La deuda pública neuquina supera los $ 26.000 millones

El tratamiento que le dio la política a la deuda pública neuquina en estos años careció de un profundo debate.

El último ciclo de fuerte toma de fondos que se puede identificar en la joven economía de la Provincia se da a partir del 2011 y se mantiene hasta nuestros días.

Al observar la evolución presupuestaria del período bajo análisis, claramente se puede concluir que buena parte del dinero que ingresó por préstamos al Estado se destinó a financiar el déficit fiscal estructural. Un problema que vienen arrastrando las distintas administraciones lideradas, desde hace más de medio siglo, por el partido provincial.

Tomando los datos suministrados por el Ministerio de Economía e Infraestructura de Neuquén, la deuda pública alcanza, al cierre del primer trimestre del corriente año, los 26.318 millones de pesos. Esta cifra está compuesta por el stock de pasivos que presenta la administración pública no financiera provincial, que asciende a los 19.809 millones de pesos, a lo que hay que sumar la deuda del Tesoro (contratistas, proveedores y cargas sociales, entre otros) consolidada para el primer trimestre en 7.026 millones de pesos.

En los últimos 24 meses la deuda pública provincial creció, en valores nominales, alrededor del 160%. Un dato que preocupa.

La mayor parte de los indicadores presupuestarios que se tomen para referenciar el nivel de pasivos de la Provincia y su evolución en estos dos últimos años dan un resultado negativo. Para argumentar esta tendencia se tomaron sólo tres ejemplos (ver infogramas adjuntos): la relación del stock con los recursos corrientes, que se deterioró en 13 puntos porcentuales entre el primer trimestre del 2017 y mismo período del 2015; con las regalías se resintió enormemente en más de 50 puntos, y lo mismo sucede al proyectar el pago de capital e intereses entre uno y otro año.

No hay que dejar de mencionar que esta misma tendencia se observa, con menores o mayores desvíos, en el resto de las provincias argentinas y en el Estado nacional, que fue el que lideró la toma de deuda a partir del año pasado desde el exterior para poder financiar sus desequilibrios presupuestarios.

¿Hasta cuándo será posible sostener este nivel creciente de endeudamiento? ¿Qué reformas necesita la Provincia para evitar que esta herramienta genuina de financiamiento se transforme en un salvavidas de plomo, como lo refleja la historia de los últimos años?

El futuro de la estrategia oficial de financiamiento del gobierno provincial mucho dependerá del tratamiento que se aplique a los desequilibrios existentes entre gastos e ingresos. La mayor parte de los analistas coincide en señalar que hay poco margen para tomar otra decisión que no sea una reducción firme del rojo fiscal en las cuentas públicas para poder dar un horizonte previsible a las futuras inversiones que lleguen a estas tierras.

Todo indica, sin pecar de optimista, que el gobierno de Omar Gutiérrez va en esta línea. Heredó hacia fines del 2015 un déficit de la administración de Jorge Sapag cercano a los 4.500 millones de pesos y el año pasado lo consolidó en 4.000 millones. Si bien en valores absolutos la caída representa una mejora interanual sólo del 11%, en valores relativos ésta es mucho mayor teniendo en cuenta los montos que se manejaron en uno y otro presupuesto.

Pero corregir los desvíos de la caja fiscal nunca fue una tarea sencilla para un gobernador y hoy el tema parece aún más complicado teniendo en cuenta el año electoral que deberá atravesar la provincia y el país en su conjunto.

Mientras el déficit no baje la deuda seguirá aumentando. No hay fórmula alternativa para sortear este desvío crónico que tiene la Provincia. “Claramente el déficit está bajando, tal vez no a la velocidad que queremos o se esperaba, pero la tendencia marca claramente que estamos dentro de nuestros objetivos”, confió un importante funcionario cercano al gobernador Gutiérrez, que prefirió mantenerse en el anonimato al ser consultado por el tema. “La idea es seguir achicando los desequilibrios fiscales y reestructurar deuda, lo que nos permita planificar la economía de la Provincia no pensando en las urgencias sino más bien con la mente puesta en el mediano y largo plazo”, aseguró la fuente a la que accedió este medio.

En la medida en que exista un programa creíble para la baja progresiva del déficit y que la toma de deuda sólo constituya un mecanismo transitorio, para gradualmente ejecutar las medidas de fondo que permitan eliminar el déficit fiscal, las críticas a la emisión de deuda pública no parecieran ser justificadas.

Sin embargo, existen dudas de que el crédito internacional y local no se convierta en un mecanismo permanente de financiamiento del gasto corriente, algo que ya vimos en las anteriores administraciones del MPN. La tentación para el gobernador Gutiérrez es muy grande y más en este contexto electoral, en el que necesita consolidarse para tener posibilidades ante una nueva gestión para el período 2019-2023.

Claramente, continuar con una política de endeudamiento sin la contraparte del ajuste en las cuentas fiscales evita tomar medidas impopulares en el presente y trasladándolas a un futuro más o menos lejano. Pero también hay que decir que el progresivo endeudamiento público y las crisis económicas subsiguientes son una constante en la historia económica no sólo neuquina, sino de todo el país.

La pregunta lógica por lo tanto es ¿por qué esta vez puede llegar a ser diferente? La respuesta, con argumentos creíbles, está en manos del gobernador y su equipo económico.

Datos clave

Datos

160%
es el crecimiento que registró la deuda pública neuquina, en valores nominales, durante los últimos 24 meses.
$ 4.000
es el déficit, en millones de pesos, que registraron las cuentas públicas en el 2016.
80.000
es la cantidad de empleados públicos que tiene Neuquén, contemplándose en esta cifra la administración municipal
y provincial.

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