Las regalías sólo consolidaron el alto gasto corriente

El espíritu de las regalías hidrocarburíferas en Neuquén apuntalaba la teoría económica de que al ser estos recursos extraordinarios no podían ser destinados a ninguna de las partidas presupuestarias de gastos corrientes. Inclusive este argumento fue introducido en la Constitución provincial para darle más fuerza a este principio.

Pero la lógica política no va siempre en línea con la razón. En las últimas décadas, un muy bajo porcentaje de los fondos que llegaron a las arcas neuquinas por esta vía terminó por engrosar las partidas de la obra pública. Esto pese a las serias deficiencias en infraestructura que presenta hasta el día de hoy la provincia y al destino declamado por todo el arco político del uso de este tributo sobre el que sólo pocos gobernadores tienen privilegio.

Existe consenso entre los distintos especialistas en cuanto a que la inversión, tanto pública como privada, constituye uno de los principales motores para el desarrollo económico y social de un país.

En particular la destinada a infraestructura, que permite sostener el crecimiento, elevar los niveles de productividad y competitividad de las empresas y ampliar la oferta de servicios públicos en beneficio de la población. La literatura especializada además coincide en señalar que por medio de la inversión pública el Estado busca, por un lado, aumentar el capital físico y humano disponible para elevar el nivel de productividad y competitividad de los agentes económicos y, por otro lado, incrementar los niveles de cobertura y calidad de los servicios públicos para mejorar las condiciones de vida de la población.

Tomando en cuenta estos últimos conceptos, el rol del Estado en la materia parte de dos premisas. En primer lugar, que la inversión pública en infraestructura a través de recursos extraordinarios estimule el crecimiento económico y esté directamente relacionada con la productividad y competitividad de las empresas. En segundo lugar, permite mejorar las condiciones de vida de la gente y reducir las inequidades persistentes.

Las regalías hidrocarburíferas han sido históricamente un componente fundamental de los ingresos neuquinos. Sin embargo en los últimos años su participación en el total del presupuesto fue decayendo en forma sensible. Ni el promocionado boom de inversiones en Vaca Muerta, que fue parte de un trágico relato al que todos los neuquinos se abrazaron, pudo quebrar esta marcada tendencia.

Los ingresos por regalías no tuvieron una dinámica propia. Siempre estuvieron atados a los vaivenes de la política económica. Las estadísticas oficiales dan cuenta de que en el 2002 llegaron a representar cerca del 60% de los ingresos corrientes de la provincia, producto de la devaluación de ese año y la congelamiento de la mayor parte de las variables económicas del país. El año pasado ese indicador representó sólo el 20% de los recursos. (Ver infograma adjunto)

¿Cuál ha sido el efecto de las regalías sobre la dinámica económica de la provincia? La pregunta es relevante en términos prácticos porque estas millonarias transferencias desde la industria hidrocarburífera hacia las arcas provinciales fueron cuestionadas desde diversos enfoques. En principio hay que destacar que nunca cumplieron con el objetivo para el que fue creada esta partida. Su esquema de distribución presenta iniquidades y discrecionalidad, factores que limitan su potencialidad para generar el desarrollo regional o mejorar la distribución del ingreso. Por otro lado esta montaña de dinero que año tras año ingresó a los presupuestos terminó por fortalecer conductas políticas que poco ayudaron a consolidar el crecimiento de una de las provincias más ricas del país.

En los últimos 25 años las distintas administraciones del Movimiento Popular Neuquino manejaron por regalías algo más de 310.000 millones de pesos, cifra actualizada a mayo de este año, equivalente a unos 19.000 millones de dólares. Este monto se compone del cobro de las regalías propiamente dichas en el período 1992-2016, a lo que se suman los dos aportes extraordinarios que recibió la provincia en este período: el primero en 1993, por la privatización de YPF, y el segundo entre 1999 y 2012, con las prórrogas de las áreas petroleras.

¿Qué podría haber pasado si todos estos recursos se hubiesen invertido tal como lo señala la Constitución? Seguramente otra sería la provincia.

