A 30 años de un “prolijo” crimen que aún intriga a San Martín

Enriqueta Díaz, una enfermera que, tras una ramada, fue a su casa, desapareció y fue hallada asesinada con precisos cortes.

Le dio un beso a su hija y se fue a trabajar. La noche del sábado había sido divertida en la “ramada” donde estuvo junto a dos amigas, a pocas cuadras de su casa. A la mañana, compartió un momento con su niña de 13 años y salió rumbo al hospital, donde se desempeñaba como enfermera. La principal conjetura es que nunca llegó.

Hoy se cumplen 30 años del asesinato de la joven Enriqueta Díaz, un caso que generó profunda conmoción en el pueblo que era entonces esta pequeña ciudad, en aquellos años en los que todos los vecinos se conocían entre todos. No obstante, el femicidio quedó impune. A esta altura, además, el delito está prescripto. Pero el escozor todavía se siente…

Festejo sin incidentes

Ninguno de los asistentes a la “ramada”, una celebración típica que se llevó a cabo aquella noche en la esquina de 3 de Caballería y Elordi, declaró en el expediente haber visto algo fuera de lo habitual durante el encuentro.

Tomaron algo, escucharon música, bailaron y cuando despuntaba la madrugada, cada cual se desperdigó hacia su hogar.

Enriqueta tenía 33 años el domingo 20 de septiembre de 1987, cuando fue vista con vida por última vez.

Caminaba hacia su lugar de trabajo por la calle Rivadavia, en dirección sur.

La policía encontró su cadáver recién un día después, el lunes 21, entre unos arbustos a orillas del arroyo Pocahullo, cerca del puente de la calle Rivadavia, a un costado del club Lácar.

Cortes “profesionales”

El caso impactó por la prolijidad y la limpieza de los cortes que le causaron la muerte.

Tenía seccionadas la carótida y la yugular con certeros tajos, una tercera herida provocada con un elemento filoso a la altura de la ingle, un corte sobre el mentón y algunos dedos de la mano lastimados.

En medio del matorral donde se la encontró no había huellas de sangre.

Las pericias forenses descartaron que hubiera sido violada.

Al cabo de un mes de investigación, se detuvo a Luis Yañez, un conocido vecino con retraso madurativo a quien luego se liberó por falta de mérito.

Según consignaron medios de comunicación locales en aquel entonces, el juez que llevó adelante las pesquisas, Luis Titanti, declaró que “la falta de habitualidad de este tipo de crímenes, sumados al hecho de que el o los asesinos dejaron muy pocas huellas, permitiría suponer que el asesinato no fue cometido por un principiante”.

Luego de 30 años, el despiadado asesinato de Enriqueta Díaz sigue constituyendo una incógnita para los vecinos de esta localidad.

Muchos rumores,

ninguna pista firme

Mucho se especuló sobre los motivos que derivaron en la cruel muerte de Enriqueta Díaz. En el pueblo se habló de amantes poderosos, de tráfico de drogas, de venta de órganos, aunque nada de ello pudo descubrirse según consignan los archivos de la época. El único sospechoso que tuvo la causa fue un “oligofrénico”, tal como se lo describió, que a la postre quedó liberado de culpa y cargo.

Los familiares de Enriqueta Díaz prefirieron guardar silencio ante la proximidad de la fecha, al cumplirse 30 años del asesinato. Su hija, aquella niña que acarició su mejilla por última vez antes de que fuera a trabajar, murió una década después por causas naturales. El ex juez Titanti también falleció hace varios años. El cúmulo de rumores alrededor de este homicidio sin culpables también, poco a poco, se acalló.

Un crimen profesional que aún estremece a San Martín, 30 años después

producidas con un elemento muy filoso en la carótida, la yugular, la ingle, el mentón y los dedos tenía el cuerpo. No hubo señales de abuso.

5 heridas


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