Proyectar un futuro mejor

Esto arrancó por voluntad nuestra, por querer mejorar y proyectar un futuro en el medio libre”, expresan los internos con el entusiasmo propio de quien se siente involucrado en una iniciativa. No es para menos: el CUCE es el primer pabellón universitario de la Patagonia, y el único a nivel nacional que surge por iniciativa de los propios internos. Las otras experiencias obedecen a políticas diseñadas desde los servicios penitenciarios, las direcciones de unidades de detención o las universidades locales.

Si bien el pabellón fue creado en el 2010 a través de la disposición Nº 289 de la Dirección de Unidades de Detención de la Provincia, tomó impulso a principios de este año, a través de los internos que ya se encontraban cursando estudios universitarios, quienes quisieron abrir la posibilidad a otras personas.

“Todo esto lo hemos hecho por esfuerzo propio, con la ayuda de algunas personas; pero lo más valioso es que tiene un espíritu solidario, de grupo, porque también estamos pensando en los que vendrán y en la sociedad: queremos salir siendo mejores”, coinciden.

Actualmente son catorce las personas que concurren al Pabellón Universitario todos los días de la semana, a excepción de los miércoles, día de visitas. Allí tienen un “curso de anclaje de conocimiento”, cuyo objetivo es proveer de recursos y técnicas de estudio a otros internos, lo cual refleja la solidaridad implícita en este proyecto: no sólo se trata de un crecimiento personal, sino que la idea es compartirlo con otros y que todos puedan aspirar a un mejor futuro. “Además estamos dando un mensaje a los otros pibes [que hasta aquí no participan del pabellón universitario]: que estudiar sirve”, asegura uno de los impulsores del CUCE.

Los docentes –internos que ya cursan carreras universitarias y fueron los impulsores originarios del proyecto–, al ver el compromiso y la continuidad de quienes asistían, pidieron a las autoridades de la unidad que se incrementen los días de cursado.

Según explicaron, se trabaja de menor a mayor: primero lectoescritura, interpretación y análisis de textos; para luego abordar las materias específicas según las especialidades a la que se apunte: Informática, Turismo, Filosofía, Geografía, Servicio Social, etc. Se dan herramientas técnicas de estudio para después volcarlo a cada materia.

Cada frase que pronuncian es una enseñanza que nos interpela como sociedad. Una de ellas: “El valor no está sólo en el resultado
–la obtención de un título–, sino en el proceso de querer mejorar, de tener otras perspectivas que se proyecten en el futuro, eso es muy importante para una persona que está acá adentro”.

Permanentemente destacan el carácter colectivo de la iniciativa (“Individualmente esto sería imposible”), y agradecen a algunas personas que desde las instituciones han hecho y hacen posible el CUCE: autoridades del penal, jueza y defensora de ejecución y docentes universitarios, entre otros.

Actualmente están embarcados en dos objetivos: por un lado un proyecto de trabajo a cambio de fondos para los gastos que implica el CUCE (fotocopias, hojas, cartuchos de impresora, material bibliográfico, etc.) y el reconocimiento de la Universidad Nacional del Comahue, por otro.

El CUCE está destinado a perdurar y a crecer, porque la semilla que plantó un pequeño grupo ha prendido en varios, porque se ha alimentado de un espíritu solidario y colectivo, porque se piensa en el otro (en los que están y en los que vendrán), porque lo han tomado con una responsabilidad que escasea en otros ámbitos… porque, como ellos dicen, “Es indestructible”.

*Defensor general de Neuquén


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