Moño Azul asegura que llegó el momento para crecer

Corría el mes de marzo de 2008 cuando la noticia sacudió al Valle. El Grupo GF, propiedad en ese entonces del empresario Antonio Orsero, adquirió el paquete accionario mayoritario Moño Azul y de Salvador Liguori, convirtiéndose así en uno de los principales exportadores de la región.

Ya a la distancia, muchos son los que aseveran que Orsero compró la empresa en un momento que no fue el mejor. Ese año la Argentina iniciaba su proceso de degradación económica apalancado con inflación y retraso cambiario. Una combinación que fue letal para el desarrollo de las economías regionales. Muchos fueron los inversores externos que se vieron tentados, en aquel momento, por los costos de oportunidad que tenían ciertos activos en el país.

Pero pese a las recurrentes crisis y cambios en su gerenciamiento, Moño Azul pudo sobrevivir hasta hoy a los golpes de los modelos impulsados por distintos presidentes. Los costos fueron altos teniendo en cuenta que centenares de trabajadores dejaron la empresa durante su reestructuración.

Esta semana, oficialmente, se anunció que Tonino Beccegato, quien estuvo por tres años al frente de la compañía, entregó su cargo a Carlos Resio, un reconocido ejecutivo de la región ligado a la actividad. Ambos accedieron a conversar con “Río Negro” reflexionando: “Llegó el momento para crecer”. La charla fue distendida y entre los tantos temas que se tocaron Beccegato contó quiénes se acercaron para hacer una oferta por el paquete accionario de Moño Azul cuando estaba bajo su control. “La empresa está abierta a escuchar propuestas y, si es conveniente, a recibir nuevos accionistas”, confió el empresario ante una de las preguntas que salieron de la charla. Los montos de los que se hablaron en esas reuniones seguramente no fueron menores. Moño Azul cuenta hoy con dos grandes galpones de empaque, cientos de hectáreas con buenas plantaciones, una importante estructura de frío y comercializa más de 40 millones de kilos de fruta por año. A esto hay que agregarle un intangible que hoy no tiene ninguna otra empresa: el valor de su marca en el mercado interno.

Un informe privado realizado durante el segundo semestre del año pasado daba cuenta de que la marca Moño Azul tenía un reconocimiento en punta de góndola (sobre el consumidor final) del 47% de los encuestados. En los mercados mayoristas, este reconocimiento de marca era referenciado por el 82% de los puestos. Un dato no menor a la hora de hablar del valor de una compañía.

Al tocar en la charla el plano nacional, tanto Beccegato como Resio coincidieron en señalar que la actividad continúa en crisis producto de una economía que no termina de ajustar sus precios relativos. “Somos conscientes de que son varios los factores que están hoy afectando a la fruticultura, y que si no se atacan en forma sincronizada los esfuerzos parciales sirven para poco”, destacó Resio. El empresario dio como ejemplo la posibilidad de devaluar con costos siguiendo su carrera ascendente: “No terminan de arreglar ninguno de los problemas”. Algo parecido mencionó sobre la entrega de subsidios, sin tener un horizonte claro de salida para los productores y empresas en crisis. Pero ambos ejecutivos se mostraron optimistas sobre el futuro.

Al comentar el tema comercial, confiaron que la alianza que se tienen con Europa es clave para Moño Azul. “El euro también nos está ayudando mucho esta temporada”, remarcó Beccegato, agregando que la moneda comunitaria ya se devaluó alrededor del 15% desde principios de año.

Señalaron que en lo que va del 2017 los mercados que mejor funcionaron para la pera fueron Estados Unidos e Italia, mientras que para la manzana la mejor performance la sigue teniendo el local. “Lejos fue el mejor, porque el mercado interno siempre copia la inflación y eso para nosotros es una protección que no tenemos con nuestra oferta exportable. Si a eso le sumamos calidad, la góndola local responde aún mejor”, continuó Resio.

Tema aparte fue el mercado ruso. “Es muy inestable. Existió una ventana en el segundo semestre pero fue casi todo de tercera calidad y no hay que esperar grandes precios por esa fruta. Si uno toma el balance de toda la temporada, en general no fue mala. Pero todavía hay que ver cómo queda la liquidación final entre cada empresa e importador ruso”, agregó Beccegato, con cierto escepticismo, pero sin dejar de sonreír, pensando en volver a “su Italia” tras tres duros años en el Valle.

Pulso Frutícola


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