Los natatorios con mayor demanda

La supervisión de la calidad del agua está a cargo de Provincia, que no dispone de los inspectores suficientes para realizar su tarea cada 60 días al menos, como lo marca la normativa.

Piletas públicas ya no quedan en Bariloche. La única que existía cerró hace cinco años. Pero las privadas son cada vez más y los organismos de fiscalización no dan abasto para garantizar el cumplimiento estricto de las regulaciones vigentes.

Una de las principales falencias tiene que ver con la presencia obligatoria y permanente de guardavidas habilitados, que en muchos casos no se cumple. El sindicato que los agrupa se quejó de la laxitud de los controles y de la existencia de una ordenanza municipal que fija esa obligación pero que “es insuficiente y debe ser actualizada”.

La verificación de la calidad del agua es responsabilidad de la Unidad Regional de Epidemiología y Salud Ambiental Zona Andina, que depende de la provincia.

La realidad local difiere en mucho de la registrada en otras localidades de la región, ya que la cantidad de natatorios con explotación comercial se multiplicó en los últimos años. Todos los hoteles de cuatro y cinco estrellas cuentan con ese servicio y se sumaron también varios complejos de “tiempo compartido”, cabañas y bungalows de alta gama que ofrecen pileta.

Según las fuentes consultadas, actualmente las piletas habilitadas en Bariloche son alrededor de 70, cuando hace una década no llegaban a 50.

Por esa razón, al doctor Eduardo Herrero (responsable local de Salud Ambiental) se sumó hace tres meses un licenciado en higiene, a fin de reforzar los controles.

Aun así, no llegan a efectuar fiscalizaciones en cada pileta con frecuencia no mayor a 60 días, como marca la resolución 101/07, que regula en toda la provincia la inscripción, habilitación y funcionamiento de natatorios.

Herrero explicó que para la habilitación inicial las piletas deben contar con el permiso emitido por el municipio y también superar la verificación de las duchas, baños y el recinto de la pileta (que la superficie sea antideslizante y no tenga bordes puntiagudos), el sistema de filtrado y recirculación del agua, entre otros requisitos técnicos.

Dijo también que “tienen que tener guardavidas” y que su ausencia “es motivo de clausura”. Señaló que les han tocado casos de natatorios que pedían habilitación por 24 horas pero “tenían sólo dos guardavidas, de modo que era imposible que cumplan los turnos” y por eso les impusieron una restricción de horarios.

“Se está exigiendo en todos los casos y no nos ha tocado tener que infraccionar por ese tema”, dijo Herrero. Según indicó, la última clausura que recuerda ocurrió hace tres años.

Admitió que la tarea es ardua y que en Bariloche se agregan “una o dos piletas” cada año. Además de las existentes en los hoteles hay un par de natatorios en jardines de infantes y están las dos más grandes, que pertenecen al club Los Pehuenes y a “Piletas del Nahuel”, y que son las únicas aptas para competencias de natación.

Además, Salud Ambiental de Bariloche tiene bajo su tutela una pileta de importante tamaño en el complejo Valle del Challhuaco, que trabaja con turismo estudiantil, otras dos piletas existentes en El Bolsón y una más en Paso Flores.

Según indicó Herrero, los controles periódicos incluyen verificaciones de la proporción de cloro, la turbidez, la acidez del agua (pH) y la temperatura.

Esta última es una variable delicada, porque según la resolución 101 el agua no debe superar los 26°, aunque en la zona andina se acepta hasta 29° como máximo. “Los libros de quejas están llenos de observaciones de turistas brasileños, a los que les parece fría –señaló Herrero–. Pero tienen que entender que son piletas para nadar, no un jacuzzi. A 33 grados puede ser más agradable, pero las bacterias se cuadruplican en minutos”.

En algunas ocasiones los inspectores de Salud Ambiental también toman muestras para realizar pruebas de laboratorio y medir el volumen de materia orgánica.

Herrero dijo que en cada visita revisan además la estructura de los recintos, que no haya óxido, y que los baños estén libres de hongos “y de superficies resbaladizas”. Dijo que en algunas piletas hicieron cambiar perfiles de hierro por aluminio, que soporta mejor la corrosión, y encuentran resistencia de los propietarios “porque es más caro”.

