“Pescador”, una película negra a plena luz del día

José “Toti” Glusman dirige un thriller playero protagonizado por Darío Grandinetti. En esta entrevista cuenta el modo en que trabajó las escenas con los jóvenes actores y se refirió a la grata sorpresa que resultó ser el debut actoral de Jazmín Esquivel.

El pescador. Darío Grandinetti encarna un ermitaño de playa que ve interrumpida su soledad con la llegada de jóvenes visitantes.

José “Toti” Glusman es actor de teatro y cine, pero se lo conoce principalmente como director, esta vez de “Pescador”, un thriller que se estrena mañana y tiene como figura central a Darío Grandinetti, el personaje del título, que se esconde del mundo y de golpe descubre que ya no está solo frente al mar con sus secretos a cuestas.

Santos, el protagonista en cuestión, es un ermitaño del que nada se sabe, pero pesca allí en la costa para vender su cosecha y vivir en soledad, pero una mañana descubre que ya no está solo porque en un parador vecino se instaló un grupo de veinteañeros que piensa abrir allí un lugar de comida y buenos tragos.

Desde ese momento ya nada será igual ni para él ni para los recién llegados con sus propias historias, pero en la medida que el tiempo pasa, capa a capa se irán revelando cuestiones que, pensadas o no, terminarán estallando y descubriendo que hay algo más que es necesario resolver, o al menos superar, para lograr la meta.

Glusman ha demostrado con sus anteriores ficciones, como “Cien años de perdón”, “Solos” y “Domingo de ramos” tener una gran preocupación por la dirección de actores, igual que rigurosidad a la hora de los documentales, como ocurrió con “Final de obra” y con el curioso “León, reflejos de una pasión”.

Glusman, que rodó este largometraje en noviembre de 2016 en Valeria del Mar, contó además de con Grandinetti, con las actuaciones de la debutante Jazmín Esquivel (la cantante conocida por sus temas con el grupo Los Alces), Emilio Bardi, Juan Grandinetti, Darío Levy, Guillermo Aragonés, Emiliano Díaz, Matías Marmorato y Gigi Ruá.

P- ¿Por qué este género?

José Glusman- La verdad que es porque me gusta. La idea original surgió en 2006, y la retomé en 2013 con Iván Tokman. Donde yo siempre mejor me siento es con los actores, en la puesta, y si bien me gusta ensayar con los actores, con figuras como Darío no podés contar muy anticipadamente, pero sí podíamos ir hablándolo. Es una película con poco texto, había que trabajar el personaje desde su introspección.

P- Eso implica una absoluta confianza…

JG- Un día vino Darío a mi estudio y me dijo “Ya lo tengo, por mí no te preocupes”. Ese “que no me preocupe” no era del todo bueno, porque no podía dejarle todo a él, sino poner todo eso que él me proponía al servicio de lo que ya tenía en mente. Darío es hiperprofesional, y le podía decir vamos para allá 14 veces y todas las veces lo hacía igual. Entonces empecé a trabajar cosas que eran inherentes al guión.

P- Trabajar ese encuentro entre desconocidos…

JG- En la película, Santos, el pescador solitario, no se conoce con los pibes, entonces nunca junté a Darío con ellos antes del rodaje. Con los chicos trabajamos mucho, incluso en situaciones que no están en la película, de cuando ellos eran pequeños y juntos iban al mismo colegio en el pueblo, cómo cada uno de ellos se fue y volvió, cosas que no tenían que ver con la película pero que al momento de ir a rodar, podía mostrar que ese vínculo preexistía. Ese espíritu quedó, y también el hecho de que se produzca esa confortación de no conocerse

P- Es decir que de alguna forma fueron construyendo el vínculo a partir del mismo rodaje…

JG- Y cómo construyen el vínculo los actores en la misma puesta en escena. Por ese lado fuimos encontrando los códigos de la actuación, que creo que están parejos, cada uno con su propia historia. La actuación no tiene golpes bajos, como tampoco la narración, que si bien va mutando de género, no te traiciona. Hubo un trabajo muy intenso con los actores, pero también en la parte técnica. En el montaje, Emiliano Serra fue clave, hubo un importante ida y vuelta, igual que con la fotografía. Fue muy estimulante. Técnicamente es la película que más disfru

José “Toti” Glusman, el director de “Pescador”.

P- ¿Cómo definirías al personaje central?

JG- Hay algo que no se sabe y solo se devela una parte, un enigma, dilemas no resueltos, un dolor muy profundo, hay algo que se le murió adentro y que no lo dice…

P- Hay algo en la estética de la película que también está subrayado…

JG- La idea está y es clara: quería hacer una película negra con claridad, a plena luz del día. Tengamos las guaridas abiertas, en el bosque o en la playa: generemos nuestro espacio-tiempo, nuestra propia ficción, porque solo así se puede esconder algo. En la propuesta estaba la idea de cómo encarar esos escenarios. Desde un lugar un poco más profundo, con poco texto, sin desarrollar los temas, la idea era hablar de algunas cosas, como la corrupción de la justicia, la amistad, los valores, los códigos, la diferencia generacional.

P- Hay como mucha observación en los personajes para que sean verosímiles…

JG- Fue una búsqueda poder generar credibilidad, tanto en ese mundo como en esas situaciones, con esas relaciones. Una vez leí que (Federico) Fellini dijo que “las películas tienen vida propia y piden” y que él las odiaba por eso. A mí me parecía que no, que él no las odiaba y que no pedían sino que por lo contrario uno ponía todo en ellas, y la verdad que hoy en esta, mi sexta película, le doy la razón.

P- ¿Por qué?

JG- La película te va pidiendo un ritmo, una cadencia narrativa, una sonoridad, más allá del guión. Cuando estás más cerca o más lejos el mar te pide, el viento del costado o el del mar con el salitre… Son sutilezas que van apoyando la actuación. No inventamos nada: no pensamos que la zona iba a ser tan fuerte… Y eso ocurre antes de que el relato se convierta en thriller lanzado. Ahí también tiene mucho que ver la música disruptiva, que rompe con lo previsible.

P- ¿Cómo apareció Jazmín?

JG- Jazmín fue todo un descubrimiento. Yo quería que hubiese un rostro poco reconocible al lado de Darío, primero porque sentía que la película era su personaje, quería que ella sea la sorpresa. Jazmín viene de formarse actoralmente con Pompeyo Audivert, pero básicamente es cantante. Le hice unas pruebas y le empecé a encontrar una naturalidad y una mezcla perfecta para su personaje. Los personajes femeninos son muy importantes. También es clave Gigí Ruá como la abogada.

Darío Grandinetti, el pescador armado.

José Glusman:

filmografía breve

José Glusman (Buenos Aires, 1958) es actor y director. Como actor, participó de “El amor es una mujer gorda” (1987), “Rapado”, (1992), “Gatica, el Mono” (1993), “Cien años de perdón” (1999), “Solos” (2006), “Vecinos” (2008), “Domingos de ramos” (2010), “Motín en Sierra Chica” (2013) y “Koan” (2014).

Sin embargo, su trabajo más reconocible es detrás de cámara: “Cien años de perdón”, “Final de obra” (2006), “Solos” (2006), “Domingos de ramos” (2010), “León, reflejos de una pasión” (2015) y “Pescador”.


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