La educación temprana

Los países del primer mundo, con democracias más desarrolladas por antiguas, tienden a comprender algunas prioridades con mayor claridad y por tanto actuar en consecuencia. En esta corriente, ya es conocido el lugar que ocupa la educación temprana, de hecho, cada vez más arriba en la pirámide de prioridades en esos países.

Los primeros años de un niño deberá sentar las bases de todo lo que está por venir. Los investigadores han descubierto que el cerebro humano desarrolla la gran mayoría de sus neuronas, y está más receptivo al aprendizaje, entre el nacimiento y los tres años de edad. De hecho, la ingesta de nueva información es crítica para la formación de las vías nerviosas activas (Shonkoff y Phillips, 2000). En resumidas cuentas, los primeros ocho años de vida son cruciales para el éxito académico. Deberemos plantearnos, en un primer paso, cómo estamos posicionados los argentinos en todo esto. Es decir, hablamos de educación.

Considere lo siguiente: el éxito futuro de cada niño es en muchos aspectos determinado antes de que cumpla 8. Durante esos primeros años, la forma en que el niño aprende y se desarrolla -mental, emocional y socialmente- es crítico. Esto no es una teoría. Es un hecho basado en décadas de investigación sobre los efectos positivos de la calidad de las experiencias de aprendizaje temprano en la vida de los niños. No es de extrañar entonces que los educadores, los políticos, los investigadores y las familias han apuntado a la educación infantil como un medio para invertir no sólo en el futuro de América, sino también para ayudar a disuadir y mejorar cualquier número de problemas sociales complejos.

Investigaciones que vinculan la intervención temprana para las ganancias cognitivas y socio-emocionales han alimentado la proliferación de programas de primera infancia desde la primera parte del siglo XX. Las últimas cuatro décadas se han producido muchas nuevas prácticas y principios para el uso en el aula con niños pequeños. Varios estados han anunciado planes para poner en práctica los programas preescolares universales. En los últimos cinco años, el gobierno federal de EE. UU. ha producido varios libros de importancia crítica en la educación de la primera infancia (Bowman, Donovan y Burns, 2001; Shonkoff y Phillips, 2000; Snow, Burns y Griffin, 1998) y ha proporcionado contribuciones récord para el desarrollo y la difusión de prácticas eficaces.

El Modelo de Procesamiento de la Información amplía aún más nuestra comprensión del desarrollo de la cognición en niños. Desarrollado en las dos décadas siguientes a la publicación de la teoría de Piaget, este modelo explica cómo y cuándo las habilidades cognitivas básicas de un niño se desarrollan. Las habilidades cognitivas incluyen la atención, la memoria a corto plazo, memoria a largo plazo, la lógica y el razonamiento, y el procesamiento auditivo, el procesamiento visual, y la velocidad. Son las habilidades que usa el cerebro para pensar, aprender, leer, recordar, prestar atención, y resolver problemas. Si la teoría de Piaget explica lo que un niño es capaz de hacer en diferentes etapas de su desarrollo, el modelo de información da una idea más de cerca a las habilidades cognitivas específicas en el trabajo detrás de la escena.

La definición misma de la educación infantil varía mucho entre las organizaciones, escuelas y gobiernos. La Asociación Nacional para la Educación de Niños Pequeños, organización de defensa más grande del mundo dedicado al aprendizaje en la primera infancia, la define como programas de alta calidad está orientado hacia los niños desde el nacimiento hasta los 8 años (o tercer grado). Cada vez más, muchas universidades están ampliando sus programas de educación temprana para incluir técnicas de aprendizaje para bebés y niños pequeños. Sin embargo, muchos estados (siguiendo con EE. UU.), así como el gobierno federal, se centran las iniciativas de educación de la primera principalmente en preescolar o pre-kinder (de 3 o 4 años de edad). El presidente Obama ha impulsado un mayor financiamiento para la educación de la primera infancia, y muchos estados han tomado la iniciativa de crear programas que aumenten el acceso a la educación temprana, especialmente para las familias de bajos ingresos, pero todavía hay un largo camino por recorrer para garantizar la igualdad de acceso a la todos los grupos demográficos.

Como se ve, nada es tan fácil como cortar rebanadas de pan, ni en África, ni en EE. UU., ni en Argentina. No obstante a mediano y largo plazo se debe apuntar a la educación temprana hacia todos los niños del país y sobre todo los niños de familias pobres. Estos niños pueden contar así con un as en la manga para mejorar ellos la suerte de sus padres y aportar valor a su país y así mismos. La conclusión de la escuela primaria le sigue en prioridad y luego (luego) la escuela secundaria. No hay 3 si antes no hubo 2. Es posible entender la idea. Los países más avanzados se preocupan por sus niños porque ellos serán quienes defenderán el país en el futuro, quienes desarrollaran los negocios. Es decir: ellos serán el país. A veces, lo elemental y obvio es pasado desapercibido. En Argentina, los niños y jóvenes deben ser educados con los más altos estándares desde la infancia temprana. Esa es la idea. Veremos con el tiempo qué marcan las realidades.

(*) Licenciado en Letras, escritor.

Cada vez más, muchas universidades están ampliando sus programas de educación temprana para incluir técnicas de aprendizaje para bebés y niños pequeños.

Obama ha impulsado un mayor financiamiento para la educación de la primera infancia, y muchos estados han creaado programas que aumentan el acceso a la educación temprana.