Señaló que cuando los parámetros de cloro, de pH o de turbidez “dan mal” exigen un recambio del agua total o parcial.

La cifra

El certificado médico no se exige

Si bien la normativa vigente señala que los bañistas “deberán poseer certificado expedido por el servicio médico debidamente autorizado”, Salud Ambiental no lo exige ni lo controla. Herrero dijo que ese requisito es incumbencia “del dueño del natatorio”. De hecho, hay piletas cuyos usuarios esporádicos ingresan sin certificado.

Los titulares de los natatorios tienen que llevar obligatoriamente un libro “foliado y rubricado” en el que se debe asentar valores de pH dos veces y proporción de cloro cuatro veces por día.

El jefe de Salud Ambiental dijo que las inspecciones –por resolución– deben realizarse cada 60 días, pero que en la práctica los plazos son mayores. “Por la escasez de personal y la cantidad de piletas no hemos podido cumplir”, admitió.

Claudia Pérez, de Piletas del Nahuel, dijo que reciben controles de Salud Ambiental, “una vez por mes” y que ellos mismos llevan un estricto seguimiento con el cuaderno obligatorio.

Pérez dijo que no pasan por alto ninguna de las exigencias porque “son la base de la seguridad en la pileta”. Piletas del Nahuel es la más concurrida de la ciudad, pero hay otras con gran afluencia como la de Pehuenes y las de algunos complejos como Rupu Pehuen y Villa Sofía, que no sólo están a disposición de los pasajeros allí alojados sino que reciben clientes externos.

La única pileta pública municipal, ubicada sobre la avenida Costanera, fue clausurada en 2011 y nunca volvió a abrir.

En relación con la presencia de guardavidas, que deben tener título reconocido y reválida anual, este diario no pudo chequear que el municipio realice un seguimiento estricto. El subsecretario de Deportes, Daniel Ljumberg, aseguró que ese control desde el año pasado quedó a cargo de la dirección de Protección Civil, pero desde esa repartición señalaron que sólo se ocupan de los guardavidas de los balnearios públicos delimitados en el lago, no de las piletas particulares.

Qué dicen los guardavidas

La legislación municipal es antigua pero está vigente y obliga a exigir que todos los natatorios “tanto público como privados, habilitados a tal fin” cuenten con servicio de guardavidas. Pero en la práctica, muchas piletas no tienen profesionales certificados y los reemplazan con profesores de educación física o simples cuidadores.

Sebastián Ruso, dirigente de la Asociación de Guardavidas de Bariloche, dijo que hace tiempo presentaron un proyecto para impulsar una nueva ordenanza, hasta ahora sin resultados. Sólo encontraron un eco parcial en la directora de Protección Civil Patricia Díaz y el concejal oficialista Gerardo Avila.

“Desde hace años peleamos para regular la actividad
–explicó–. Nos apoyamos en la ley nacional de guardavidas”.

Ruso insistió en que las piletas privadas de uso comercial, sin importar el tamaño, están obligadas a contar con guardavidas, “pero no hay nadie que fiscalice”.

La calidad del agua

Según la reglamentación vigente, las piletas de uso recreativo deben cumplir con los siguientes parámetros:

Turbidez: un disco negro de 15 centímetros de diámetro, ubicado en el fondo de la pileta a máxima profundidad, debe ser visible desde 9 metros “con luz normal de día”.

Acidez del agua: debe tener un ph que no se exceda del rango 7,2 a 8,2.

Cloro: debe estar entre 0,2 y 0,6 partes por millón.

Temperatura: el agua tiene que estar entre 24 y 26 grados. En la región Andina se permite hasta 29 grados.

Además de los controles periódicos de la autoridad de aplicación, los natatorios deben llevar registro diario de los datos, en un libro que en todos los casos estará a disposición de los inspectores.

Otros requisitos son el paso obligatorio de los usuarios por lavapiés y ducha antes de ingresar a la piscina.

Datos

70
piletas son las habilitadas en Bariloche para uso del público, aunque todas son de propietarios privados.

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