La corredora que se animó a desafiar los prejuicios

Ana Karla Canosa es la única mujer que participa en el campeonato de la Fórmula 850. Su presencia genera asombro en un mundo en el que prevalecen los hombres. A fuerza de talento, se hace un lugar a bordo de su “flecha de plata”.

Ana no pierde la elegancia al caminar. A lo lejos se la puede identificar por su traje antiflama de color amarillo. En un ambiente considerado exclusivo para hombres, muestra su mejor sonrisa, saluda y se dirige hasta su auto minutos antes de que empiece la carrera.

“Estoy estrenando auto”, dice acerca de su bólido de color plata que en el techo tiene una bandera a cuadros. En el sector de boxes del circuito El Rebenque, su familia la espera para darle los últimos consejos y asegurarse de que tiene todos los elementos de seguridad.

Ana Karla Canosa tiene 22 años y es estudiante del profesorado de inglés y lenguaje de señas. Sus amigas jamás pensaron que ella se animaría a seguir el camino de su papá, quien alguna vez se sumó a las carreras de 4×4.

Esta aventura comenzó en abril cuando se acercaron a ver una carrera. Allí le preguntaron si le gustaría correr. Lo demás fueron semanas de preparación y puesta a punto del Fiat 600 que conduce.

“Me pongo re nerviosa antes de correr”, reconoce sobre la previa que incluye un recorrido a pie por el circuito para calcular los momentos exactos de frenado para ganar segundos que la podrían llevar al podio.

Es la única mujer entre los 16 corredores de la Fórmula 850 en Bariloche. No es un dato menor. El ambiente es ameno, pero no faltan las broncas de aquellos a los que le remarcan que “los pasó una mina”.

En su primera carrera uno de sus compañeros de pista no soportó más. Aceleró a fondo en una curva para pasar su auto, le tocó el guardabarro y la dejó fuera de competencia.

Ana dice que no es muy competitiva y que, una vez en el circuito, se olvida de todo y se divierte. Eso no le impide pensar en sus objetivos para esta temporada: “agarrar confianza”.

El aprendizaje general incluye lecciones de mecánica. Es que el auto se convirtió en un proyecto familiar que también reúne a un grupo de amigos detrás de una misma pasión.

Glamour sobre ruedas

“Cuando estoy en la pista me divierto, me encanta. Pero todavía me da vergüenza que mis amigos me vean correr”.

Datos

900
son los metros que recorre Ana en cada vuelta alrededor de uno de los pocos circuitos de tierra en Río Negro.
22
es el número de su auto. Coincide con su edad, pero lo escogió su padre. Es el segundo que usan desde abril.
“Cuando estoy en la pista me divierto, me encanta. Pero todavía me da vergüenza que mis amigos me vean correr”.

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