Llega otro invierno y 55.000 garrafas siguen arrumbadas

La planta nunca entró en funcionamiento. Desde el 2015 está paralizada por una medida judicial. La empresa estatal reconoce que este año no operará.

Desde hace algunos días las bajas temperaturas llegaron para quedarse en la región, y mientras en las despensas y distribuidoras de garrafas de la ciudad ya se hace fila para combatir al frío, la costosa planta fraccionadora de garrafas de la meseta, construida por Enarsa, sigue sin funcionar y sus 55.000 garrafas no podrán ser usadas este invierno.

Hace ya seis años, en septiembre de 2011, se anunciaba con bombos y platillos la unión entre la cooperativa CALF y Energía Argentina (Enarsa) para la construcción de esta planta bajo la figura de Enarsa Patagonia. Un año después la obra estaba en marcha y para el 2014 se habían invertido 57 millones de pesos en su montaje, 9 millones más que los inicialmente previstos.

A esa millonaria inversión se sumó el envío de las garrafas, nada menos 54.845, valuadas actualmente a precios de comercio en unos 65 millones de pesos.

Pero fue en 2015 que una disputa entre la empresa constructora y Enarsa Patagonia derivó en una serie de medidas judiciales cruzadas, entre las que a pedido del constructor Carlos Barbato, se dispuso una medida de no innovar que aún está vigente, y que es una de las causas de la parálisis de la planta fraccionadora.

Consultados por “Río Negro”, desde Enarsa se advirtió que “debido a la medida judicial de no innovar nos encontramos imposibilitados de dar solución alguna para modificar o reparar las instalaciones de modo tal que la planta pueda entrar en funcionamiento”.

La aclaración se debe a que la planta no pasó en su momento las inspecciones necesarias. Se detectaron fallas estructurales en los sistemas de protección de incendios, en la configuración de las cañerías y en los tanques de reserva que llevaron a determinar que la construcción requiere de una reparación que, hace tres años se valuó en 14 millones de pesos, y que actualmente podría superar los 25.

Desde Enarsa explicaron que “aún estamos a la espera de las pericias técnicas en el marco de la causa judicial”. Y enigmáticamente advirtieron que las pericias “deben brindar a la justicia datos concretos sobre el estado actual de la instalación y de su potencial utilización como planta fraccionadora de gas licuado”.

La advertencia de Enarsa sobre la “potencial utilización” de la planta fue reflejada en la última Memoria de la empresa disponible en su página web, en la cual se señala que la fraccionadora “fue construida en una zona abastecida por redes de gas natural en más de un 80%, próxima a otras plantas de fraccionado de GLP y con capacidad de fraccionado muy superior al potencial consumo de la zona”.

Por lo que se remarcó en esa Memoria que “este negocio no va a alcanzar su punto de equilibrio en ninguno de los escenarios y deberá ser subsidiada por el Estado Nacional en caso de ponerla en funcionamiento en su situación actual”.

El proyecto

Las irregularidades del complejo incluyeron el terreno aportado por CALF. Recién en el 2015, con la obra terminada, se logró transferir las tierras a Enarsa.

Los equipos se oxidan

sin haber sido usados

Exactamente son 54.845 las garrafas que Enarsa posee en el predio del Parque Industrial de Neuquén en desuso desde hace casi tres años. Es que no pueden ser utilizadas ya que nunca se peritó si son aptas.

La gran mayoría (49.849) son del tamaño más usado en el mercado, de 10 kilos, a las que se suman otras 4.996 de 45 kilos.

Mientras la planta permanece inactiva, la sede cuenta con personal de seguridad para evitar el robo de las garrafas.

Es que desde Enarsa informaron a “Río Negro” que los envases “sólo podrán ser utilizados una vez que puedan inscribirse en el Registro Nacional de la Industrial de GLP y a su vez, sólo será factible luego de habilitarse la planta”.

Datos

57 millones
de pesos costó la planta de la meseta. La reparación de las fallas de construcción fue valuada en otros 14 millones.
Las irregularidades del complejo incluyeron el terreno aportado por CALF. Recién en el 2015, con la obra terminada, se logró transferir las tierras a Enarsa.

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