Tres generaciones en la refinería

Décadas después, el destino familiar sería el mismo. El abuelo fue sereno, Adán trabajó en boca de pozo y ahora su hijo Nicolás está empleado en el laboratorio.

En cualquier ciudad, o pueblo, los lugares de trabajo son parte de la identidad de la gente. En Plaza Huincul, como en Cutral Co, el petróleo, la destilería e YPF fueron para muchos, los escenarios en los que se desarrolló la historia familiar. Allí nacieron las anécdotas que se contaban en las sobremesas y en los bares del pueblo. Ese es el lugar en el que todos quieren trabajar y los Rosales lo lograron por tres generaciones.

Por los ‘40, fue Fernando Rosales el primero en llegar a la zona. Él ya tenía familia y se trasladó a la zona persiguiendo el boom de la época, recuerda su nieto Nicolás, quien no lo conoció, pero su padre le contó algunas cosas. “Trabajó para la antigua seguridad, que ahora se contrata de manera externa. En ese tiempo significaba mucho entrar en YPF”, dice Nicolás, de 35 años, entre los microscopios y tubos de ensayos con los que trabaja. En el pecho, su ropa tiene bordado el sello de la empresa que no es propia, pero sin dudas es familiar.

Su papá, Adán Rosales, hoy tiene 70 años, está jubilado, pero pasó 42 años en la empresa. Cuando ingresó, el primer lugar en el que trabajó fue el yacimiento y durante siete años se desempeñó como boca de pozo.

“Estaba por la zona de Rincón de los Sauces. Cuenta que era sacrificado, que era todo trabajo manual, muy duro y que después fue cambiando eso”, dice Nicolás.

Cuando nacieron sus hermanas mayores, su padre recibió algo así como un ascenso y se fue a trabajar a la planta de despacho, de la Refinería de Plaza Huincul. Entró en la parte administrativa y debía encargarse de lo referente a movimiento de producto, ventas y demás. Pasado el tiempo, hoy disfruta del tiempo libre. “En ese puesto estuvo 25 años, se jubiló hace cinco y está bien de salud”, contó el joven.

Nicolás Rosales, finalmente, ingresó a los 20 años y ya lleva 15 en la empresa. Cuando entró, su tarea era tomar muestras en el laboratorio. Los últimos años de Adán y los primeros de Nicolás, compartieron el lugar de trabajo. “Tuvimos la oportunidad de trabajar juntos por unos seis años, aunque no en el mismo sector”, recuerda con nostalgia.

Por esos años, todo era nuevo para Nicolás en el laboratorio de ensayos físicos. Tenían que hacer pruebas de rutina de los diferentes combustibles y Adán sabía que a las seis el ritmo de laburo, bajaba. “Se escapaba y venía donde yo estaba a tomar unos mates. Ya llevaba tantos años acá adentro, que yo lo cargaba y le decía ‘no querés trabajar más’”, cuenta.

Nicolás estudió el secundario, terciario y en los primeros años estudiaba y trabajaba. Su abuelo fue un sereno, su padre llegó de boca de pozo a la administración y actualmente él, en el laboratorio, hace un trabajo especializado.

Las historias y las anécdotas se valoran y se comparten. En Plaza Huincul y en Cutral Co, el petróleo, la destilería e YPF marcaron los destinos de muchos.

“Este lugar para mí representa mucho. Es de lo que vivimos. Mi papá con su papá, yo con el mío, siempre hablamos de la empresa”.

Nicolás Rosales,

laboratorista de la refinería YPF Plaza Huincul.

Datos

Las historias y las anécdotas se valoran y se comparten. En Plaza Huincul y en Cutral Co, el petróleo, la destilería e YPF marcaron los destinos de muchos.
“Este lugar para mí representa mucho. Es de lo que vivimos. Mi papá con su papá, yo con el mío, siempre hablamos de la empresa”.

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