Los montos percibidos por regalías en las administraciones neuquinas durante este último cuarto de siglo han sido enormes y representan un valor equivalente a la construcción de cerca de 500.000 viviendas, alrededor de 6.000 kilómetros de rutas, más de cinco presupuestos provinciales, o hasta seis represas multipropósito de similares características a las de Chihuido, sólo por dar algunos ejemplos de lo que se podría haber concretado con semejante suma de dinero.

Tres interrogantes, y sus correspondientes respuestas, son clave para entender que se debe rever el destino que hace tiempo tienen las regalías dentro del presupuesto provincial.

¿Estos tributos extraordinarios generaron efectos favorables dentro de los presupuestos provinciales? Contra lo esperado, los grandes giros de dinero determinaron una situación fiscal insostenible en el medio plazo para la provincia, incrementando la dependencia sobre estos recursos. Tal es así que en todo este tiempo los gastos crecieron a tasas muy por encima de los ingresos y, progresivamente, las regalías tuvieron que cubrir esos desequilibrios presupuestarios relegando toda la inversión en infraestructura que reclamaba la provincia para su desarrollo. Hoy ya ni siquiera alcanzan para compensar los gastos y por ello es que la provincia ha ingresado en un desenfrenado endeudamiento para cubrir sus desvíos de caja.

¿Estimularon la inversión pública en áreas de alta rentabilidad social? La corta historia neuquina muestra que las prioridades del gasto de inversión nunca se cumplieron y los millonarios fondos llegados por regalías fueron a saciar las necesidades políticas del momento apuntaladas, entre otros, en el ingreso de personal a la estructura del Estado. Por otra parte, al no existir una estrategia de largo plazo, los sectores de Salud y Educación, posiblemente los de mayor rentabilidad social, perdieron progresivamente importancia a favor de gastos como salarios y pagos del servicio de deuda. Otro déficit del Neuquén del último cuarto de siglo. No hay que dejar de mencionar que a partir del 2003 la inversión sobre los sectores de servicios del Estado provincial (escuelas y hospitales, por ejemplo) llegaba en gran parte a través de partidas especiales del gobierno nacional, es decir que las regalías podían haber potenciado las necesidades de infraestructura en otros sectores productivos.

¿Permitieron las regalías planificar políticas públicas de largo plazo? Pese a que estos tributos abren la puerta para concretar un trabajo de estas características, no ayudaron a consolidar una visión de largo plazo en la provincia. Carecen del pecado original de no contar con el aval para ser utilizados en proyectos de inversión plurianual, claves para un desarrollo planificado en una provincia. En las últimas décadas, las regalías ya habían sido tomadas como recursos para solventar las necesidades coyunturales que mostraba el presupuesto en sus partidas de gastos corrientes. Salarios, sin dudas, concentró la distribución de esta renta extraordinaria. La obra pública, relegada pese a los grandes anuncios.

¿Qué podría haber pasado si todos estos recursos se hubiesen invertido tal como lo señala la Constitución? Seguramente otra sería la provincia.

Datos

Claves de un

modelo que fracasó

Datos

¿Qué podría haber pasado si todos estos recursos se hubiesen invertido tal como lo señala la Constitución? Seguramente otra sería la provincia.
19.000
son los millones de dólares que ingresaron a las arcas neuquinas en todo concepto por regalías entre 2002-2016.
20%
es lo que representa este ingreso extraordinario sobre el total de la caja neuquina.
Por definición, las regalías no deben ser destinadas a gastos corrientes ya que son recursos extraordinarios.
Durante el último cuatro de siglo estos ingresos totalizaron la suma de 310.000 millones de pesos, cifra actualizada a mayo de 2017.
Esta cifra equivale a la construcción de más de 500.000 viviendas, unos 6.000 kilómetros de rutas o la construcción de seis represas tipo Chihuido.
Las regalías representaban en el 2002 cerca del 60% del total de los recursos corrientes de la provincia. Ese indicador hoy se ubica en sólo 20 puntos.
Este recurso extraordinario nunca cumplió los objetivos para los que fue proyectado. La mayor parte del dinero fue a gastos corrientes.
Es necesario cambiar en forma progresiva el destino de estos recursos y orientarlos a infraestructura de alta rentabilidad social.

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios