La Delio Valdez: “Cuando tocamos se arma la fiesta”

Cultores de la cumbia latinoamericana, esta particular orquesta se presenta esta noche en Neuquén. Pablo Broide, su saxofonista, habló con “Río Negro” y anticipó sensaciones acerca del show.

Durante sus primeros años de andar el Cumbión de La Delio Valdez (LDV) fue un horizonte, y desde hace poco, es realidad… Ahora vuelve a Neuquén, en Pirkas, hoy a las 23:59, junto a Ivonne Guzmán, su actual cantora. Musicalizará desde las bandejas, DJ Sonido Parrandero, desparramando las mejores cumbias del continente. A la fiesta sumará su presencia la banda local Luz de luna.

LDV nació en 2009 en Buenos Aires, conformada por trece jóvenes músicos con variado recorrido musical, investigando e innovando respetuosamente dentro del género musical más bailado en Latinoamérica. Su repertorio integra composiciones propias y del cancionero tradicional de cumbias colombianas, mexicanas y peruanas, arregladas y orquestadas para la formación (ver recuadro).

Esta particular orquesta entiende la cumbia como música popular de baile, y cualquier persona puede disfrutarla y encontrar una sonrisa aún viviendo situaciones adversas.

En consonancia con los orígenes e interpretación del género, ha llevado su música a distintos ámbitos y sectores de la sociedad que no cuentan con posibilidades de acceder al arte en general. “Río Negro” charló con el saxofonista Pablo Broide, horas antes de su partida a la región.

“Estuvimos dos veces por la zona, la primera hace cuatro años, en El Bolsón, donde nos instalamos”, recuerda Broide. “Fuimos en tren con todos los equipos en una movida larguísima. Una aventura que estuvo muy buena y llegamos hasta la boca del Río Negro, en Viedma, donde tocamos. Después, hace un par de años visitamos Neuquén y de nuevo Viedma, donde nos invitaron a participar en la Fiesta de la Capitalidad. Siempre nos sentimos muy bien recibidos, se armó una relación muy buena y la gente se enganchó. Ahora, hace un tiempo que no vamos, pero yo tengo fe porque todo viene funcionando bien. Se arma la fiesta cuando tocamos y nos hemos sentido bien las ocasiones que fuimos por aquellos lares del norte de Patagonia”.

P- ¿Qué ingredientes aportan para armar la fiesta?

R- Trabajamos para que el público se sienta a gusto cada vez que viene, y vuelva o invite a más gente. Sumamos nuestra dedicación diaria desde hace ya siete años, de meterle, de estudiar nuestro instrumento (saxo tenor en el caso de Pablo), la música y el género; y luego tocar juntos mucho en vivo. Ese recorrido y la tarea que hacemos, va dando frutos en nuestro crecimiento musical. Hoy no somos los mismos que en los comienzos, aprendimos más, crecimos como músicos y personas, y quienes vengan a oírnos se van a encontrar con la misma raíz pero con una propuesta nueva, distinta, más madura.

P- En Santa Marta, en el Caribe colombiano, compartí en playa El Rodadero, reuniones en rueda o en “U” de familias y vecinos bailando vallenato y cumbia descalzos en la arena. Algunos músicos tenían formación y los demás venían de trabajar en otra cosa y tocaban de noche. Vi después dos hombres fuera de un barcito tocando en un mismo acordeón la melodía de “Matilde Lina”, embriagados por el ron, llorando abrazados…

R- Ahí marcás dos aspectos con respecto al aprendizaje y la experiencia. Nosotros entendemos la cumbia y muchos ritmos que tenemos acá, como de origen ancestral. La cumbia primera tiene que ver con un patrimonio folclórico anónimo muy profundo de la gente. Lo que tocamos tiene esa raíz, pero lo hacemos desde quienes somos hoy y desde donde estamos. Entonces, tratamos de escuchar esto como género y aprenderlo como un marco para expresar lo que nos sucede hoy en día. Se relaciona con una tradición, con una forma, son vasijas que van encontrando los pueblos para contar lo que les pasa y expresarse.

Me gustó la imagen de los dos músicos llorando abrazados, que contaste… Hay algo que nosotros, músicos con un promedio de edad que no llega a los treinta, empezamos a experimentar y es la potencia de cada año que vivimos haciendo esto que nos enamora, que gusta mucho y se mete con algo muy profundo de las personas.

Como género, la cumbia es un folclore muy extendido, llega desde Estados Unidos hasta Argentina. Tenemos la suerte de estar acompañados por un músico histórico, Coco Barcala, creador de La Charanga del Caribe allá por los sesenta. Tiene más de cincuenta años en el género. Nosotros nos sentimos, en un punto, parte de esa historia.

P- ¿Cómo es, particularmente, la formación musical de ustedes?

R- Algunos estamos estudiando o terminado la carrera en la Escuela de Música Popular de Avellaneda. Agustina (Massara), mi compañera en la fila de saxos es egresada de un conservatorio clásico, y después hay de todo. En general, nos formamos más en la experiencia, siempre fuimos de tocar, de hacerlo en la calle, tratamos de movernos y de juntarnos con otros que es un punto de aprendizaje fuerte. Yo sé escribir, pero la música no está en el papel…

Tuve también la suerte de estar en Colombia y conocer San Jacinto, un pueblo del interior (al sureste de Cartagena), tocando a principios de este 2016 con Totó la Momposina (Sonia Bazanta Vides, cantante de la costa Caribe de Colombia) con su banda, una referente del folclore colombiano. Es una mujer impresionante, de una experiencia y una capacidad artística enorme que labura con músicos de los mejores que hay allá. Trabajan la tradición con una cuestión más moderna. Charlando con ellos, hacían hincapié en lo importante que es saber muchas melodías de memoria, cosa que es propia de la transmisión oral de la música.

El maestro Antonio García Caro (Toño, gaitero), un hombre arriba de los ochenta años, citó a uno de sus pollos, un chico que sabía más de doscientas canciones. Yo, que vengo de la academia, me voy dando cuenta con el tiempo, de lo importante que es saberse muchos temas, cómo sostiene viva una tradición, cómo alimenta la propia musicalidad a la hora de tocar.. La música, el ritmo, la afinación, la melodía, la forma, pasan por el cuerpo, es el lugar donde se siente. Si no sale de ahí, no funciona. Lo escrito ayuda, permite cosas que la oralidad no, como ocurre con las palabras, pero es algo muy corporal…

El cumbión

junto a Ivonne Guzmán

Integrantes:

Manuel Cibrián, guitarra y voz

El bajista León Podolsky

En bongó, tambor alegre y caja vallenata, Marcos Díaz

Las congas de Agustín Fuentes

Saxo alto, Agustina Massara

Los trompetistas Santiago Aragón y Pablo Reyna

Sonido y producción artística, Sergio Fabián Guerrina


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