La vida “low cost”

Desprecio por la vida. Es la conclusión a la que se arriba luego de evaluar las primeras conclusiones de las causas que dieron lugar a la caída del avión que transportaba al plantel de Chapecoense.

Que el faltante de combustible o la negativa a realizar una llamada para evitar una multa pesen más que 71 seres humanos habla a las claras de la locura mercantilista con las que muchas empresas conviven a diario. Saber que la existencia de tantas vidas pende de una ruleta rusa resulta escalofriante.

Aún frente a la hipótesis de un daño masivo, se privilegian las migajas de un vil negocio. Vale más el ahorro de unos litros de combustible o el finteo de una sanción a la sangre derramada de decenas de personas.

El irracional comportamiento del piloto y dueño del Avro Regional Jet 85 no es sólo obra de un trasnochado, sino de un contexto que lo propicia.

Según reveló el periodista Marcelo Bonelli en su programa radial, la selección argentina, que utilizó el mismo avión 18 días antes de la tragedia, tenía al momento de aterrizar tan sólo 15 minutos más de autonomía de combustible…

Siendo la legislación de Bolivia más laxa a la hora de aprobar planes de vuelo, uno se pregunta: ¿por qué motivo las federaciones deportivas y los clubes permiten que los equipos se trasladen desde allí, en tan precarias condiciones?

Los jugadores como parte de su trabajo no tienen opción y suben a una trampa mortal por indicaciones de su club y de la Conmebol, ¿cómo es que ahora éstos ponen cara de póker pretendiendo puerilmente lavar sus culpas?

Una película ya vista en Venezuela, cuando los jugadores de Huracán salvaron sus vidas de milagro al quedar sin frenos el ómnibus en el que eran transportados. Es tal el grado de improvisación del que se está tomando conciencia que algunos equipos como Boca Juniors y la selección ya han decidido no viajar más en vuelos chárter.

Más allá de la solidaridad con el desgarrador luto y llanto del pueblo brasileño, es hora de modificar la legislación y exigir a las federaciones y clubes que unifiquen las garantías que las empresas de aeronavegación deben prestar para realizar un vuelo, haciéndolos responsables solidarios en caso de que dicho control no se cumpla.

En tal sentido la puerta que ha abierto el caso Mosca (CSJN 6/3/7) en nuestro país, al condenar a la AFA al decir “que los daños ocurridos han sido, indudablemente, ‘con ocasión’ del evento, que si este último no se hubiera celebrado aquellos no habrían tenido lugar” y que “resulta de toda lógica que si la AFA se beneficia con los dividendos que depara el fútbol, del mismo modo deba responder cuando se produce un daño”; es una alternativa viable para llegar a las barbas del poder de este fútbol tercermundista.

No se trata de una socialización de riesgos indiscriminada y vacía de contenido, sino de verdaderos factores de atribución fundados principalmente en el riesgo provecho.

Recordemos que la Confederación tiene facultades de contralor, en cuanto establece las condiciones que deben reunir los estadios, el control de ventas de entradas, designación de árbitros, verificación de medidas de seguridad; obteniendo un provecho económico del espectáculo al percibir un porcentaje sobre la recaudación bruta de los partidos oficiales, como así también sobre el producido con la televisación de esos encuentros.

Tal como se ha sostenido en Mosca, “la idea de que los organizadores se ocupan sólo del deporte y sus ganancias, mientras que la seguridad es un asunto del Estado es insostenible en términos constitucionales. La seguridad es un derecho que tienen los consumidores y usuarios, que está a cargo de quienes desarrollan la prestación o la organizan bajo su control, porque no es razonable participar en los beneficios trasladando las pérdidas”.

Si bien estas citas son a nivel nacional, bien podrían extenderse a la consideración deportiva latinoamericana. Por respeto a la memoria de los jugadores, periodistas, técnicos y dirigentes malogrados en la tragedia, es hora de involucrar a la Conmebol y hasta a la FIFA en cuestiones tan centrales como la seguridad de los jugadores.

Hasta que ello no suceda la posibilidad de que se repitan tragedias como las de Colombia estarán siempre latentes. Avanzar decididamente en esta cuestión es el otro título que también merece la Asociación Chapecoense de Fútbol.

*Abogado, profesor de Educación Física y docente universitario

Migajasde un negocio vil. Vale más el ahorro de unos litros de combustible o el finteo de una sanción, que la sangre derramada de decenas de personas.

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Migajasde un negocio vil. Vale más el ahorro de unos litros de combustible o el finteo de una sanción, que la sangre derramada de decenas de personas.

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