escala. Alejandro Bianchi, un productor y vecino de China Muerta aportó el guano.

Valeria Herrera y Emiliano Licioti, son consultores técnicos del INTI y llegaron por la mañana para medir la temperatura que hay dentro del biodigestor. Dehuin busca un palo, amarra un aparato y lo baja. Dice que hace unos días que no lo carga, por lo que la temperatura bajó un poco. Mientras hacen cálculos explica a grandes rasgos, cómo funciona.

“Tiene una boca de entrada, un tanque de fermentación y una salida. Es como el sistema digestivo de una vaca. Debe tener falta de luz, de oxígeno y temperatura constante. A lo largo del proceso, un kilo de guano genera 52 metros cúbicos de gas. Una cocina, en un día consume 1000 litros. Lo que busco es que el resultado permanezca más estable, que salga a la misma presión, con la misma pureza”, dice Dehuin e invita a pasar a su hogar.

Todo se transforma

En la casa, Tahiel su hijo de dos años, manipula unos clavos e imagina que está soldando. Las paredes de adobe pintadas de blanco están escritas. Con crayones de colores, en la parte de abajo, aparece la visión del mundo de Tahiel. Arriba, la de Dehuin y Noelia. En un cuadro analizan clientes, costos, fuentes de ingresos y la frase: “la suma de los pequeños detalles hace la gran diferencia”, corona la idea.

Valeria cuenta que llegaron allí junto con técnicos del INTA a asistir a Dehuin, pero encontraron con que él tenía todo calculado. “Tenemos la teoría, pero la experiencia la tiene él. No hay otra experiencia en la zona y como organismo tratamos que sea un sistema eficiente y que se pueda replicar”, dice la técnica.

Dehuin valora que con su experiencia convierte un residuo en biogás, pero también produce biol. Este, es el líquido que sale del biodigestor, una vez que se completa el proceso y descubrió junto a César Gutiérrez, el técnico del INTA con el que trabaja, que tiene valor como fertilizante orgánico. Por eso estudian como lograr una calidad estandarizada y que se pueda vender.

“Pruebo, si me sale bien pruebo de nuevo y así, para no perder demasiado. Lo del biol fue una sorpresa, porque lo llevé a la feria para ofrecerlo y el primer día vendí diez bidones”, dice el joven.

Los chicos son de Neuquén. Él a los 12, y entre idas y vueltas fue a vivir a China Muerta de manera definitiva. Con Noelia están juntos hace 9 años. Ella cuenta que se conocieron en el secundario, en Plottier. La vida de los tres transcurre a la orilla de ese cauce de agua, donde Noe amasa panes de harina, con semillas o integrales, que por su sabor, son famosos en la feria. Luego, los cocina en un horno de barro que, como no podía ser de otra manera, Dehuin inventó.

“El horno lo hice yo. Probé hacerlo y me salió. Ahhh!, Era re probador”, dice y larga una carcajada sonora. Luego enciende la cocina que funciona con el gas que él generó y prepara mate. Mientras ríe busca el origen de su mente inquieta y la encuentra fácil en su padre. “La influencia fue grande. Es como ser hijo de Messi y no saber de fútbol”, concluye el joven inventor.

Detalles de un proceso

natural y ecológico

El digestor tiene 12 metros cúbicos, más una campana que siempre queda con gas de reserva.

Genera 5 metros cúbicos con una carga de 200 kilos de guano y 200 litros de agua.

Si se deja cargar por 56 días igual tendrá gas, porque genera paulatinamente todos los días.

“Este sistema no quiere decir que no vamos a consumir derivados del petróleo, pero te permite otras cosas”,

dijo Dehuin Zanotto, inventor del sistema de generación de gas.

“Tratamos de obtener una caracterización de las buenas prácticas. Además describir el proceso de biodigestión”,

comentó Valeria Herrera, consultora técnica del instituto tecnológico.

Un kilo de guano genera 52 metros cúbicos de gas. Dentro del tanque de fermentación se debe mantener la falta de luz y oxígeno y una temperatura constante.

Datos

“Este sistema no quiere decir que no vamos a consumir derivados del petróleo, pero te permite otras cosas”,
“Tratamos de obtener una caracterización de las buenas prácticas. Además describir el proceso de biodigestión”,
Un kilo de guano genera 52 metros cúbicos de gas. Dentro del tanque de fermentación se debe mantener la falta de luz y oxígeno y una temperatura constante.

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